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Sin darse cuenta sus ojos se llenaron de lágrimas que como gotas de lluvia caían al suelo.

-¡Rach!-grito preocupada su madre no sólo al persibir las lágrimas de su hija sino también al ver que de sus manos brotaba sangre al estar apretandolas fuertemente clavándose así las uñas.

Pero la joven hizo oídos sordos a las preocupaciones de su madre.

En cambio sintió una sensación completamente nueva en todo su ser, una sensación de repulsión a la preocupación que le daban, la misma por la que su hermana Roseanne suplicaba sin piedad pero no la escuchaban y en cambio a ella se la daban sin medidas.

-¡Nadie más que ustedes son los seres despreciables!-gritó la joven mientras corría a su habitación y se encerraba en ella-¡Déjenme sola!

Pesadamente se dejó caer contra la puerta escuchando todo el alboroto que hacían su madre y hermanos intentando entrar, pero todo eso acabo una vez su padre dió la orden de dejarla en paz.

El lugar quedó momentáneamente sumergido en un silencio que fácilmente fue quebrado por el llanto de la joven.

La rabia que la invadía era algo que jamás había experimentado antes, pero ahora lo sentía arder tan vigorosamente por todo su ser, esa rabia iba dirigida a ella misma.

"Eres una estúpida Rachelle"

Pero su rabia jamás se compararía con la que su hermana Roseanne cargaba con ella, la rabia de no ser tomada en cuenta, de ser humillada e inculpada un sin fin de veces, la rabia de sentir que un ser tan insignificante como ella le arrebataba todo el amor que ansiaba.

Si antes sólo se podían escuchar unos leves llantos en ese cuarto ahora eran unos ensordecedores gritos.

Cuantas veces su hermana tuvo que llorar en secreto sus penas, aguantar su sufrimiento al ser aislada todo el tiempo por sus hermanos, ser repudiada por su padre, ignorada por su prometido y humillada por los aristocrátas.

Y todo eso por su culpa porque ya sea directa o indirectamente siempre terminaban por culpar a su hermana de cosas que tenían que ver con ella, y como la gran cobarde que era no podía decir nada porque temía herir a más personas cuando lo único que generaba era que todo el castigo recayera en su inocente hermana Roseanne.

Una de las tantas pruebas de su gran cobardía fue cuando no pudo ser capaz de decir que su hermana no había hurtado el brazalete de Lady Marianne la prometida de su hermano Máximo y que todo nada más había sido una gran mentira creada por la misma para perjudicar a Rosé.

Flash Back

Hasta donde llega tu envidia Roseanne, teniendo tantas joyas te a través a robar la que le regalé a Marie!-gritó colérico Máximo.

-Esto es un malentendido- trató de explicar la joven de ojos jade-¡Rachelle tú sabes lo que realmente paso vamos dilo!-gritó Rosé en dirección a la joven de ojos morados.

-Mmm...y..yo- tartamudeo la joven de ojos morados tratando de explicar lo que pasó, pero sus ojos se encontraron con la intimidante y amenazadora mirada de Lady Marianne, a lo que solo pudo bajar la cabeza y quedarse callada.

-¡Es suficiente Roseanne!, Deja de inculpar a gente inocente de tus arrebatos egoístas-cuestionó el joven de cabello blanco a medida que agarraba fuertemente la muñeca de Rosé y la arrastraba al interior de la mansión-Ya que no eres capaz de ser honesta conmigo, veremos si no lo eres con el Duque.

Antes de ingresar completamente en la mansión su hermana le dirigió una mirada llena de odio.

Fin del Flash Back

Y esa fue solo una de las tantas veces que había sido una cobarde y su hermana pagaba las consecuencias.

Ahhh!-gritó del dolor la joven.

Nuevamente esos recuerdos de su primera vida que ella quería creer que solo se trataban de una pesadilla la atormentaban al igual que esos sentimientos de impotencia de no haber hecho nada ocasionando que su cabeza le comience a martillar.

Torpemente la joven comenzó a levantarse y caminar en dirección a su cama, pero poco a poco empezó a sentir sus piernas entumecidas y como todo se volvía cada vez más borroso.

-Her...ma...na-susurro la joven antes de desplomarse en el suelo.

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-Hemos llegado-informó el cochero a las mujeres que estaban dentro del carruaje.

La primera en salir fue Lina quien ayudo a la señora Merry a bajar y disponerse a bajar sus equipajes, para finalmente ser la blonda la última en salir del carruaje para que este unos instantes después emprenda su camino de regreso a la mansión.

Las concurridas calles del centro de la ciudad donde ahora se encontraban que siempre suelen estar llenas de personas en este momento se encontraban casi vacías.

Ocasionando la preocupación de la señora Merry al no saber donde pasarían la noche o que sería de ellas.

"A pesar de todo confío en mi niña"

-Siganme- dijo tranquilamente Rosé mientras comenzaba a caminar, siendo seguida rápidamente por las dos mujeres que la acompañaban.

A medida que caminaban podían observar como los faroles de la ciudad se empezaban a encender debido a la oscuridad de la noche que se avecinaba.

Después de caminar unos cuantos minutos la joven blonda se detuvo en un vecindario de casas de alquiler.

Afortunadamente en este mundo no solo existen holetes y salones de alquiler sino que también casas.

Ese día que había ido a tomar el té con la emperatriz también lo aprovecho para vender sus joyas y tener dinero para alquilar un lugar donde quedarse una vez saliera de la mansión.

-A partir de ahora viviremos aquí-dijo Rosé mientras comenzaba a abrir la puerta de una de las casas de ese vecindario.

La sorpresa de ambas mujeres no pudo evitar ser plasmadas en sus rostros, a pesar que esa casa no era ni la mitad de grande que la mansión Ducal, se veía tan pintoresca y acogedora.

Al ingresar a dentro vieron que el interior se encontraba completamente amueblado y no era tan pequeño como parecía, en el primer piso había una sala, cocina comedor y un baño mientras que en el segundo piso dos habitaciones con sus respectivos baños y un estudio, además contaba con un pequeño jardín trasero en síntesis era una casa perfecta.

-¿Y entonces que les parece la casa?-preguntó Roseanne.




《Está vez no buscaré el amor》Where stories live. Discover now