Dopamina

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El cerebro humano es un órgano que a opinión personal se le otorga muy poco crédito, siempre es todas las películas se le da el protagonismo al corazón, siempre todas las decisiones tienen que ser impulsadas por el corazón, de otra forma estas son consideradas frívolas y sin empatía; pero más incorrecta suposición no puede existir, si nos ponemos a reflexionar por un segundo es correcto asumir que el cerebro es por si solo la empático, puesto que en su misma naturaleza química rige la moral del humano, puesto que las emociones no nacen del corazón si no que es el mismo cerebro que las produce y le da redirección al resto del cuerpo. Podemos incluso ir mas allá y suponer que el ser humano no es un cuerpo por sí mismo, ni ningún otro mamífero o criatura poseedora de un cerebro, puesto que aunque el cuerpo esta interconectado para poder ser utilizado, todo lo que nos vuelve entero existe en el cerebro, como un pequeño centro de navegación o una cabina de control.

El Doctor Percival era un visionario sobre estas ideas en su pueblo natal, se le llego a considerar un filósofo, un ídolo de la biología moderna, y fue enviado a la capital para poder realizar investigaciones a más profundidad sobre sus teorías de la naturaleza humana desde un punto de vista más sensato y menos "sentimentalista", poco tiempo paso después de estar en las grandes ciudades para darse cuenta que sus ideas no eran tan únicas, así que decidió estudiar a más profundidad no con un trasfondo filosófico u existencialista, si no con un propósito médico. Tras unos años, al haberse graduado había realizado su tesis final, "El elixir de la felicidad" contaba toda su investigación sobre el cerebro humano y su capacidad de generar sentimientos y juicios a base de meros componentes químicos, en esta misma tesis defendía su posición sobre la posibilidad de extraer estos mismos componentes para poder aplicarlos a otros humanos como si de un tratamiento de receta se tratara. Esta tesis fue rechazada por varios profesionales de su institución y tuvo que ser replanteada para poder ser validada, sin embargo el doctor se mantuvo estoico a su hipótesis y se veía altamente inclinado a la experimentación como para detenerse.

Hoy se cumple un año desde que me he dedicado a ayudar al doctor con su trabajo, originalmente fui contratado como un simple limpiador de un pequeño consultorio ubicado en el centro de Odaceri, medio turno y una paga sorprendentemente buena; pero una noche me quede lavando los baños de la instalación y a mi desgraciada suerte encontré al doctor Percival realizando cirugía a un hombre en una de las salas, en aquel entonces por mi mente paso solo lo peor, rece rápidamente para que mi alma se fuera al cielo una vez que fuera asesinado por mi perturbación y por unos segundos jure haber escuchado la melodía de un arpa tocar en el cielo; sin embargo el doctor fue razonable, pues es un hombre de ciencia, y me conto sobre sus experimentos a profundidad mientras jugueteaba con el cerebro del hombre inconsciente en la mesa, al final de su explicación me ofreció un trato, mi silencio a cambio de un puesto de farmacéutico y un salario mucho mejor que el que ya poseía. Aun a pesar de las dudas que pasaron por mi mente, realmente nunca fui alguien de valores realmente estructurados o inspirados en una moral civil, así que acepte.

El "negocio" que corría el doctor se basaba en su tesis original, después de que su tesis había sido rechazada decidió hacer los experimentos que el mismo había formulado paso a paso, los sujetos de prueba eran indigentes de zonas alejadas de la capital, unos atraídos por el dinero que ofrecía y otros por ciertos productos que conseguía para que cooperaran; mediante prueba y error fue consiguiendo resultados cada vez más acercados a lo que planteaba originalmente, él cuenta que un 25 de Diciembre cuando realizaba una operación y cenaba un plato de pavo para celebrar logro finalmente su cometido, nada más y nada menos que un jugoso químico cerebral superior a cualquier tipo de antidepresivo, analgésico o medicina moderna; un frasco de "felicidad" pura. Aparentemente el olor de su cena navideña fue el detonante para que el cerebro produjera el químico de forma inconsciente, así que siguió exponiendo estimulantes a otros pacientes, todos lograron la misma cantidad de producto y de la misma calidad tan perfecta que él esperaba. Como cualquier buen científico él fue el primero en probarla para ver su eficacia, primero exponiéndose a un producto con el resultado opuesto a lo que necesitaba, generándole tristeza, y luego aplicándose un frasco de "felicidad", el cambio – según lo describe el doctor – fue "vigorizante, repentino y en extremo satisfactorio" la tristeza desapareció rápidamente de sus ojos y la felicidad cubría su cuerpo de forma antinatural, casi como la bipolaridad misma. El segundo sujeto de prueba fue una mujer embarazada que llego a la oficina del doctor unas semanas después, con toda la apatía del mundo y seguro de sí mismo le aplico otro frasco a la mujer, diciendo que era un remedio para el dolor y las noches de insomnio; la mujer resulto encantada inmediatamente y el dolor no solo había desaparecido si no que su amor por el niño que crecía dentro de ella se había vuelto a avivar, esta última prueba resulto ser bastante conclusa a sus experimentos y con la seguridad de prueba en seres humanos empezó a buscar como capturar más emociones.

A día de hoy el repertorio que tiene es impresionante, felicidad, tristeza, enojo, lujuria, confianza, todo lo que el ser humano escasea y solo es posible de obtener pocas ocasiones en la vida se encontraba perfectamente encapsulado en pequeños frascos listos para ser aplicados y/o vendidos a compradores desesperados por "sentir" nuevamente; la venta de estos productos se volvió tanta que el doctor decidió abrir otro consultorio al otro lado de la ciudad, además de entrenar a otros doctores para que pudiesen extraer los químicos ellos mismos. La extracción dejo de ser únicamente en gente sin hogar y comenzó a ser un negocio de donación e intercambio, varias personas llegaba con fuertes ataques de ira, ansiedad, forzándose a sentir de alguna forma para poder intercambiar su químico por otro que lo remplazase.

El único que nunca más volvió a aplicarse un frasco fue el doctor Percival, alguna vez lo cuestione sobre ello, y me respondió: "Aquella vez, fui el primero en probar la felicidad en un frasco, la felicidad inmediata, y aquello por si solo me lleno de tanta emoción y alegría que llegue a pensar que el efecto del frasco era permanente. Por eso no lo probé en ti, sentí... temor. Pero ese mismo sentimiento me hizo recobrar la razón, el miedo me hizo darme cuenta que no estaba condenado a ser feliz toda mi vida; y entonces replantee mi motivación, este trabajo nunca fue para ayudarme a comprender el cerebro humano, si no para saber que necesitaban los demás. Viví tanto tiempo al lado de personas que ocultaban su verdad detrás de cortinas tan finas que aunque pudiera notar lo que eran, ellos mismos negaban su propia naturaleza; ahora los veo, doctores, estudiantes, mis propios profesores cayeron en la necesidad de sentir algo que ellos mismos no pueden proporcionarse.

Son miserables por naturaleza, pero en vez de buscar una forma de solucionarlo, me buscan a mí. Me he vuelto la respuesta rápida a todos los problemas, me he tornado algo más allá de la filosofía y la bioquímica; me he vuelto mi propio frasco de felicidad. Aquella vez que provee mi propio producto, no es comparable a todas las veces que he visto a gente derrotada a mis pies rogando que les elimine su tristeza y la reemplace por felicidad, con unas simples palabras, un poco de dolor y una ciega fe. ¿Crees que así se sienta la iglesia? ¿Crees que así se sienta, Dios? Lo que siento, es tan verdadero, que todo lo demás parece sintético, quizás, al final, debería ser el único que se sienta así." El único que sea real. 

Relatos Dulces como Chocolate OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora