Capitulo 6

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No supe que hacer en ese momento, él se acercó a mi rostro despacio, como si fuese a susurrarme algo al oído y en vez de eso desplazó su boca hacia la mía con rapidez, me besó de nuevo.

Fue algo muy breve, y suave, pero le devolví el beso, eso bastó para descubrir mis cartas; Unas cartas que ni siquiera yo conocía.

Nos separamos y me miró sonriendo, en sus ojos había un destello de orgullo, como quien confirma una teoría y después, el caos volvió.

Yo tenía miedo por primera vez.

Miedo de él, de lo que había pretendido al hacer aquello. Pero por encima de todo, tenía miedo de MÍ.

Me incorporé de un salto y me dirigí corriendo hacia la puerta, aporreándola y saliendo a toda prisa cuando me abrieron, sin mirar atrás Keane y compañía me miraron sin comprender.

A la mañana siguiente presenté mi renuncia.

Sí, no tuve valor para volver después de aquello, simplemente no pude y esto a su vez, me hizo pensar tan poco profesional que fue una decepción terrible conmigo misma siempre tendí a exigirme demasiado.

La fuerza de voluntad y los antidepresivos me ayudaron mucho con mi estado, me volqué en mi madre, pero también sentí de pronto una imperiosa necesidad de salir del cascarón, de tener vida social. Tenía que empezar de cero para no volverme loca.

Paso tiempo desde mi renuncia y encontré a un grupo de chicas y chicos de mi edad con los que hice buenas amigas, que tuvieron la paciencia necesaria para dejar que me acostumbrase a la compañía.

Eran bohemios, músicos, escritores, que no me preguntaron por mi pasado, sino por mi presente. Por eso precisamente me sentía a gusto con ellos.

Una de las chicas me dijo que podía conseguirme un buen trabajo conocían al comisario Gordon de la policía y afirmaba que se necesitaba gente como yo para negociaciones, ayuda en interrogatorios, etcétera.

Por supuesto acepté, conocí a Gordon y congeniamos, me dio la bienvenida sin pensárselo dos veces, de un día para otro, tuve un buen puesto en la jefatura.

Le caí en gracia, le gustaba tenerme cerca, pues le parecía inteligente y de gran ayuda, Para mi él era el modelo de persona honrada que siempre había querido conocer y le admiraba.

Su sentido de la justicia me fascinó desde el primer momento.

Nunca le hablé a nadie de mi experiencia en Arkham, mi nueva vida enterró el pasado, como el hormigón a Chernobil, recuerdo aquel día como si fuese ayer porque fue el principio del fin.

En la comisaría reinaban el desorden y la agitación, todos parecían demasiado ocupados para ponerme al corriente, así que busqué a Gordon, lo encontré apoyado contra la máquina de café, despeinado y hojeando el Gotham Times con expresión grave.

—¿Qué ha…? —comencé, pero me puso el periódico delante de las narices antes de que formulase la pregunta.

En la portada, sobre la foto de un edificio que yo conocía muy bien, podía leerse: FUGA EN ARKHAM.

Bajó el brazo y me miró con preocupación y cansancio, se notaba que había pasado la noche en vela.

—Seis presos...algunos son de los más peligrosos ocurrió a medianoche, tres médicos muertos…

—¿Por qué no me avisaste? —pregunté, alterada. —Tendría que haber venido a ayudar.

Sonrió, poniéndome la mano en el hombro.

—Tú tienes que cuidar de tu madre, Harleen, no puedo absorber tus horas libres.

—Los criminales no tienen horas libres.

Le acompañé al despacho y nos pusimos a trabajar, me puso al corriente de los seis criminales fugados: Edward Nigma, Killer Croc, Crane, el espantapájaros, el Sombrerero Loco…y por supuesto, el Joker.

Debía haberlo sospechado, de hecho lo hice, pero mi subconsciente enterró aquella idea hasta que no quedó otro remedio más que aceptarlo.

Pero el hormigón no cedió, no se agrietó, mi nueva vida era de verdad, y no se iba a venir abajo.

En las semanas siguientes puse a prueba esa afirmación desde que me levantaba hasta que me acostaba. Trabajé con Gordon en aquel caso, leí de arriba abajo el historial de cada uno de aquellos psicópatas, me enteré de todo.

Y en el caso del Joker, nada me sorprendió; sí, no me alarmé nada en absoluto, la imagen que tenía de él se amplió y adaptó a la nueva realidad, eso es todo

Lo había conseguido había vencido al pasado al menos, eso pensé.

Creo que el día al que podríamos llamar PUNTO CERO, fue aproximadamente un mes después de la fuga de Arkham. Habíamos atrapado a dos de los presos y creíamos seguirle la pista a Crane.

Animado por los avances, Gordon me dio el día libre, y acepté a regañadientes. Pensé en quedarme cuidando a mamá, como de costumbre, pero ella, en uno de sus momentos de lucidez me animó a salir y divertirme.

Era viernes y como de costumbre, mis amigos iban al local que frecuentaban, un pub en el que la gente de mi edad, amantes de la literatura y de la música se reunían a beber, charlar y presenciar algún concierto ocasional.

Yo había estado allí un par de veces, me había parecido agradable, sin presiones ni necesidad de aparentar. Eran gente totalmente variada y que solía vestir de forma particular, con sombreros estambóticos, melenas largas y ropa con dibujos curiosos.

De hecho, mi forma de vestir había cambiado desde que les conocía, aunque yo jamás me había preocupado por mi aspecto.

Para aquella noche, me enfundé en unos pantalones negros ajustados y una camiseta del mismo color con las mangas y tres rombos a la altura del pecho de color rojo, a juego con mi barra de labios.

Fue una noche divertida, realmente la necesitaba, aunque no bebí, me emborraché de música y de simpatía. No era difícil ser una misma con personas que sienten curiosidad por todo el mundo, que se interesan por ti sin prejuicios ni malicia.

Creo que eran la 1 o las 2 de la mañana era hora de volver, el autobús iba prácticamente vacío, subí las escaleras hasta el apartamento con ánimos para enfrentarme al eterno desasosiego de lo que quedaba de mi familia.

Abrí la puerta y avancé un par de pasos en busca del interruptor de la luz.

El pánico congeló la voz en mi garganta.

Mi madre me esperaba sentada en el sillón como de costumbre, solo que no estaba sola... Él estaba ahí.

♠♥La Verdadera Harley Quinn♣♦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora