Todo lo que nunca me dije.

Capítulo 9: En la página 88.

Ven. Hagamos de aquel viejo sueño pendiente la más pura realidad. Arranquémonos la ropa con una sola mirada, sin que haga falta decir absolutamente nada para entenderlo todo. Muérdeme las palabras a besos, improvisados, inesperados, de esos que hace tiempo nos hemos venido debiendo. Enrédate en mis sábanas, cerremos los ojos y aprendamos a coleccionar madrugadas, lunas y tormentas. Echémosle un pulso al tiempo, que den igual los minutos, las horas, y todo aquello que no consiga sumar dos. Que no quede un sólo centímetro de piel por descubrir, despacio, sin prisa, como si tuviéramos por delante unas cuantas vidas más. Abracémonos por inercia, colisión de electricidad en un mar de caos, como dos piezas imperfectas que al fin han encontrado su sitio. Como si cada roce fuera el último, y no recordáramos nada salvo este preciso instante. Llenemos cada centímetro de piel con olor a nosotros, con sabor a para siempre. Rompamos la distancia, cada metro y kilómetro, cada silencio estúpido que ha ido levantando muros de miedo. Desnudemos el cuerpo y el alma, despojémonos de todo lo que no sea imprescindible. Cuéntame al oído tus peores temores, susúrrame todo aquello que aún no has sido capaz de gritar. Dejémonos vibrar con cada nota, con cada sílaba, palabra y letra. Volvamos a pintar con magia eso que aún no hemos podido descifrar. Sujetemos el corazón con ambas manos, dejemos que hable, que diga todo lo que quiera, todo cuanto necesite. Prometo no marcharme, no me iré a ninguna parte, pase lo que pase. Perdámonos entre sueños y aventuras, volemos a cualquier lugar extraño, diferente, desconocido, y hagámoslo totalmente nuestro. Dejemos que merezca la pena, que cualquier película o canción de amor se muera de envidia cada vez que nos mire. Temblemos con cada mirada, sin hacer ni decir absolutamente nada. Que lo único que importe sea seguir sumando inviernos, perseguir amaneceres, vestirnos en sonrisas, locuras, y botellas de simplicidad y afecto. Aprendamos a bailar bajo la lluvia. A volar en tus montañas, y aterrizar en las mías. Voy corriendo, no te muevas. Trataré de verte pronto, sólo espera un rato más. Tú, y yo, en la página 88.