Capítulo 5

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Anahí se arregló con esmero. Eligió un vestido muy elegante de color crema que era una autentica obra de arte. El cuerpo estaba exquisitamente bordado con pedrería hasta las caderas. A partir de ahí, los adornos caían en flecos hasta el borde del vestido que se mecía suavemente con cada paso que daba.

Esa noche, quería tener una imagen sofisticada por lo que se recogió el pelo en un moño y se maquilló con cuidado. Después, se puso un brazalete de diamantes y unos pendientes a juego. Los zapatos tenían tacones de aguja.

 

Anahí había cenado en muchas ocasiones con gente perteneciente a la elite social del país y no tenía ningún problema para conversar sobre cualquier tema.

 

Sin embargo, esa cena con los asociados de Alfonso le ponía nerviosa; después de lo que la prensa del corazón había publicado, Alfonso y Anahí Herrera habrían estado en boca de todos. Sin ninguna duda, esa noche, serían el centro de atención.

 

—¿Lista?

 

Se volvió hacia él y admiró su esmoquin. ¿Sería de Armani? ¿de Cerruti? Él siempre elegía el impecable corte de esos dos diseñadores. La camisa blanca era del algodón más fino y la corbata de pura seda virgen.

 

Sin embargo, era el hombre el que lograba agitar todo su ser. Las facciones grandes, los ojos oscuros y una boca... solo con mirarla le venía a la mente el sabor de los besos que habían compartido.

 

Alfonso poseía una sensualidad peligrosa que atraía a las mujeres como la miel a las abejas. Un encanto innato y un toque primitivo, bajo la fachada sofisticada, que eran irresistibles. Si a todo eso le añadíamos la riqueza y el poder que Alfonso tenía, el resultado era letal.

 

Entendía perfectamente que cualquier mujer luchara por él. ¿Sería eso lo que había hecho Georgia?

 

¿Habría sido capaz de tener un hijo suyo y arruinar un matrimonio para conseguirlo?

 

Anahí movió la cabeza mentalmente. Una lucha justa era una cosa, pero utilizar métodos engañosos y artes sibilinas era otra cosa.

 

—¿Tengo monos en la cara?

 

La pregunta de Alfonso la pilló desprevenida, pero intentó responderle con gracia.

 

—No que yo me haya dado cuenta.

 

—¿Nos vamos, entonces?

 

Los anfitriones vivían en Woollahra, en una casa antigua espléndida alejada de la carretera y con unas magníficas vistas.

 

Había coches aparcados en el camino de acceso y, dentro, los invitados conversaban en un amplio salón. Los altavoces emitían una suave melodía de fondo cuando Alfonso y Anahí entraron.

 

La mano de Alfonso descansaba sobre la espalda de ella.

 

¿Se trataría de un gesto posesivo o para darle seguridad?

 

Anahí aceptó una copa de champán y dio un sorbo al líquido burbujeante.

ReconciliaciónWhere stories live. Discover now