Extra 1

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Sonrisas

Sonrisas

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El verano estaba en Odaiba, el calor como siempre daba a entender que eran vacaciones; los chicos solían salir a la playa a refrescarse y cada vez se acercaba más el final del verano y con el una de las actividades favoritas de Yuko.

Los festivales de verano, desde que tenía memoria se habían celebrado en el templo Suzuki, y ella siempre ayudaba a su tío a organizarlo, aunque esta vez le tocó a ella y su primo ser los encargados desde que Akito se había retirado; y como todos los años le emocionaba.

A los pequeños les emocionaba tambien, ir con sus primos y amigos al festival con sus pequeñas yukatas les fascinaba por lo que siempre ayudaban a su madre en lo que podían.

Y hablando de ellos. La mirada verde profunda de la mujer subió para verificar qué hacían. Estaba sentada en uno de los varios corredores de madera con unos documentos extendidos sobre una mesa, ser la encargada del templo no era del todo fácil. Cruzó sus piernas ingiriendo té con suavidad, volviendo a repasar el asunto que estaba manejando.

Los niños estaban bien.

Pasaron minutos de pequeños gritos, juegos, unas cuantas quejas hasta que se silenciaron. De pronto la ex Miyazono pudo sentir dos pares de manos jalando de su falda negra. Sus ojos dejaron las hojas de lado para enfocarse en sus mellizos, dos pares de preciosos ojos la veían con sentimiento de tristeza visible, más en la pequeña niña que resultaba ser su copia.

—¿Qué sucede parecito?— susurró inclinándose hasta dejar sus codos sobre sus piernas, su rostro estaba a la altura de sus dos niños.

En esos cuatro años la imagen de Yuko no había cambiado mucho, era una madre joven después de todo. Sus rasgos seguían siendo frescos pero con un toque más maduro. Había dejado el cabello corto, ahora lo llevaba por debajo de la cadera, ahora dos mechones de cabello teñidos en color plateado estaban perfectamente acomodados a los lados enmarcando su rostro elegantemente y su vestimenta seguía en aquellos tonos blancos, negros y grises que la caracterizaban.

Una falda de tela delgada y ligera color negro llegaba hasta sus tobillos, se ceñía perfectamente a sus caderas dejando un leve vuelo la parte baja, la parte superior de su cuerpo estaba cubierta por una blusa blanca estilo kimono y su cintura era decorada por un obi color gris proporcionando todo en delicadas curvas.El Ishida se consideraba a un bastardo con suerte.

—¿No le dirán a mamá?— insistió.

Haruki fue el primero en hablar.

—Se suponía que papá llegaba anoche ¿No es así? Él nos lo dijo antes de partir pero no ha llegado.— niño listo. —¿Le sucedió algo?—

—¿Ya no regresará?— le siguió Sakura. —¿Ya no nos quiere?—

Oh por la luna.

—Oh, vengan.— tomó a ambos infantes de cuatro años ubicándolos en su regazo.

—¿Recuerdan esa foto que tenemos su padre y yo de cuando éramos niños junto a nuestros amigos?— ambos niños asintieron. —Bueno, ellos desaparecieron hace algunos años, y su tio Izzy esta haciendo de todo para que los volvamos a ver, pero para eso necesita ayuda de papá— al ver las expresiones confundidas de los niños se evitó reír, no era momento. —Papá talvez no sea tan inteligente como su tío Izzy, su tío Willis o su tía Yuki, pero necesitan de él para que sea más sencillo e trabajo—

—Entonces ¿Incluso nuestro tío lo necesita?— cuestionó Sakura.

—Sí, por eso debemos comprender que si nosotros lo necesitamos, ellos lo hacen aún más y es por eso que debe ir a trabajar, ¿o a caso no quieren conocer a nuestros amigos digimons?— Observo con ternura como los ojos de sus pequeños se iluminaban ante la mención de sus amigos. Ambos infantes asientieron con emoción recibiendo una ligera sonrisa de su madre

—Entonces ¿Sí volverá?— fue Sakura, de nuevo.

—Sí lo hará, Sakura.— le respondió Haruki.—Papá es un hombre inteligente que puede escapar de cualquier embrollo solo para regresar con su parecito.— la mujer los volvió a dejar en el suelo riendo al verlos saltar en las piedras que rodeaban el pequeño estanque en su jardín trasero.

»──── « ❀ » ────«

—¡Tadaima!— ningún ruido se escuchó. Ni las dos vocecitas respondiendo energéticas o su esposa abrazándolo.

Eso era extraño, caminó hasta la sala con cautela dándose cuenta del por qué ¿Tanto así había perdido la noción del tiempo? Eran las cinco de la mañana, claramente ninguno estaba despierto aún.

—¿Eres tú, Yama-chan?— una voz somnolienta lo hizo girar, Yuko bajaba las escaleras con tranquilidad.

—Lo siento ¿Te desperté? No me di cuenta que era tan temprano.— se acercó a ella rodeándola con sus brazos, la Ishida recargó su rostro en su pecho suspirando satisfecha.

—No te lamentes, tenía unos minutos despierta cuando escuche la puerta abrirse, así que supuse que eras tu.— la mujer alzó la mirada inspeccionando a su esposo, debajo de sus ojos se observaban grandes ojeras, él lucía bastante cansado. —Ven a dormir, lo necesitas...— sin poder negarse, el hombre siguió a la castaña escaleras arriba.

Al llegar a la habitación únicamente sacó su chaqueta mientras mascullaba lo molesto que era sentirse así de cansado. Pudo escuchar a Yuko reír bajamente mientras ambos se acomodaban en la cama.

Definitivamente se sentía bien.

Dejó escapar un suspiro al mismo tiempo que la apegaba más a su pecho, sintiendo como la ahora Ishida se encargaba de besar desde su sien hasta su frente sin dejar de acariciar su cabello. Eran pequeños mimos que francamente adoraba después de algo tan cansado.

—Descansa, Jirafa.—

—Tú también, Luna.—

»──── « ❀ » ────«

—¡Mami!— un quejoso llamado se coló por debajo de la puerta de su habitación. La mujer fue la primera en enderezarse dispuesta a salir de la comodidad de la cama. Eran mellizos, la otra vocecita no tardaba en sumarse a las quejas.

—¡Mami!—Y ahí estaba, pero antes de que pudiera darse el impulso para ponerse de pie una mano la detuvo.

—Yo iré.—

—No Matt, debes descansar.— soltó preocupada. —A mí no me molesta cuidar de nuestros hijos.—

—Nuestros, así que yo iré Luna.— replicó con una sonrisa burlona. —Ni con los años dejas de ser tan problemática.—

—Y tú tan terco.—El Ishida sólo rio saliendo de su habitación. Los llamados desaparecieron, pasaron los minutos pero el rubio no volvió.

Dispuesta a ver qué sucedía la mujer salió haciendo su camino hasta la habitación de los niños, una sonrisita se formó en su rostro ante la imagen.

En una pequeña cama individual los tres Ishida se las habían ingeniado para acurrucarse, Sakura encima del pecho de su padre y Haruki abrazado a un costado. Los tres con unas sonrisas plasmadas en su calando rostros.

—Parece que Ikkun me tendrá hoy de segunda mano.— Susurró dispuesta a dejarlos así todo el resto del día si era necesario, eran tremendamente tiernos cuando querían.

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YukoMiyazono
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•21•10•2021•

Los extras serán pequeños capitulos sin orden cronológico.

Sin más que decir... Matane

🌸Brisa Primaveral🌸 {Yamato Ishida}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora