Mariposas Negras II

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Mariposas negras van volando en el espacio del aire perfumado. Salen de su interior colocándose a su alrededor, posándose en sus cabellos oscuros.

Mirándose al espejo llora, reflejando sus ojos color miel ya sin brillo, opacados por las lluvias rojas que salen de su profundidad acuosa.

Soñando profundamente, sin creer en la realidad, se transporta a una dualidad. Hermosa ilusión óptica que crea en su mente.

Ella se encuentra en esa verde pradera una vez más. Contaba los pétalos de flores con números infinitos esperando que se caducara el vacío de sus pasos al hablar... Parecía que volaba, ya no caminaba. Al darse cuenta que tenía alas decidió avanzar.

En ese momento de incertidumbre divisó a lo lejos una rosa violeta. A sus ojos parecía hermosa, tan perfecta. Aunque dudosa, se acercó, la observó, la elogió. Al ver la rosa el éxtasis de su mirada, preguntó:

—Mariposa hermosa, ¿Qué te trae a mi jardín?

Fue en ese crucial momento cuando se dio cuenta que ella era una de esas mariposas negras.

—Hermosa tú ¡Oh rosa violeta! Iluminas el paisaje, tu bello color hace un contraste con el cielo azul brillante. Yo al contrario, eclipso todo a mi paso, dejando destellos de oscuridad alrededor.

Ella aún no se daba cuenta que con su presencia también podía iluminar, que nada es perfecto y que todos estamos rotos por dentro.

—Miráme de cerca —dijo la rosa —tengo pétalos marchitos, tengo pétalos arrancados del alma, también tengo cicatrices, también me duele el alma.

Contrarrestando sus palabras la mariposa expresó:

—Pero yo soy negra, tú, tú llenas todo de color, formas parte del arcoiris y una hermosa luz sale de tu interior.

La rosa violeta cansada de explicar le dejó claro por última vez que a ella también la podían amar.

—Si te dejas encontrar, puedo realzar en ti los colores, no pertenecerás al arcoiris, pero el gris y el blanco también pueden ser parte de ti. Puedo contrastar tu brillo interior con lo apagado de mi rostro. Tan solo pósate en mis heridas, en mis pétalos marchitos y verás como juntas le daremos el toque inusual que le falta al paisaje.

La mariposa se dejó llevar, se dejó ayudar, se posó en la rosa para así poder brillar. Le dieron el toque de locura con ternura que le faltaba al lugar...

Ahora de repente, aturdida, de vuelta a la realidad, ella intentaba volver a respirar, queriendo sacar de su cabeza esas tristes mariposas negras.

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Este poema es demasiado especial. Espero compartir lo que quiero expresar con ustedes. Sobre todo a la persona que fue dedicado este poema. Que cuando lo lea recuerde siempre que una rosa y una mariposa pueden ser amigas a pesar de no ser iguales. De corazón:💜🌹🦋 🖤

Lluvias de Silencio [En Curso]Where stories live. Discover now