—Lee esto.


Su rostro no mostró ningún cambio mientras leía el artículo. Después, lo arrugó y lo tiró a la papelera.


—¿Por esto me sacas de una reunión?


—Lo consideré importante.


Alfonso le dedicó una mirada imposible de descifrar.


—¿Y no podía esperar hasta la noche?


—No.


—¿Quieres que te lo confirme?


—Sí.


—Déjame adivinar —empezó a decir Alfonso, con indolencia—. Georgia confió en Enrique y este vendió la noticia a los periódicos.


—Sí —reiteró ella. Con los ojos brillando de furia contenida—. Maldito seas, me lo podías haber dicho tú mismo en lugar de esperar a que tuviera que enterarme por el periódico.


—¿Cuándo querías que te hubiera dicho que había obligado a Georgia a hacerse la prueba de paternidad? —preguntó con suavidad—. ¿Durante una de las fiestas sociales en las que coincidíamos? ¿Cuándo Kevin estaba muriéndose en el hospital?


¿Durante su funeral?


La mirada de Anahí se volvió más afilada.


—Tú sabias que Kevin había vuelto a redactar su testamento incorporando la nueva cláusula sobre el control de Macbride —su enfado empezó a alcanzar cotas muy elevadas.


—Sí.


—No tenías ningún derecho. ¿Y si la vida de Kevin no hubiera estado en peligro?


—¿Dudas de que te lo habría dicho?


No podía estar segura. Quería estarlo. Desesperadamente, con todo su corazón. Alfonso leyó la indecisión momentánea, el dolor y la intensidad de sus emociones.


Pero esperó.


—¿Sabes lo que pasé cuando Georgia me vino a decir lo de su embarazo y que tú eras el padre?


—Recuerdo que intenté convencerte de que mi relación con Georgia había acabado mucho antes de haberte conocido.


Pero ella no lo había creído.


—Tienes que reconocer que todas las evidencias estaban en tu contra; Georgia me dio fechas que coincidían con tus ausencias.


—Aunque hubiera habido alguna verdad en ello, ¿crees que habría sido tan idiota como para no utilizar protección?

ReconciliaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora