Día 4: «Cuello»

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Wei Ying está intranquilo

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Tras aquel extraño encuentro en la cueva las cosas entre ellos dos cambiaron radicalmente, los siguientes siete meses se la pasaron teniendo relaciones sexuales casi a diario, incluso más de una vez al día, con besos esporádicos repartidos entre las largas horas de trabajo y cuando creían encontrarse a solas, acompañándolos con leves roces de manos o tocando demasiado el cuerpo ajeno al estar rodeados de personas. Cualquiera que tuviese ojos se daría cuenta de la patética tensión romántica que arrastraban.

Eso también incluía a alguien tan despistado como el propio Wei Ying, que al final tuvo que contenerse un sinfín de ocasiones para no morderle el cuello mientras lo penetraba de espaldas.

Más temprano que tarde el joven alfa dejó de ver a Lan como un simple amigo, en su lugar, dentro de sí nació una subespecie de sentimiento sobreprotector con el omega, odiaba que le dirigiese sus miradas preocupadas, como esperando que Wei le fuese a fallar en cualquier momento; de igual modo detestaba que otras personas se les acercaran demasiado, aunque desconocía el motivo. También aborrecía cuando Wangji parecía querer desmoronarse contra él pero se tragaba sus emociones, volteando la cabeza a otro lado para fingir que no sucedía nada, o luciendo perdido a ratos, como si estuviese siendo atormentado pero el dolor fuera más sencillo de tratar que la realidad; y en definitiva le hervía la sangre en esas ocasiones durante las cuales el omega terminaba afectado al él ser discriminado por haberse convertido en un cultivador demoniaco.

Era extraño.

— Wei Ying— le llama su compañero; el aludido parpadea un par de veces viéndole fijo al rostro, antes de notar que el carruaje donde iban se ha detenido a las afueras de Gusu, justo donde comenzaba la montaña hacia los Recesos de la Nube. Distraído acepta la mano que le ofrece Wangji para ayudarle a bajar, aunque realmente no la necesita, y es solo cuando llevan caminando un par de metros que puede notar que el omega trae colgando en el hombro ambas bolsas de ropa, la suya y la propia.

— ¿Estás bien?— es cuando se detiene en seco que Lan le pregunta, luciendo legítimamente consternado al verle de pie sin reaccionar.

Se ve malditamente hermoso a la luz brillante del medio día, y más aún sin ese horrible collar de cuero que le rompió el mismo Wuxian, luego de querer morderle mientras tenían sexo una tarde, en un bosque frondoso a mitad de la nada; pese a las capas de ropa bien acomodadas la parte superior de su cuello blanquecino es visible, provocando una irritante comezón en los dientes del alfa, quien siente una acentuada necesidad de marcar.

Ying se estremece después del raro pensamiento, carraspeando antes de restablecer el paso hasta alcanzar a su acompañante; ni siquiera tiene ganas de discutirle que no le permitiera llevar su propia maleta.

— Lo siento, estoy algo agotado— confiesa, aunque no del todo, pues deja enterrado el hecho de que ese cansancio vendría siendo menos físico y más mental, o emocional, no sabría cómo describirlo en ese preciso momento.

— Fue una misión larga— responde el otro, y tiene razón.

Una tarde hacía diez meses llegó Guanyao con noticias: en un pueblo lejano a todos los aliados existía un grupo de remanentes Wen, cultivadores quienes habrían logrado huir tras la caída de su secta, hombres que ahora estaban reclutando personas en pequeñas aldeas casi desconocidas. La misión de eliminación se había encargado, por supuesto, al tipo más poderoso de su generación, y como Wei Wuxian se había portado bien durante el último año le permitieron ir también. En un inicio, se supone, irían acompañados de más discípulos Lan, no obstante la idea fue desechada en cuanto el poderoso Patriarca de Yiling se sumó a la ecuación, pues no había necesidad alguna de enviar a nadie más cuando ya iban dos sujetos sumamente hábiles, una decisión de la cual Qiren se arrepentiría profusamente apenas supiese lo que Wei estuvo haciendo con su precioso niño.

Dormir en tus brazos | XianWangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora