La vida no vale nada.

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-¿Todos los padres de los alumnos son socios?

-No, no, sólo algunos. Troy tiene lazos… interesantes. Su familia, o La Familia son alguien con los que quieres llevarte bien.

-Bueno, no entiendo para que es todo eso-digo para no pensar en lo que La Familia representa. Troy es mi amigo, su vida personal, si no me la comparte, no es de mi incumbencia. No es correcto juzgar a alguien por su pasado y mucho por el pasado de su familia. Aunque ahora entiendo su despilfarro y su despreocupada vida-. Si voy tan mal en la escuela, ¿Por qué me proporciona toda esta información?

-Precisamente porque vas tan mal te lo digo, de otro modo sería poco ético revelar mis funciones y la vida de mis clientes.

-¿Puede ir al grano, por favor?-repito masajeándome las sienes-. No quiero ser grosero, pero tengo cosas que hacer.

-Sí, se ve-responde el abogado mirando mi cuarto con desgana. Toma su portafolio del suelo y lo abre-. Pues como sea, necesito que firmes este convenio.

No cometo el mismo error dos veces. Leo las tres hojas que lo componen. Habla del contrato que firmé cuando entré a Omega donde me declaraba "esclavo", por así decirlo, de Gaal. El recuerdo de aquellos días tan lejanos donde todo era seguro me embarga de melancolía y un poco de tristeza. Resume aquella noche en la primera cuartilla, pero después, palabra a palabra, mis manos comienzan a temblar.

Cuando termino de leerlo estoy colérico.

-¡Que no ha muerto, carajo!-le grito al abogado agitando las hojas.

-En la cláusula Bis narra que no necesita morir para finalizar el contrato, basta con un accidente que lo deje en estado de interdicción o una enfermedad incurable letal.

-Un riñón perforado no es una enfermedad letal ni tampoco incurable.

-En sus condiciones, sí. El médico de Gaal me tiene al tanto de todo.

Maldito Gus hijo de la gran puta.

Me quieren quitar el único lazo que aun me une a Gaal. Antes me unía el amor, pero, al regresarme el anillo ese lazo se rompió. Después creí que una parte de mí podría unirnos para toda la vida, pero tampoco pudo lograrse. Ese simple papel que nos mantenía unidos ahora amenaza con quemarse ante mis ojos, sólo basta una firma.

-Al ser apoderado, tengo facultades para firmar por Gaal-dice mientras la Mont Blanc se desliza por el papel, sobre el nombre de Gaal-. Sólo firma y podrás ser libre.

-No.

-¿Perdón? No es de que quieras o no.

-Pues no puede obligar.

-No necesito hacerlo. El tiempo lo hará. Cuando Gaal muera no necesitaré tu firma. Iré con un Juez Civil el cual te tachará de rebeldía y firmará por ti terminando el contrato. Es lo mágico de la Ley: revivimos muertos, matamos vivos, quitamos el alma y se la damos a quien nos contrate.

-¡Váyase de aquí!

El abogado deja el convenio sobre mi escritorio de manera teatral y se detiene antes de salir.

-No lo tome a mal, chico. Así es la Ley, no solo la jurídica, sino también la de la vida. Dos hombres no se hicieron para vivir como una pareja normal. ¿Quiere mi consejo? Despídete de Gaal en buenos términos, que su muerte se lleve consigo tus pecados y todos esos impulsos homosexua…

El vaso se estrella a un lado de su cabeza, estrellándose en la puerta. Maldigo con todas mis fuerzas mi puntería.

-Adiós-dice el abogado y la puerta se cierra con un ligero clic.

¿Alfa?, ¿Omega? Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz