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Se despidió de Antfrost una última vez y caminó en dirección a su propio hogar.

Por lo general Bad siempre merodeaba por el SMP sin rumbo fijo, solo viendo a quien más podía ayudar en cada ocasión ya fuera en construcciones, recolección, encantamientos, etc. En éste caso a quien se topó fue a Antfrost. El felino tuvo la suerte de que el de capucha anduviera cerca cuando se halló en aprietos mientras minaba algunas esmeraldas. El tiempo pasó volando para ambos en la mina, cuando salieron ya estaba ocultándose el Sol y negras nubes de lluvia amenazaban el cielo. La noche era peligrosa —sobre todo las noches de tormenta— aún sabiéndose defender, así que optaron por apresurarse a regresar cada uno a su casa.

Había sido un día regular.

—Skeppy —saludó al llegar a la mansión que compartía con el golem de diamante.

—Hola, Bad —corresponde su saludo, sin apartar la mirada del contenido burbujeante del caldero en la chimenea—, ¿Qué tal el día?

—Normal. Solo fui a comerciar algunos libros y ayude a Ant a minar esmeraldas, ¿que hay de ti? —sacó de su bolsa tres libros encantados para almacenarlos en su cofre correspondiente.

—Nada que reportar. Ahora mismo solo espero a que este lista esta sopa de conejo.

—¿Donde está. . .

—Su habitación —Skeppy contestó con un tono que Bad reconoció.

—¿Pasó de nuevo? —masajeó su sien cuando vio que la respuesta de Skeppy era afirmativa. Suspiró profundo desviando su caminar a la segunda planta y dejando a su mejor amigo solo en la sala.

Caminó por las habitaciones hasta llegar a la correcta. Escuchó ligeros sollozos al otro lado de la puerta aumentando más su preocupación inicial. Tocó tres veces, entonces la voz de un niño habló desde adentro:

—Vete. . .

—Sapnap, soy yo —habló con calma y suavidad—. Hijo, ¿puedo pasar?

—¿P-Papá? —pequeños pasos repiquetearon en el suelo de mármol, luego la puerta se abrió.

El pequeño azabache corrió hacia Bad que ya lo esperaba con los brazos abiertos. Abrazó a su pequeño con firmeza, Sapnap aferró sus manos a su camisa llorando con el rostro hundido en su pecho. Palabras como "todo está bien" o "todo saldrá bien" acunaron al retoño del demonio haciendo su llanto más pausado. Bad mantuvo su posición en el suelo sin dejar de sostener a Sapnap, esperando paciente a que se calmara.

—No quise hacerlo. . . —dijo, el sonido de su voz se ahogaba al hablar contra el ropaje del mayor—. Papá, yo no quería lastimarlo. . .

—Yo se que no, Sapnap —reafirmó sin perder tranquilidad.

—Solo jugábamos a la pelota y. . . Dream me la pidió, entonces yo se la di. . . Pero. . .

—Sh, esta bien. No sigas si no quieres.

—No quería incendiar la pelota. . . No quería lastimar sus manos, papá. . . Seguro ahora me odia. . . —el ser de sombras acarició los cabellos de su niño para darle conforte.

Ya eran varias las ocasiones donde su retoño llegaba directo a encerrarse a su alcoba, llorando por algún accidente que hubiera tenido con su mitad blaze.

Ser un híbrido de blaze sonaría genial para algunas personas, excepto cuando de verdad eres uno. Los blaze son criaturas bien conocidas por habitar en las fortalezas del Nether, acechando para tomar a los incautos por sorpresa con sus llamaradas. Codiciados por las varas que conforman su cuerpo son cazados por varios expertos para alquimizar pociones con ellas, eso incluía la piel de los raros híbridos que surgían de la cruza con otra raza diferente a la suya. Así fue exactamente como el azabache había terminado con él. Por pura casualidad el viejo equipo de rebeldes que lideraba había detenido a varios cazadores y traficantes de híbridos, entre todas las mercancías ilegales (véase como cajas de shulker o las famosas alas de elytrian) se hallaba un híbrido de blaze, separado de su mamá con solo un año de vida. Bad no dudó en llevarse a aquel pequeño con ellos y criarlo como si fuera suyo.

Ojos de cristal [RanbooxReader]Where stories live. Discover now