Capítulo 10: No duele.

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Sonríes. Tratas de ocultar las grietas mientras aguantas el golpe. Te mantienes impasible, como si tu corazón siguiera formando parte de una misma pieza. Aprietas la mandíbula e intentas por todos los medios engañarte. Haces como si nada hubiera pasado, como si aquella bala no hubiera sido capaz de partirte en dos. Te levantas del suelo como si no te acabaran de arrancar un trozo de vida. Cada vez cuesta más. Cada vez se hace más agudo el dolor que portan tus entrañas. Intentas de forma desesperada mantener unidos todos los pedazos, esconder en el fondo del foso las heridas, pero cada segundo que pasa se hace más difícil respirar. Te dices que no hay tiempo para lágrimas mientras tus cansados ojos navegan entre océanos de oscuridad. Tu corazón late al pesaroso ritmo de las dudas, siguiendo la melodía de un por qué. Cientos de preguntas colisionan con violencia en tu interior. Las respuestas se han quedado mudas. Te gustaría entender, pero no puedes. Te gustaría saber, pero no sabes. Te gustaría poder pintar todos esos espacios en blanco. Te encuentras al borde del abismo. No entiendes cómo has terminado ahí, ni cómo sus manos han sido capaces de empujarte hacia el precipicio. Tanto daño innecesario, tantas grietas esculpidas a conciencia, tanto miedo a la verdad. Las paredes te oprimen con tanta fuerza que ni siquiera puedes moverte. Ojalá hubieras podido esquivar la patada. Ojalá hubieras querido evitarla. Ya no hay nadie, tú y sólo tú, tabaleándote entre el crudo silencio de los recuerdos. Tu cabeza no para dar vueltas. Nadie escucha. El molesto ruido de la decepción asfixia por completo tu mente. Cada vez es mayor. Cada vez hace más daño. Y te miras, sangras, mientes, y te dices que no duele. Pero duele.

Todo lo que nunca me dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora