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-¿Tú te encargas de monitorear a los pacientes?-pregunto Roseanne.

Yvonne respondió afirmativamente con la cabeza, realmente ella se encargaba de hacer muchas cosas ahí ya que a pesar de que había varios personales no a muchos les interesaba hacer algo o no sabían cómo hacerlo ya que eran simples plebeyos sin mucho conocimiento.

-Esa mujer volverá a despertar dentro de algunas horas, debido a los efectos secundarios de la anestesia lo más probable es que sienta náuseas así que ten preparada una cubeta al lado de su cama, pregúntale si siente dolor si es así aplícale un analgésico, que no realice movimientos bruscos y por último monitorea la herida para evitar que se abra-termino de decir Rosé, ante la perpleja mirada de la joven de ojos ámbar.

Realmente se notaba que está joven sabía de lo que hablaba, inevitablemente por un momento creyó que se trataba de la doctora Lea debido a su gran conocimiento, era como si la señorita ya hubiera realizado este tipo de procedimientos muchas veces.

"La señorita Rosé es una genio"

-Está bien señorita-afirmó Yvonne mientras veía como la joven se despedía de ella y salía de la sala de emergencias.

Si fuera por Roseanne realmente se habría quedado en el hospital y monitorear ella misma a la paciente pero no podía, así que inevitablemente le pidió a aquella joven que lo hiciera porque después de la doctora Lea era la única persona en ese hospital que si parecía interesarle hacer bien su trabajo.

"Que frustrante"

Señorita!-una suave e infantil voz saco a la peli rosa de sus pensamientos-Señorita cómo se encuentra mi tía, una señorita de ojos ámbar me dijo que como soy pequeña no puedo pasar a verla ni tampoco puedo quedarme a cuidarla-dijo Annette mientras sus ojos rojos por haber derramado lágrimas volvían a llenarse de agua.

-Tu tía se encuentra bien se levantó unos instantes para beber un poco de agua y luego nuevamente volvió a descansar-informo a la niña Rosé-Y lo que la señorita te dijo es verdad aún eres menor de edad y las políticas del hospital prohíben que un menor que no sea paciente del recinto se quede en el lugar.

-¿Entonces que debería hacer?-pregunto en un susurro la niña pero más bien la pregunta iba dirigida más para si misma que para Roseanne.

Sólo tenía díez años y como esperaban que resolviera una situación así, después de su tía no tenía a otra persona que pudiera ayudarla además debía ver como conseguir dinero para pagar los gastos médicos sino seguro aquel hombre echaría sin piedad a su tía a la calle.

Pero no podía permitir que la desesperación la consumieran, eso era algo que iba en contra de lo que su tía le había enseñado, así que se obligo a tragarse cualquier rastro de llanto mientras velozmente salía del hospital y comenzaba a intentar llevar la vieja y enorme carreta de fruta de su tía a su puesto.

La repentina y extraña acción de la niña alarmó a Roseanne así que instintivamente la siguió, dándose cuenta de lo que intentaba hacer por lo que se apresuró a ayudarla.

Anette no protestó cuando comenzó a recibir la ayuda de Rosé en cambio estaba muy agradecida, debido a que el hospital se encontraba cuesta arriba y el puesto de fruta cuesta abajo llevar la carreta fue muy rápido.

Pero lo que vio al llegar al puesto de fruta dejó a la niña en un shock total.

"¡No puede ser!"

El puesto se encontraba completamente vacío habían robado hasta la última uva, debido al impacto que le genero la situación de salud de su tía la siguió sin siquiera cerciorarse de que había cerrado la frutería.

Ahora que haría, su plan inicial era poder vender las frutas y con el dinero pagar los gastos del hospital, inclusive los ahorros que tenía su tía que no eran muchos se usaron para invertir en el puesto por lo tanto su cuenta estaba en cero.

Y está vez Annette si dejo caer su llanto todo ante la atenta mirada de Roseanne la cual se encontraba en un dilema de que hacer, no podía simplemente dejar a está niña tirada a su suerte.

Para cuando la niña dejo de llorar lo cual tomo bastante tiempo el sol ya comenzaba a ocultarse dando paso a un hermoso cielo naranja con matizes rojos, la susodicha se levantó abruptamente de donde estaba llorando y comenzó a caminar cuesta abajo del puesto de frutas seguida de Rosé.

Una vez la niña se detuvo en una casa vieja y casi en ruinas fue cuando se atrevió a posar sus ojos en dirección a la joven de ojos fucsia.

-Señorita agradezco de todo corazón su ayuda, pero a partir de aquí puedo arreglarmelas sola-dijo en un tono serio la niña tratando de tomar una actitud valiente pero no era lo mismo que sus temerosos ojos reflejaban.

El lugar quedó impregnado de un silencio sepulcral que tenían a Rosé cuestionandose en que debería hacer, no podía dejar a está niña pasar la noche sola en este lugar que estaba considerablemente apartado de la calle principal, sumado a eso asaltaron su puesto de frutas y que no le garantizaba que quisieran hacer lo mismo pero está vez en su hogar.

-¿No tienes a ningún otro familiar o conocido con el que puedas estar?-preguntó Rosé a la niña, la cual sólo se limitó a negar con la cabeza-¿No te gustaría venir conmigo?

Sabía que como doctora estaba sobrepasando sus límites, ya que una de las reglas vitales de los doctores era no involucrarse en la vida personal de los pacientes a modo de evitar problemas innecesarios, pero dejando su profesión de lado como podía hacer de la vista gorda ante una persona que necesita de ayuda además está era la única solución que encontraba, debido a los rumores que circulaban sobre ella no tenía amigos ni conocidos que estén dispuestos a hacerse cargo de la niña.

Anette quedó completamente sorprendida ante la petición de la joven, a pesar de que su tía le había advertido que jamás aceptará nada de desconocidos y mucho menos acompañarlos a alguna parte ante sus ojos está joven no parecía una mala persona, ella le dijo que era doctora y por lo que pudo notar no le mintió además que beneficio obtendría de una niña pobre como ella.

-Está bien señorita, pero por favor espéreme un momento-respondió la niña mientras ingresaba a la casa y salía de la misma velozmente pero está vez con una gastada muñeca en sus brazos-Ahora si podemos irnos-dijo para comenzar así su camita hasta la casa de Rosé.






《Está vez no buscaré el amor》Onde histórias criam vida. Descubra agora