Tenía cinco años cuando murió, así que los recuerdos son borrosos, breves fragmentos de situaciones que no sé si en realidad las viví, o son producto de mi imaginación. En uno de esos recuerdos, estamos los dos en el parque.

Ella llevaba un bonito abrigo rojo, probablemente lo intenso del color era lo que no me permitía olvidarlo, mamá reía mientras me empujaba en el columpio, luego, yo saltaba sobre la arena, y repetíamos la acción.

No tengo más recuerdos de ella, y si los tengo, son tan borrosos que no se ni que es lo que recuerdo. Las yemas de mis dedos acarician el material de la foto.

En más de una ocasión me pregunté cómo sería todo si ella estuviese aquí, si nunca me hubiese abandonado, me preguntaba si papá sería diferente o seguiría siendo el hombre violento que he conocido toda mi vida.

Aprendí a la mala que no debía preguntar por mi madre, aprendí que en esta casa no se hablaba de ella, su nombre parecía estar prohibido y no entendía, como es que, si mi padre la amó, pudo olvidarse de ella con tanta facilidad.

Suspiro, dejo la fotografía en su sitio otra vez, y apago la luz con la intención de dormir, aunque era probable que no consiguiera pegar el ojo en al menos un par de horas.

Flyn sonríe cuando me ve entrar

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Flyn sonríe cuando me ve entrar.

—Jones, te echábamos de menos —dice con una sonrisa—. Vienes por mercancía ¿no es cierto?

—Solo un poco —busco los billetes en el interior de mi bolsillo y los dejo sobre el escritorio. Flyn los toma, se asegura de guardarnos antes de girar y un par de minutos más tarde, desliza varias bolsas sobre el mismo sitio.

—No vayas a Streetwood, ha habido problemas con otros chicos ahí —advierte—. No queremos que te les unas.

Sonrío.

—No hay problema, gracias Flyn —me aseguro de guardar perfectamente las pequeñas bolsas en la mochila, y salgo con la misma rapidez que he llegado.

No imaginé nunca que a mis dieciocho años estaría vendiendo droga, pero supongo que cuando necesitas desesperadamente un medio para obtener dinero, no piensas en las consecuencias.

Tuve suerte de toparme con Flyn. Era un tipo agradable, no le gustaban los problemas y la única vez que accedió a darme mercancía sin pagar antes, fue luego de explicarle que en serio requería el dinero.

Le pagué antes de la fecha, lo que le hizo aumentar su agrado hacia mí. No éramos amigos ni mucho menos, solamente conocidos.

Pero nuestra relación me había salvado las espaldas cuando en más de una ocasión había altercados en Sellwood, mi propósito era pasar desapercibido, ahorrarme tantos problemas como pudiera y hacer lo único que debía: ganar dinero.

Esta noche habría una fiesta con motivo de inicio de curso, y no había lugar más adecuado para repartir el polvo, que en una fiesta. Colton había asegurado su asistencia, al igual que Jen, así que estaría con ellos mientras tanto.

Atracción mortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora