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Tía!-exclamó preocupada una niña de cabello dorado como el oro y ojos verde manzana mientras se acercaba empujando a la gente que se amontonaba alrededor de la mujer para poder llegar hasta ella.

-Annie-dijo en un hilillo de voz la mujer.

Los ojos de la niña rápidamente comenzaron a cristalizarse, no entendía está situación como era posible que su tía este tirada en el suelo gritando de dolor cuando unos instantes atrás estaba feliz por la llegada de nuevas frutas para su puesto.

-¿Eres su familiar no?-preguntó velozmente Roseanne, necesitaba de su ayuda para poder transladar a la mujer al hospital que se encontraba a unas cuadras de ahí.

La niña sólo se limitó a asentir dudosamente a la pregunta de aquella joven desconocida.

-Soy Dra, así que puedo ayudar a tu tía pero para eso necesito de tu ayuda,¿Está bien?

Está vez la niña asintió con mucha determinación, mientras ella pudiera ayudar al único familiar que aún tenía, podría hacer todo lo que le pidieran.

-Necesito que me ayudes a transladarla al hospital-dijo Rosé, tal vez lo que estaba pidiendo era mucho para una niña, pero esa niña parecía la única que estaba dispuesta a ayudar a diferencia de toda esa gente amontonada.

-Podemos llevarla en la carreta de la fruta-respondió la niña para segundos después tomar la mano de Rosé y arrastrarla a la parte de atrás del puesto de frutas.

En ese baldío se encontraba una vieja pero gran carreta.

"Perfecta"

-¿Y los caballos?-preguntó Rosé a la niña, la cual rápidamente bajo la cabeza sin responder.

Ellos no tenían caballos, ya que mantenerlos requería de espacio y dinero cosa que no tenían demasiado, vivían en una pequeña casa cuesta abajo de su puesto de frutas y el dinero apenas les alcanzaba para surtir el puesto y los gastos básicos, por lo cual una vez cerraban el puesto cargaban las cajas de frutas y las metían en la carreta que su tía llevaba y traía todos los días para evitar que les robaran la fruta.

-No tenemos señorita, lo siento-respondió con impotencia la niña, jamás se había quejado de lo que tenía porque sabía que había personas en situaciones peores, pero ahora realmente le molestaba ser pobre, por su pobreza tal vez su tía muera.

Nuevamente los ojos de la niña se cristalizaron al pensar que tal cosa podría ser posible, pero antes que siquiera las lágrimas pudieran asomarse se vieron en la obligación de retroceder al ver como aquella joven agarraba los extremos de la carroza y comenzaba a empujarla en dirección a su tía.

La joven de ojos fucsia mentiría si dijera que la carroza no le pesaba, si estuviera en el cuerpo de Yang-mi lo toleraria más ya que en Corea iba al gimnasio por lo cual tenía mejor condición física pero para el delgado y débil cuerpo de Roseanne era demasiado, pero aún así no se rendiría había una paciente que la necesita.

Una vez llegó donde la mujer, buscó algo que pudiera usar como camilla para subirla a la carroza, notando que dentro de la misma había una manta la cual agarró y la desplegado en el suelo, ahora el siguiente paso era mudarla a la manta, debía hacerlo rápido pero delicadamente, ya que no sabía cuan avanzada estaba la apendicitis y cualquier movimiento en falso podría ser letal, pero el problema es que no podía hacerlo sola.

Annette corrió en dirección a la joven notando que tenía problemas para subir a su tía en la carroza.

"Debo hacer algo"

En eso se le vino una idea a la cabeza y rápidamente se puso en medio de toda esa gente.

-, tú y ustedes dos me ayudarán a transladar a mi tía al hospital, entonces con eso quedará saldada la deuda de la fruta que tienen-ordenó aquella niña, ojalá una vez su tía estuviera mejor no la regañara por tal acción, necesitaban el dinero pero si su tía fallecía ni todo el dinero de este reino tenían importancia.

Al oír aquello los susodichos que eran dos mujeres y dos hombres rápidamente se acercaron a Roseanne, la cual sin perder más tiempo comenzó a dar indicaciones de como debían sostener la manta y al paciente logrando así meter a la mujer en la carroza.

Roseanne se colocó a uno de los extremos de la carroza y ordenó a las otras personas a qué lo hicieran también, al no tener caballos ellos mismos lo moverían hasta el hospital que estaba cuesta arriba.

-¡Espere señorita!, Yo también voy- dijo Annette.

-Entonces sube con ella y sostén su mano mientras la ayudas a respirar adecuadamente-ordenó Rosé, haciendo que velozmente la niña se subiera en la carroza comenzando así el viaje hasta el hospital.

"Resiste tía, no me dejes tú también, aún no logramos hacer nada de nuestra lista"

Una vez llegaron al hospital la primera en ingresar fue Roseanne.

-¡Una emergencia, traigan una camilla!

Pero para la sorpresa o mejor el disgusto de dicha joven, dentro del recinto solo se encontraban tres enfermeros que ni se inmutaron por lo que acababa de decir.

"¡Qué demonios!"

Aunque deseara reprenderlos no podía hacer esperar más al paciente, afortunadamente había una camilla de madera con ruedas en ese pasillo y a pesar de las protestas de esos jóvenes salió con ella en dirección a la mujer y con ayuda de los aldeanos la traspaso a la camilla y ingresó al hospital seguido de la niña de ojos verde manzana.

A pesar de los intentos de los jóvenes por evitar que Rosé entrara en la sala de emergencias no sirvió de nada, ocasionando que en esa parte del hospital comenzará una pelea entre esos tres enfermeros y Rosé.

Ya les dije la señora necesita una intervención quirúrgica cuanto antes, así que salgan de mi camino y vayan a prepárense para ayudar en ella—dijo en un tono impaciente la joven, realmente no lograba entender como siendo enfermeros estén tan obstinados en detenerla.

Y nosotros ya le dijimos que no podemos mientras el Dr Raphael no lo apruebe—dijo desinteresadamente uno de los jóvenes.

—¡Ahhh!

Un grito de dolor que se escapó de parte de la mujer fue capaz de detener otra posible pelea entre ambos bandos, está acción logro cabrear aún más a Roseanne, ser una doctora, tener a un paciente agonizando de dolor en frente tuyo dentro de un hospital y que no te dejen atenderlo era algo tan absurdo y molesto para ella.

Pero antes que otra protesta pudiera salir de los labios de Rosé una fría y autoritaria voz la interrumpió.

—¿Qué está sucediendo aquí?

《Está vez no buscaré el amor》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora