Los ojos de Armin brillaron y agarró el peluche con cuidado entre sus manos. Su sonrisa cambió a una feliz y se amplió. Por fin había encontrado el regalo perfecto para su chica y estaba bastante agradecido con Eren por haberlo hallado.

—Muchas gracias, Eren, es el regalo perfecto. —suspiró risueño. —Ahora debo encontrar una buena tarjeta que vaya con esto.

—¡¿Eh?! —se alarmó. —No puede ser. —la sonrisa que hace segundos tenía puesta en su rostro desapareció de repente.

—Uhm, lo siento. —hizo una pequeña reverencia con su cabeza. —Pero ya puedes irte si eso quieres, desde aquí lo hago yo solo.

—No... —musitó y respiró hondo, quitando esa mueca desanimada. —Te ayudaré a escoger una, vamos. —comenzó a caminar a la sesión de tarjetas para todo tipo de ocasiones y con variedades de diseños.

Armin lo siguió, estando muy agradecido por la ayuda que estaba recibiendo de él, tal vez luego se lo compensa invitándole una hamburguesa.

..

Su cita ya estaba por llegar y para ser sincero, estaba un poco nervioso, sus manos estaban sudando y su boca se sentía seca. No entendía porque se encontraba así, pero pensó que quizá sea porque ya tenía dos años con su linda (n) y la verdad es que han sido los dos mejores años de su vida. Le hacía tan feliz seguir compartiendo momentos únicos con ella, besarla, abrazarla, decirle lo mucho que la ama, susurrarle siempre al oído lo hermosa que era y muchas otras cosas más que adoraba hacer con (n).

Para Armin, su relación con (n) era la mejor en todo el mundo.

—¡Cariño!

El apodo con el que (n) solía llamarlo, endulzó sus oídos y su corazón, y formó un enorme sonrojo en los mofletes de él, dándole una imagen tan pura y angelical a los ojos de cualquiera que lo viera.

—¡Feliz aniversario, cariño! —exclamó emocionada, abalanzadose de imprevisto al cuerpo del rubio, quien casi se cae con ella al suelo, pero logró que eso no sucediera. —Estoy tan feliz. —le dijo al oído, sintiendo como Armin envolvía sus brazos alrededor de su cintura y suspiraba risueño de tenerla en ese abrazo.

—También estoy feliz. —mencionó sonriente. —Gracias por haber correspondido mis sentimientos hace dos años. —rompió el abrazo de ambos para verla mejor a los ojos.

—Gracias a tí por elegirme entre tantas chicas. —rió entre dientes y dejó un beso rápido en sus labios antes de entregarle lo que sería su regalo de aniversario. —Ten, vi esto y pensé inmediatamente en ti. —Le hizo entrega de algo con forma de cuadrado envuelto muy bien en papel de regalo. —Puedes abrirlo como Eren, no importa si dañas el papel de regalo.

—Quiero conservarlo, así que lo abriré en mi casa.

—Ah, pero yo quiero ver tu reacción al verlo. —hizo un puchero triste y Armin no podía negarse nada a su novia cuando hacía pucheros, lo mataba la ternura que ella portaba con pucheros en la cara.

—De acuerdo, pero antes toma. —paró de esconder su brazo derecho con el peluche y la tarjeta y pudo admirar como los ojos de (n) brillaban mientras le daba su regalo.

—¡Oh, Dios mío! ¡Es tan hermoso! —Lo agarró rápidamente y lo miró con tanta adoración que la sonrisa en Armin se ensanchó al verla tan alegre por el peluche de sapito. —Armin, en serio me encanta... ¡Lo pondré en mi altar! —exclamó en un murmuró, abrazando la ranita contra su pecho. —Ahora leamos la hermosa tarjeta.

La chica la abrió, leyendo en su mente lo que Armin le había escrito especialmente a ella y juró llorar y sentir su corazón saltar cuando finalizó de leer el mensaje.

—Te amo tanto, Armin. —Chilló, volviéndolo a abrazar. —Eres tan cursi y romántico, una valiosa combinación que amo mucho de ti... No voy a cansarme nunca de decirte cuanto te amo y lo afortunada que soy al estar contigo.

Al oírla, Armin sintió un millón de increíbles sentimientos instalarse en su pecho y le dijo a (n) que tampoco iba a cansarse de recordarle cuanto la amaba y lo afortunado que estar con ella. Estaba seguro que esas mismas palabras las usaría en los votos que diría el día de su boda.

—Mi casa está más cerca, continuemos la cita allí para comerte a besos en mi habitación mientras escuchamos nuestra playlist. —tomó su mano y lo arrastró consigo.

A Armin le volvieron a sudar las palmas y se puso rojo remolacha.

𝘢𝘳𝘮𝘪𝘯 𝘢𝘳𝘭𝘦𝘳𝘵 , 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora