1. La Casa en el Aire

34 2 24
                                    


Esta historia como cualquier otra, comienza con una joven de veinte años de edad y seis meses de embarazo sentada en una oscura bodega llena de secadores, cepillos, rizadoras y demás productos capilares propios de un salón de belleza, a su lado se ubicaba un ventilador de mesa marca Crown que solo soplaba aire caliente, en sus piernas sostenía una revista con una portada que exhibía una foto de Buda, su contenido estaba lleno de información sobre antiguas tradiciones y artes chinas para la atracción de la buena suerte, la abundancia y la fortuna.

Sobre la mesa reposaba el recipiente plástico ya vacío donde la noche anterior había empacado un no muy apetitoso almuerzo que consistía en una porción de arroz blanco, huevo frito y dos tajadas de plátano frito. No es que renegara de la comida, es solo que su mamá había fallecido hacía más de un año víctima de un cáncer de estómago y en su afán por criarla para crecer como una princesa, jamás le enseñó a cocinar.

Desde el exterior escuchó la voz de sus compañeras que se acercaban a la bodega para su turno de almuerzo, señal inequívoca de que su media hora había terminado. Con cuidado empacó el recipiente plástico y la revista en el desgastado bolso de mano que cargaba para todas partes.

Para ese momento trabajaba como manicurista en un salón de belleza, lo que ganaba allí le alcanzaba apenas para comer y pagar la renta, su situación era tan crítica que en sus seis meses de gestación, jamás asistió a ninguno de los controles prenatales reglamentarios, mientras tanto, el padre de la criatura pasaba vacaciones en las Bahamas con su esposa y sus dos hijos.

Sola, sin dinero y sin un trabajo estable Gabriela Buendía decidió seguir adelante con su embarazo, sabía que tenía todas las circunstancias en su contra y también era consciente que apelar a denuncias y reclamos hacía el padre de la criatura sería inútil, ya que ciertamente era ella quien había cometido el error de involucrarse con un hombre casado y con hijos.

Sentada en el espacio destinado para el cuidado de las uñas la esperaba una impaciente señora Charris, cuya hija se casaba al día siguiente, tomó de la mesa principal el maletín con todos sus implementos de trabajo, mientras buscaba lo necesario para empezar, le alcanzo a su clienta una revista para que revisase el modelo que quería para sus uñas.

-¿Ya pensaste en que nombre le vas a poner a la criatura? - preguntó esta ojeando la revista.

-Aún no - respondió Gabriela atándose el cabello para iniciar con su trabajo.

-Si tu madre estuviese viva se sentiría avergonzada de la procedencia de ese pobre bebe, crecerá con el estigma de ser un bastardo.

-Seguramente su hija dañando matrimonios y dejando a esos pobres niños sin un padre es ejemplo de moralidad... pensándolo bien, ella y yo estamos al mismo nivel... ella quitándole el marido a otra y yo acostándome con el marido de otra. Dígale que nos encontremos un día de estos para compartir experiencias - respondió Gabriela, lanzando el maletín con todos los esmaltes sobre las piernas de una muy conmocionada señora Charris. Ese mismo día fue despedida de su trabajo.

En la noche del 7 de diciembre del año 1992, mientras las familias se reunían en los portones de sus casas celebrando la noche de velitas y el cielo se pintaba con coloridos juegos pirotécnicos, Gabriela pujaba desesperada en la sala de partos, desde el pasillo exterior llegaba la melodía de la canción "La Casa en el Aire" del compositor Rafael Escalona, a pesar del dolor que sentía, lograba escuchar con claridad la letra de la canción.

"...Voy a hacerte una casa en el aire
Solamente pa'que vivas tú
Después le pongo un letrero muy grande
De nubes blancas que diga Ada Luz
Después le pongo un letrero muy grande
De nubes blancas que diga Ada Luz..."

Ada's ChoiceWhere stories live. Discover now