La Reina Blanca [Chishiya x fem OC]

8. sociópata

Es inteligente guardar tus mejores jugadas
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A Ñ O S  A T R Á S . . .

—No lo entiendo—Karube se cruzó de brazos, bajando la vista al suelo.

—Sé que es una putada, pero...

—No—le interrumpió—No lo sabes. Si supieras cómo me siento ahora no me habrías dicho nada de eso.

El rubio se pasó ambas manos por el pelo, pensando en lo que acababa de pasar.
Estaban en la entrada del instituto. Arisu y Chota ya se habían ido a casa, y ellos habían decidido quedarse para hablar. Karube le había dicho ayer a la chica que le gustaba, y se habían besado. Durante bastante tiempo. Pero ahora Lime le acababa de decir que no podía salir con él.

—¿Y qué prefieres, Daikichi?—habló Lime, arqueando las cejas—¿Que te mienta, y te diga que quiero estar contigo? ¿Eso te parece mejor? Porque a mi no.

—¿Qué es?—cuestionó, tratando de entenderlo—¿Es porque me meto en peleas? ¿Porque no saco tan buenas notas como Hajime? Dime qué es lo que me falla, por favor.

—No tiene nada que ver con eso—negó la chica, realmente asustada. No podría soportar que Karube se enfadara con ella—Estoy confusa... no sé lo que siento por ti.

—Pues es muy fácil. Te gusto o no te gusto.

—Te quiero—dijo ella—Te quiero muchísimo. Pero no sé de qué manera. No sé si es porque eres mi mejor amigo o si realmente siento algo más que eso.

El rubio se cruzó de brazos y apoyó su espalda en la pared, mientras negaba con la cabeza manteniendo la vista fija en el suelo. Estaba derrotado. Pero él tampoco quería perderla. No podía. Lime era, junto a Arisu y Chota lo más importante que tenía en su vida.

Así que hizo su mayor esfuerzo por controlarse y no decir nada que pudiera herirla.

Karube sabía que, en el fondo, ella tenía razón. No iban a salir si Lime no tenía claro lo que sentía, eso solo lo haría peor. Lo que ambos querían era que nadie saliera lastimado, y que las cosas no se complicaran, algo que no sería difícil. Se conocían desde hacía mucho, el grupo era prácticamente una familia, y la relación entre Karube y Lime siempre había sido increíblemente fuerte.

—No quería hacerte daño—habló la chica, con un hilo de voz—Lo siento...

El rubio negó con la cabeza, acercándose a la rubia y abrazándola. Ella ocultó su rostro en su pecho, y él apoyó su cabeza sobre la suya.

—No has hecho nada malo—la tranquilizó—No te preocupes. Yo también te quiero, Lime.

Y Karube consiguió recomponer su corazón roto por la chica, justamente con pedazos que ella le ayudó a reparar.