Capítulo 11

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Alfonso ya se había marchado cuando Anahí entró en la cocina para prepararse el desayuno. Puso dos rebanadas de pan en la tostadora y se sirvió café. Agarró el periódico del día y lo puso todo en una bandeja para desayunar en la terraza. El sol empezaba a calentar... era una mañana de primavera perfecta. En el jardín empezaban a brotar algunas florecillas y, dentro de poco, se llenaría de colores.


Paz y tranquilidad, se dijo Anahí respirando hondo. Le dio un mordisco a la tostada y un sorbo al apetitoso café y abrió el periódico.


Al llegar a la columna de sociedad, la paz interior se esfumó.


¿Qué prominente hombre de negocios, casado con una famosa heredera y recientemente reconciliado, ha sido salvado de una paternidad por un análisis de ADN? La treta urdida por una ex amante, para sacarle el dinero, ha fracasado gracias a los avances médicos.


«¿Alfonso?» A Anahí se le hizo un nudo en el estómago. Después de la conversación mantenida con Enrique el día anterior, el artículo contenía demasiadas coincidencias para que no fuera él.


Dios santo. Empezó a sentirse enferma por las implicaciones de esa noticia.


Miró hacia el paisaje, sin ver la preciosa vista, concentrada en imágenes del pasado. Los nueve meses transcurridos entre entonces y ahora pasaron en un segundo.


Sintió el dolor como si hubiera sido el día anterior. Georgia contándole que estaba embarazada de Alfonso. La negación de él. Su incredulidad. Las discusiones. Los silencios. Todo seguido por su decisión de abandonarlo.


Como si estuviera viviendo a cámara lenta, agarró la bandeja y la llevó a la cocina. De manera automática, se vistió para ir a trabajar.


Llamó a la oficina para decir que llegaría tarde. Media hora después, entró en el elegante edificio donde estaban las oficinas de Alfonso.


Su secretaria le anunció que su marido estaba en una reunión muy importante.


—Es urgente —se trataba de una necesidad imperiosa de saber la verdad.


—Me ha dado instrucciones precisas de que no lo moleste bajo ningún concepto.


—Yo cargaré con la culpa —dijo ella con frialdad. Vio que la secretaria dudaba un instante.


—Le diré que está aquí.


Levantó el auricular del teléfono para anunciar a Alfonso la visita de su esposa y después colgó.


—La acompañaré al despacho del señor Herrera. Él irá para allá en unos minutos.


Anahí cruzó el suelo enmoquetado hacia el gran ventanal que había tras su escritorio. Estaba observando la actividad del puerto cuando el sonido de la puerta al abrirse la sorprendió.


—¿Qué pasa?


Anahí sintió que el nudo de su estómago crecía. Sacó de su bolsillo un trozo de periódico y se lo entregó a él.

ReconciliaciónWhere stories live. Discover now