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-Él merece algo mejor.- susurró ella y siguió ordenando con la vista gacha.
Bastian cerró sus ojos y respiró profundo antes de acercarse y rodearla con sus brazos.
-Sos vos quien merece a alguien mejor.- susurró en su oído.
Ella dejó que su espalda se recostara contra el pecho de él, a la vez que cerraba sus ojos con fuerza.
-¿Me ayudarías con Rosse? - preguntó Dan a Laslie.
Ella asintió y se separó de Bastian, tomando a la chica en brazos y subiéndola a la habitación. Permaneció un largo rato allí, pensando en todo lo que había pasado a lo largo de su vida.
Secó disimuladamente sus lágrimas antes de bajar y Alec se acercó y la rodeó con sus brazos.
-¿Estás bien?- ella asintió. -¿Vas a venir mañana?
Laslie lo miró a los ojos durante unos segundos y asintió. Su hermano le besó la frente y luego llegó la hora de irse.
Ella no le tomó la mano a Bastian y él tampoco a ella. El viaje fue silencioso e incómodo. Al llegar a la casa ella subió directamente a la habitación. Ninguno cenó, las luces se apagaron y la oscuridad se adueñó de todo. Ella ocultó su rostro entre las sábanas y sintió el colchón hundirse a su lado.
-No llores.- susurró Bastian, acariciándole las mejillas con sus pulgares.
Laslie cerró sus ojos con fuerza, debía mantenerse lejos de él, no quería hundir a Bastian en su infierno, él merecía ser feliz.
-Decime algo, Laslie.- suplicó él. -Por favor, te necesito.
Esas fueron las palabras que saltaron cualquier muro que ella había logrado construir. Bastian se puso sobre ella y Laslie abrió sus ojos, encontrando los de él en medio de toda esa aterradora oscuridad.
-Te necesito.- repitió él y ella pudo ver dolor en sus ojos.
Colocó una mano en la mejilla de él y ambos cerraron los ojos suavemente. Los labios de él se encontraron con los de ella y ambos supieron que ya no había vuelta atrás.
Sus respiraciones agitadas eran lo único que se oía luego de que se separaron. Bastian seguía sobre ella, sosteniendo su peso con sus antebrazos.
-No quiero...- susurró ella y las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas.- No quiero arrastrarte a mi infierno.
-Laslie,- susurró él. -todo lo que pasó... cada cosa, nada fue tu culpa. Estás condenándote sin sentido alguno. No te castigues, dejame hacerte feliz. Sé que puedo ser un imbécil y un malhumorado pero quiero hacerte feliz, quiero verte sonreír cada día, quiero escuchar tu risa, quiero poder abrazarte y besarte. Te necesito. Antes de conocerte... yo era un desastre, jugaba con la gente, me emborracha cada fin de semana, hacía cosas de las que no estoy orgulloso, era una mierda de persona pero, Laslie, cuando estoy con vos siento que puedo ser yo, que puedo dejar todo atrás. Yo quiero ser una buena persona por vos. Y no quiero verte llorar.- dijo secándole las lágrimas.- Odio verte llorar.
Ella tomó la mano de él y Bastian volvió a besarla dulcemente, uniendo ambos infiernos y volviéndolo uno sólo, el problema llegaría cuando sus demonios comenzaran a enfrentarse.





No es quien dice serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora