Quisiera ser aquella cálida brisa primaveral que descongele la nieve del frío invierno.
Un par de mejores amigos de la infancia que sin importar cuántas veces se separaban el destino los unía. Miyazono Yuko, una chica amable que siempre ve por el bi...
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-¡Tadaima!- se escuchó desde la puerta principal.
-¡Okaeri!- seis voces respondieron.
La primera en aparecer en su campo de visión fue Yuko, llevaba varios platos de comida en sus manos.
-¡Niños! Tienen toda una habitación destinada para el shōgi pero deciden jugarlo sobre el comedor.- escuchó cómo les reprendía con aquella tranquilidad característica. -Oh no Haruki, esa cara que pones no me convencerá... No, no.- Yamato quiso reír por como a su esposa parecía costarle resistirse a los chantajes del adolescente aunque no la culpaba, le pasaba lo mismo con Sakura. -¡Ah! Irremediables genes Ishida, no me puedo negar pero...- oh sí, ahí estaba su Yuko. -Cuando terminemos de comer jugaremos una partida, si te gano pondrás la mesa y la recogerás durante una semana.-
-Yuko es muy amable- la chillona voz de Lunamon llego a sus oídos mientras aparecía detrás de la ojiverde con una bandeja en la cabeza y tres platos encima de esta.
-Lunamon, te ayudo- el elegido de la amistad observo como su compañero Gabumon corría hacia la Digimon y le quitaba la bandeja de la cabeza y se adentraba al comedor.
-Trato.- escuchó a su hijo. "Oh, él no aprendía que así no se jugaba con su madre". Pensó el padre.
-Y Haruki es muy tonto- se escucho esta vez la voz de Tsunomon. Un quejido salió de los labios del rubio menor junto una risa de las mujeres de la casa y los Digimons.
El patriarca terminó de quitarse sus zapatos para así adentrarse por completo a la casa. Los mellizos de catorce años estaban sentados en la mesa discutiendo algo en voz baja mientras a sus lados respectivamente estaban Moonmon; la compañera de Sakura, y Tsunomon, el compañero de Haruki.
-Eso de ser investigador científico es estúpido Haru, no deberías hacerle caso al director...- las cejas del hombre su fruncieron ante las palabras de su hija, aunque en seguida borró el gesto, las risas de Yuko habían llegado a sus oídos.
-Sakura.- la mujer alargó la "a" en un tono medianamente severo. -Por más que me encuentre insatisfecha con la decisión de tu hermano, todos debemos respetarla. Haruki es un chico inteligente después de todo, razones inteligentes debe de tener detrás de todo esto.- finalizó acercándose a su esposo para besar suavemente sus labios.
Estaba confundido sí, pero aquel beso definitivamente le había sentado bien.
-¡Mamá!- la ex Miyazono rio por las quejas de su hija mientras volvía a la cocina. La mujer salió en minutos con una botella de sake, sirvió un vaso para su esposo tomando asiento al lado de él.
-Haruki quiere ser investigador científico.- soltó Sakura, el niño rodó los ojos por la insistencia de su hermana. -Ni si quiera te gusta la química o la ciencia Haru, es tu peor materia en el internado.-
-Qué molesta eres, Sakura.- masculló mientras movía una pieza en el tablero.
Esos niños jugaban shōgi hasta encima de los Digimon, era su pasatiempo favorito.-Haru cariño, sé que me respondiste a esto antes pero ¿A qué viene esa decisión? ¿El director Millward dijo algo?-
