—Él tiene gran conocimiento sobre los titanes, más de lo que Marley imagina—Jaeger dirigió su mirada hacia el otro chico en la mesa—. Armin, es posible que hayas tenido el impulso de visitar a Annie ¿Cierto? O que lo hayas hecho en algún momento.

El rubio lo miró con sorpresa, sin embargo no dijo nada, Leyna dirigió sus ojos hacia Arlert, esperando no escuchar lo que ya sospechaba.

—¿A caso eso es tu voluntad?

—¿De qué hablas? La visité porque pensé que podía encontrar respuestas en sus memorias.

—Si la memoria es un factor que define a una persona, entonces podría decir que una parte de ti se volvió Bertholdt—contradijo—. Eres un enemigo parcial de nosotros, enamorado de otra enemiga.

Aquellas palabras bastaron para que Leyna sintiera una presión en el pecho imposible de explicar, mientras las lágrimas comenzaron a acumularse dentro de sus ojos, su mirada era fría, igual de perpleja a la de Armin.

—¡Eso no es cierto!—exclamó el rubio sin dudar—. ¡Yo no...!

—Berthodt terminó adueñándose de tu cerebro, tú eres el que está siendo manipulado por el enemigo, y ahora la persona que más amas sabe la verdad.

El sollozo incontenible de Leyna hizo que Armin volteé de inmediato a verla. Jamás había visto una expresión parecida en su rostro, sus mejillas adoptaron un tono carmesí mientras buscaba contener todas sus emociones; estaba enojada, asustada, destruida. Becker sentía como las lágrimas tibias rodaban por su rostro. Desesperado por llamar su atención, Armin se puso de pie para aproximarse a su novia.

—Leyna, no es verdad, yo jamás podría!

—¡Armin, siéntate!—ordenó Jaeger, ganando una mirada de odio por parte del mencionado.

—¿¡Qué crees que haces!? ¡No dejaré que trates de lastimarla!—reprendió Armin, totalmente molesto—. ¡No te atrevas a meterla en esto, Eren!

—Fuiste tú quien empujó a Leyna a todo esto, Armin—cortó con frialdad—. Eres tú quien la daña, solo dile la verdad.

—¡Eren, que es...!

—¡Mikasa te dije que te calles!—volvió a decir, haciendo que reaccione de la misma forma, asustada—. El clan Ackerman, fue creado especialmente para proteger al rey de Eldia. Quiero que recuerdes en aquella situación extrema escuchaste mi orden, pelea, en ese instante se despertaron tus instintos Ackerman, y solo por mera casualidad decidiste que yo era el amo al que debías proteger.

Las palabras de Eren atravesaban el alma de Mikasa como si fueran cuchillos. Cada afirmación de Jaeger dolía más que la anterior, aún así, de negaba a creer.

—No es cierto.

—Puedes comprobarlo en la misma Giselle Ackerman—continuó—. Esa mujer eligió a Hange, y la conquistó para así evitar que se aleje de ella, porque es miserable, una esclava.

—Eren...

—Yo odio a los esclavos—dijo con total frialdad en su mirada—. Aquellos que son como ganado, siento repugnancia, Mikasa... siempre te he odiado.

Los ojos grises de Mikasa se inundaron en lágrimas, quedando totalmente devastada por lo que acababa de oír. Leyna finalmente levantó la vista, sintiendo como sus emociones nublaban su pensamiento, estaba a punto de estallar.

—¡Ya basta!—exclamó la pelirroja, poniéndose de pie con violencia en su tono—. ¡Deja de actuar como si fueras un monstruo!

—Siéntate.

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