Taylor me llamó ayer, diciendo que estaban en casa de los Ballard. Que ella necesitaba un par de cosas y que no tardó demasiado pero cuando salió, lucía bastante mal y afectada.
Por supuesto que no me quedé con la duda y con tan solo hacer un par de llamadas, supe el motivo principal de su desdén.

Después la llamada de Francisca, le pedí que la vigilara y que se asegurara de tenerla cómoda, darle lo que ella quisiera en mi ausencia. Sin embargo, me dejó mucho peor el tono tan preocupado de mi ama de llaves, repitiendo lo mismo de hace un rato.

No pude venir enseguida pues estaba cerrando tratos y negocios importantes a futuro. Primero debía concentrarme en ello y después preocuparme pero ahora me arrepiento.

Aquello sucedió ayer por la tarde, han pasado más de veinticuatro horas desde entonces...

Camino a toda prisa bajando hasta quedar a su altura. Pongo mi mano sobre su espalda y ella da un respingo, mirándome. Tiene el rostro completamente rojo, empapado e hinchado a causa del llanto.

Sollozos descontrolados brotan de su garganta, mientras intento quitarle lentamente la botella que sostiene con fuerza.

Está ebria, herida, sensible... rota.

Me prometí a mi mismo que no volvería a verla llorar y he aquí la primera falla a mi juramento.

Si no la hubiera dejado sola... joder.

Ella acepta soltarla lentamente.
Tomo sus manos temblorosas, están demasiado frías, toda su piel se encuentra helada pues la temperatura de la noche en estas épocas ha comenzado a descender demasiado.

Ella me determina soltando lágrima tras lágrima...

Se suelta a llorar desecha cuando me inclino y la estrecho fuerte contra mi cuerpo. Me arrodillo y dejo que mis brazos le brinden calor, en verdad está helada.

Grace mete los brazos dentro de mi saco, abrazando mi torso con ganas mientras llora y llora. Busca consuelo en mi y yo estoy dispuesto a dárselo. Estoy dispuesto a dejar que llore contra mi pecho las veces que sean necesarias, hasta que ya no quede lágrima que derramar, hasta lograr que todo su dolor desaparezca...

Me alejo de ella al cabo de unos minutos, solo un momento, para acunar sus mejillas con mis manos y mirar esos ojos tan llenos de rabia...

Limpio delicadamente sus mejillas con mis pulgares hasta que estas se encuentran secas pero aún enrojecidas.
Nuevas lágrimas se acumulan bajo sus pestañas, reiterando esa expresión lastimada que le parece difícil de controlar.

Junto mi frente con la suya y cierro los ojos a la par de ella. Derrama las gotitas saladas una vez más, mojando delicadamente mis dedos. No importa pues las vuelvo a secar.

—Siempre lo supo... —susurra con dificultad—, siempre lo supo y por eso no me creyó... —intento tomar fuerza de voluntad de donde no la tengo para no levantarme y desollarlo con mis propias manos...

Puedo hacerlo, quiero hacerlo... pero estaría poniendo en riesgo los planes.

Debo mantener la cabeza fría y pensar correctamente.

Su momento llegará, y lo disfrutaré tanto... será hasta que ruegue por clemencia. Ámbos, bastardos hijos de puta. —Es mi papá...

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Where stories live. Discover now