• Capítulo 2: Con tal de evitar la alergia •

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Había acabado su ronda de patrulla de la tarde, pero aún así, Chat Noir seguía por sobre los techos parisinos.

Estaba sobre un tejado mientras caminaba de un lado a otro, con sus manos detrás de su espalda, y con la cabeza a mil por hora en lo que pensaba su siguiente movimiento para poder recuperar los besos de Marinette.

Tarde se dió cuenta de que lo que hizo la vez anterior había sido muy mala idea, así que debía bajarle un poco a sus locuras con los métodos que había conseguido, por el bien de su propia vida; él era demasiado joven y muy bello para morir a tan temprana edad, y más si es manos de una chica que ni le llega a igualar el tamaño.

. . .

En la habitación de Marinette...

La azabache estaba tratando de enmendar el vestido que su novio arruinó, cuando de pronto se sintió un poco rara. Tikki quien estaba junto a ella y notó su repentina mirada perdida, no dudó en intervenir.

—¿Todo bien, Marinette?

—No tengo idea de por qué Tikki, pero tengo ganas de golpear a Chat Noir.

Ante eso, la kwami rojiza se encogió de hombros; cosas extrañas de novios.

. . .

De regreso con Chat Noir...

El héroe suspiró agotado sin saber cómo aplicar los otros cuatro métodos que le quedaban. Leyó las anotaciones que había hecho y trató de exprimir alguna idea de su cerebro; debía utilizar un método que le pueda ser efectivo con una idea que no lo lleve a un potencial ataque contra su ser.

Estaba tan desesperado por una buena idea que hasta quería ir a desahogar sus penas con sus amigos... esperen, ¡Eso es, sus amigos!

Una enorme sonrisa apareció en el rostro del ojiverde, mientras tomaba su bastón para poder ir a cierto lugar en específico.

En serio, ¿¡Cómo no se le pudo ocurrir esa idea antes!?

Le tomó unos diez minutos en llegar al sitio donde iba a encontrar a la persona correcta para ayudarlo en su nueva maniobra, y cuando lo vió no pudo evitar soltar hasta una risa de lo emocionado que estaba.

Si fallaba ese intento de recuperar sus besos, se hacía una mecha rosada en el cabello... aunque dudaba que fallaría.

Saliendo por fin de sus pensamientos, no dudó en alzar un poco su voz para saludar a la persona que lo iba a ayudar.

—¡Hola Señor Ramier!

. . .

De regreso en casa de los Dupain-Cheng.

Marinette bajó a la cocina junto con Tikki aprovechando que sus padres estaban algo atareados en la panadería, para tomar una merienda y descansar de arduo trabajo que era enmendar el vestido, el cual, para su desgracia, era un desafío mayor que crear la prenda desde cero por lo que veía.

La kwami de la creación notó que Marinette se había quedado con la mirada en un punto muerto, lo que le generó curiosidad por lo que estaba pensando.

—¿Todo bien en esa cabeza, Marinette?—. Preguntó la criatura roja.

La azabache volteó a ver a su pequeña amiga y compañera, antes de dedicarle una pequeña sonrisa.

Métodos Poco Convencionales Para Obtener Un BesoWhere stories live. Discover now