—Mentiroso. —me muerdo el labio inferior no pudiendo retener una sonrisa.

—¿Porqué mentiría? —captura mi labio inferior con sus dientes y tira de este.

—No juegue conmigo, señor Horan... —susurro en un tono juguetón acariciando su mejilla con los dedos.

Sin embargo, nuestro juego se ve interrumpido ante el llamado y tintineo incesante de su móvil.

Él intenta ignorarlo tomándome por la cintura, perdiéndose en mi boca... pero el sonido me distrae y no me deja concentrar.

—Joder —rumia separándose para tomar la llamada.

Es lindo cuando se enoja. —¿Si?... —frunce el ceño—, estoy ocupado. —contesta tajante pegandome a su cuerpo con la mano puesta sobre mi espalda baja— ¿Ah si? Pues dile que se meta sus afirmaciones por el culo, estoy ocupado dije, no me pases más llamadas o cuando llegue voy y te corto las bolas con las cadenas del estacionamiento, tu dirás. —cuelga y avienta el celular a la cama regresando a mis labios. Hay furia plasmada en sus besos duros y posesivos.

Me gusta... pero también me intriga saber de que se trata el coraje.

—¿Todo bien? —me acorrala contra la pared.

—Ahora si. —sus besos son tan deliciosamente asfixiantes, ninguno respira lo suficientemente bien como para canalizar la fuerza y medida con la que comienza a desvestirme otra vez.
Una nueva erección yace dentro de su pantalón, misma a la cual no me niego a tocar.

Desde ayer he querido probarla y esta será mi oportunidad. 

Coloco las manos sobre sus pectorales y lo empujo de modo que nuestros cuerpos cambian de posición. Él es quien está ahora contra la pared, con la cadera apoyada del pequeño escritorio y las manos tomadas ligeramente a los bordes de este. Observa cómo desciendo hasta arrodillarme... y no precisamente para rezarle a los santos apóstoles.

Le abro la bragueta del pantalón y bajo de una la licra oscura del bóxer liberando aquella potente erección que salta en mi dirección luciendo tan apetitosa como siempre. El simple hecho de tenerla a centímetros de mi rostro, me humedece la entrepierna.

La tomo con mi mano dominante, esparciendo sobre el glande los juguitos mágicos que suelta. Se estremece ante la caricia de mi pulgar sobre la corona, está ansioso, rabioso y excitado.

No puede existir mejor combinación.

Lo introduzco lentamente cuando mi paladar comienza a pedirla a gritos.

Y lo hago hasta el fondo.

Le gusta desquitar las frustraciones follandome el coño o la boca, entonces le voy a dar lo que quiere.

Su tamaño es demasiado para mi pero aquello no me impide aguantarsela toda, incluso cuando se hunde hasta el final de mi garganta y logro mi cometido haciéndolo jadear y sin tener arcadas.

Vamos muy bien.

Contraigo el abdomen para evitarlas al momento se sacarla y comenzar con la función.

Al principio todo es lento y sutil, doy caricias suaves con mi lengua, ejerzo presión con mis labios e incluso uso ligeramente los dientes al momento de sacarlo, lo cual lo hace echar ma cabeza hacia atrás y gruñir.

Poco a poco, su mano se adueña de los movimientos, empuñando mi cabello y comenzando a follarme la boca como le gusta.

La recibo gustosa, pues el manjar indiscutiblemente me satisface.

Aflojó el agarre, quizás pensando que necesitaría tomar un poco de aire pero lo cierto era que eso me importaba muy poco pues la técnica es lo esencial. Por el contrario, la hundí más en mi boca, obligándolo a soltar una maldición.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt