Capitulo XIV

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3 de junio de 1998.

La calle estaba desierta. Hermione, Ron y Ginny se agruparon, escondidos en las sombras, al otro lado de la carretera. Mientras Hermione susurraba el secreto en voz baja para sí misma, los números 11 y 13 comenzaron a deslizarse lentamente el uno del otro, creando un espacio entre las dos casas donde el número 12, Grimmauld Place, surgía. Los tres adolescentes observaron conteniendo el aliento, esperando que el secreto no hubiera sido transmitido a un nuevo guardián del mismo. Pero apareció la casa, y Ron dio un paso vacilante hacia la calle, a la vista.

—¡Espera, Ron!— Siseó Ginny, estirándose hacia adelante para llevarlo de regreso al callejón en sombras.

—No hay nadie aquí— susurró Ron —¡Vamos, rápido, antes de que aparezca alguien!—
Hermione miró entre ellos, mordiéndose el labio inferior pensativa. Miró entre sus amigos: Ginny, preocupada pero decidida, y Ron, valiente y temerario, desesperado por rescatar a su amigo. Respiró hondo, porque después de todo esto era idea suya, y tenía que ser la tranquila, la lógica, la líder ahora que Harry se había ido, la que se arriesgaba.

—Está bien— les dijo en voz baja, —yo iré primero. Te avisaré una vez que la puerta esté abierta, y luego me seguirás de uno en uno. No queremos arriesgarnos a caer en una trampa y quedar atrapados todos de una vez. Es más seguro si nos separamos. Ginny— Hermione suspiró y dejó de hablar. Ginny entrecerró los ojos, frunciendo el ceño como si supiera lo que Hermione iba a decir. —Harry no querría que te lastimaras, así que serás la última. Este atenta a los mortífagos. Espera en el umbral; no entres —

—¡Eso no es justo, Hermione!— Ginny siseó, colocando sus manos en sus caderas con enojo.
Hermione notó lo mucho que Ginny se parecía a su madre, y se preguntó momentáneamente si Lily Potter habría hecho eso también; fruncir el ceño y colocar sus manos en sus caderas y entrecerrar los ojos cuando no pudiera salirse con la suya. ¿Cómo podía Harry amar a alguien tan parecido a su madre, si ese fuera el caso, se preguntó, cuando Tom Riddle había sido la antítesis de todo lo que los Potter representaban, lo opuesto a la familia de Sirius en su tratamiento de Anathema; tan diferente a Ginny. Pero Harry la amaba, ¿verdad? Así que era el deber de Hermione para con su amiga mantener a salvo a su novia.
—¿Cómo crees que se sentiría Harry, o tus padres, o tus hermanos, si dejo que te lastimes mientras lo rescatas? ¡Cómo les explicaría eso! — Hermione se pasó una mano por la cara, suspirando con tristeza. —Por favor, haz lo que te pido—

Ella no esperó una respuesta. Ron asintió con la cabeza, una pequeña sonrisa de agradecimiento en su rostro; no quería que Ginny se involucrara en nada de esto, no quería arriesgarse a que fuera capturada por mortifagoso lastimarse, y que Hermione hubiera sido la que lo dijera y no él fue un gran alivio. —Buena suerte— le dijo a su novia mientras ella, vacilante, cruzaba la calle.

La calle todavía estaba desierta, las cortinas y puertas de las otras casas permanecieron cerradas mientras Hermione se dirigía al número 12. Empujó la puerta y crujió inquietantemente cuando se abrió hacia adentro. Su varita estaba en una mano, lista y dispuesta a defender a su dueño, pero las trampas que la orden habia puesto para Snape nunca se activaron, y nadie vino corriendo por los pasillos, e incluso el retrato de Walburga permaneció en silencio. Si alguien ya había estado aquí, entonces no se estaba dando a conocer.

Hermione avisó por encima del hombro y Ron se acercó corriendo hacia ella. <<Probablemente sea una mala idea>>, pensó Hermione, pero era su única idea. Harry era su amigo, y si las situaciones se hubieran revertido, habría intentado salvarlos. Lo menos que podían hacer por él era intentarlo. Ron asintió con la cabeza, empujando la puerta para abrirla más; entró. Hermione lo siguió.

Nueva División | TraducciónWhere stories live. Discover now