siete

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La campana anuncia el fin de clases, sacando así al profesor de su asiento , para hacer la fila del tren que llevará a sus pequeños alumnos a la salida. Mia como todos los días, ha llegado antes hasta el profesor Han para poder sujetar su mano en el tren.

—Muy bien niños, maaanitas arriba. —Han alza las manos, sus alumnos imitan y comienzan a acomodar la fila. –Maaanitas al frente y-

—Disculpe, profesor. —Ryujin toca la puerta, abierta, llamando la atención del docente quien todavía mantiene los brazos al frente. —Está aquí la abuela de una alumna, solicita hablar con usted de inmediato.

Jisung asiente, bajando ambas manos a sus costados. —Ryujin va a llevarlos afuera, por favor sean amables.

El profesor se despide con una venia de sus alumnos, agradeciendo también a la asistente al pasar a su lado rumbo a la salida. Rumbo a la sala de espera, fuera de la dirección, revisa su teléfono y nota que faltan treinta minutos para las dos de la tarde y, no ha recibido ningún mensaje, ninguna llamada. No puede evitar sentirse angustiado, incluso un poco decepcionado aunque su corazón le dicte que no son más que imaginaciones suyas solamente, porque Minho no es como todos los idiotas que ha conocido antes, esos que prometen llamar, que obtienen uno o dos besos y después se van decepcionados de no sacar nada más de esa cita.

Al llegar a la sala de espera, una señora de edad madura, definitivamente menos de cincuenta años, con el cabello rubio oscuro que ya pinta algunos mechones plateados espera en el asiento del medio. 

—Buenas tardes, Jisung a sus ordenes. —El profesor se inclina y después, ofrece su mano derecha a la mujer que imita su gesto y la toma.

—Profesor, dígame Chungha.

Han asiente, educado, mientras termina de atar los cabos en su mente y de paso sintiéndose bastante tonto por el incidente del pasado.

—Señora Chungha, por favor dígame en qué puedo ayudarla.

Chungha le regala una sonrisa dulce. —He venido a recoger a mi nieta, Lee Mia, profesor.

—Por supuesto, puede llevársela. —Jisung corresponde esa sonrisa, indicando con una mano el camino hacia donde la pequeña será entregada. —Por aquí por favor...

El incómodo malestar en su estómago no se acaba, incluso incrementa al recibir a la madre de Minho por primera vez recogiendo a Mia. Han trata de mantener la calma, la compostura, pero siente que va a salir corriendo a buscar a Lee a la primera oportunidad y el largo pasillo hasta la salida no ayuda en nada.

Ryujin entrega a la pequeña con su abuela y el profesor las despide con una dulce sonrisa, sacudiendo su mano al igual que Mia, quien se marcha de la mano de Chungha.

—Dime por favor que no lo asustaste y ahora no quiere verte. —discretamente, Ryujin le susurra entre dientes, una vez todos los niños se han ido.

—Espero que no...

La puerta se cierra al salir el último alumno, dejando así el eco de sus risas y sus pasitos perdiéndose en la calle, un poco también las esperanzas de Han. Toma camino dentro del jardín de niños, dispuesto a tomar su mochila e irse a casa, pero el sonido de un claxon lo hace girar por inercia.

Y en ese momento, todo miedo parece desaparecer, sus hombros se sienten livianos cuando lo ve, ese pontiac negro que jamás estuvo más feliz de ver antes. Minho sale del auto, tan fresco como galante y le saluda desde lo lejos.

Jisung corresponde el saludo con una gran sonrisa cuadrada, le hace señas a Minho para que espere mientras busca su mochila y entra corriendo al salón a tomarla. Cuando regresa, segundos después, esa sonrisa sigue ahí, brillante y sincera.

•UN NOVIO PARA PAPÁ•━━☆゚minsungWhere stories live. Discover now