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Mientras Jade daba inicio a la primera aventura de tantas que fantaseaba por emprender, Philza alzaba el vuelo hacia otro pueblo luego de inspeccionar el tercero en el día.
Completamente agotador. Interrogó a cada persona, vendedor e incluso pidió información a los cuervos en esas zonas. Pero nada.
Nadie sabía nada de la pequeña niña que había encontrado llorando en el bosque.

Su viaje lo llevaba hacia el norte, así que pudo ver el ocaso de ese día. Faltaba poco para que el Sol empezara a ocultarse. «Si no encuentro nada sobre Jade aquí, continuaré mañana» Se propuso. A decir verdad, el haberse hallado a la pelirroja parecía casi como una casualidad abrumadora. Un simple cruce del destino.

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Estaba callado, tan callado. Estaba de pie frente a la lápida, esperando. No tenía muy en claro que, pero lo hacía. Y de nuevo vio el nombre grabado en la piedra.

KRISTIN M.

—Lamento molestarte tan seguido, amor —le dijo a la tumba—. Sabes mejor que nadie que no soy tan fuerte.

A inicios de aquella primavera, exactamente hace cinco meses. La mujer que amaba con toda el alma y le dio la maravillosa oportunidad de ser padre, había dejado este mundo. Nunca se supo la causa. No estaba enferma, nada de nada. . . Fue algo inesperado e incomprensible. Estuvo con ella. Hasta el último momento. Quería abrazarla en un desesperado intento por preservar su calor, mantenerla con vida, junto a él, unos instantes más. Lo peor vino cuando sus pequeños llegaron corriendo a la alcoba, atraídos por los gritos y lamentos de su padre. Phil era incapaz de olvidar como la desesperación deformaba sus facciones. Los gritos de Wil, el llanto de Tommy. Por sobre todo, nunca borraría de su memoria como los tres le suplicaron parar. Le rogaron detener su broma de mal gusto, como si de ese modo su madre fuera a despertar y los abrazara, disculpándose por asustarlos. Pero con que cara les dijo la verdad. . .
Kristin no iba a volver.

Fueron meses difíciles. Al inicio siempre venían los cuatro juntos a dar cuidado a su sepultura; Techno siempre le llevaba el mismo tipo de flores decoradas por un sencillo lazo de seda negra, cuatro lirios de araña rojos.
Eventualmente dejaron de venir. Cada uno procesó su duelo de forma y tiempo diferentes. Ahora solamente era él.

Las lágrimas se le terminaron hace tiempo.
Gritó hasta que sus pulmones se lo resintieron.
Sin embargo, el dolor seguía ahí. Fresco, punzante. Le quemaba de tal forma que pareciera que todo hubiera ocurrido ayer. Quería seguir adelante, DEBÍA seguir adelante. Al mismo tiempo, lo sentía imposible. Un tormento que Philza ya no podía sobrellevar.

—Nuestros hijos me necesitan. . . —Phil inhaló profundamente— Cariño, ya no puedo más. Ojalá siguieras aquí. Tu siempre sabias que hacer.  .  . Estoy perdido. . . ¿Qué debo hacer? ¿Puedes. . . decirme?

El silencio que acompañó aquel momento de tristeza e impotencia estaba cargado de significado. No pudo añadir más palabras y no esperó una respuesta que sabía que no habría.

Un sonido leve y lastimero, pero al mismo tiempo inesperado y siniestro, rompió la visión de Philza que tomó posesión de la pantalla mental del lector: el sonido de sollozos, a unos cuantos metros del elytrian.
Se alejó más allá del claro donde estaba la tumba, dejándola a sus espaldas. A su alrededor, hileras de árboles casi idénticos, con grandes ramas y hojas que proveían sombra a los viajeros. En torno a él, solo el rumor del viento en las copas, junto al repentino llanto. No había animales. Ni personas.
«¿Entonces qué es ese ruido?»
A unos cuantos árboles de distancia, observó a alguien sentado a las raíces de uno. Phil aflojó el paso al acercarse. Se apartó un mechón rubio de la frente, entornó los ojos y consiguió vislumbrar mejor a la persona. Era una niña, de no más de seis o siete años, con cabello rojizo anaranjado hasta el cuello. Estaba abrazando sus rodillas, escondiendo el rostro. Llevaba un vestido de tirantes y bolso de lado.
Triste era una forma de describirla. Asustada era otra.
Phil se quedó inmóvil, con la mirada tan fija en la cría que parecía que estaba en trance.

Ojos de cristal [RanbooxReader]Where stories live. Discover now