House Half-Blood [Percy Jackson]

Día II [sᴜᴘᴇʀ ɴᴏᴛ sᴜᴘᴇʀ]

Percy

Al abrir los ojos la rubia y larga cabellera de mi novia fue lo primero que vi.

— Buenos días — susurró.

— Buenos días, Listilla

La claridad que entraba por la ventana era magnífica. Sentí como se levantó de la cama y antes de que estuviera de pie la tome de la cintura.

— ¿Y si nos quedamos solo cinco minutos?

— Recuerda que tenemos que ir al supermercado a comprar la comida para la semana y conociendo a todo el grupo dudo que podamos hacer las compras sin que haya algún percance

En eso tenía tanta razón.

— Además necesito ir al baño

La solté después de dejar un beso en su hombro y vi como se adentro a la puerta del baño.

Acababa de pasar oficialmente nuestra primera noche en la casa (no es ese sentido gente de mente cochambrosa) Annabeth batallo un poco para dormir puesto que comenzó a pensar en las probabilidades de que el campo de fuerza no funcionará ya que este era con tierra de Hécate y no con ningún pino de Thalia, magia de Zeus, ni ningún Drakon que proteja la entrada. Pero al final pudo dormir bien. Tampoco tuvimos pesadilla, lo cual fue bastante bueno.

Cuando salió yo me levante y entre al baño. Al salir la vi ¿Tendiendo la cama?

— Ayúdame a extender la sabana

— No veo el punto de esto, Listilla — dije acomodando la sabana de cualquier manera — Se va a volver a destender

— Ya hablamos de eso Percy, si quieres que durmamos juntos tienes que mantener la habitación limpia

Me queje ayudándola a arreglar las almohadas. Ayer que estábamos empacando Annabeth dictó unas reglas por así decirlo, la primera era que la ropa tenía que estar en su lugar, la cama tendida al despertar, no podía comer en la habitación y nada de... eso... hasta que termine esto. Pero mirando el lado bueno, dormiría con ella.

Salimos de nuestra habitación y al bajar tal vez fuimos los primeros en despertar.

— Supongo que nadie ha bajado aún

— Supones mal, pececito

— Buenos días chicos

— Buenos días

Leo y Calypso bajaron las escaleras minutos antes que nosotros.

— Y no hay nada para desayunar

— Mas bien sería almorzar, son las diez de la mañana. Nos desvelamos anoche,

— ¿Sobró pizza? — pregunté.

— Valdez bajó a media noche a comer unos pedazo. No hay

— Tenía hambre — se quejó.

— Nos urge hacer las compras chicos — dijo Calypso.