Capítulo 10

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Cuando Anahí se despertó estaba sola en la cama. Durante unos segundos rememoró la noche anterior y las imágenes la cautivaron con una intensidad pagana.

El hambre de Alfonso había sido salvaje, sin principios... sin pensar en las consecuencias, solo en satisfacer una necesidad primaria.

La furia que mostró había sido infinitamente mayor que si le hubiera gritado o si hubiera estrellado algún objeto contra el suelo.

Cambió de posición y se estiró... y sintió que le dolía todo el cuerpo. También había un tormento interno, un remanente de su posesión.

¿Qué hora sería?

Se dio la vuelta para mirar el despertador y, al ver la hora que era, se sentó en la cama de un salto. ¿Las ocho?

Eso le dejaba treinta minutos para ducharse, vestirse y llegar a la oficina.

Bajó corriendo las escaleras, agarró el portátil y el bolso y se dirigió a la puerta... pero tuvo que frenar en seco porque Alfonso se interpuso en su camino.

Durante unos segundos, permaneció inmóvil, con la mirada atrapada en la de él.

Cuando estaba a punto de alcanzarla, su mecanismo de autodefensa se disparó:

—Ya llego tarde.

—En ese caso, unos cuantos minutos más no harán ninguna diferencia.

Ella quería salir de allí, poner distancia entre ellos y ocupar su mente con la rutina del trabajo.

—Tengo que marcharme.

—No —dijo él con suavidad—. No tienes que marcharte —dijo elevando una mano para acariciarle la mejilla.

Dudaba que ella hubiera dormido mejor que él lo había hecho. ¿Cuántas veces había acariciado su cuerpo intranquilo durante la noche mientras se debatía con sus propios demonios?

No importaba nada que ella le hubiera provocado. Su reacción había sido inexcusable.

—¿Qué quieres?

Esa era una pregunta a la que no podía dar una respuesta sencilla. Pero, sobre todo, había una cosa que era muy importante. Con la yema del pulgar le acarició el labio inferior.

—¿Estás bien?

—¿Te importa? —las palabras salieron de su boca antes de que pudiera pararlas.

—Sí.

Era incapaz de evitar el leve temblor que le recorrió el cuerpo.

—No tengo tiempo para una conversación. Alfonso dejó caer la mano.

ReconciliaciónWhere stories live. Discover now