—¿Ese alguien seré yo, o debo preocuparme por que vengas a visitar a otra persona a mi casa?—

Isabel dirigió rápidamente la mirada al chico que estaba parado en la puerta. Gilbert la miraba con los brazos cruzados, imitando un semblante serio.

Qué poco la conocía para intentar aquella postura.
Era cosa de observar bien sus ojos almendrados para encontrar la dulzura que no podía ocultar.

Isabel no dejó de sonreír con los labios, arrugando la nariz hacia él.
—Perdona, ¿nos conocemos de algo?

Dijo ella, con un deje de inocente burla.

Gilbert abrió los ojos sorprendido, como si no creyera que le estaba tomando el pelo en su propio hogar.

Se acercó a Isabel, aún con los brazos cruzados, manteniendo su postura de superioridad, comprendiendo el juego que llevaba la chica.

La miró cerrando un poco los ojos, y se inclinó a ella, ofreciéndole su mano.
Isabel frunció el ceño confundida.

—Gilbert Blythe.

Se presentó con una sonrisa en el rostro, mientras estrechaba su mano con la de la chica, que rápidamente entendió lo que hacía.

—Isabel Pye.

Dijo ella de mismo modo.

Gilbert tiró suavemente de su mano, y se acercó hasta su oído.

—Doncella... ¿podrá recordar a este mendigo con un beso?
Susurró mientras pasaba sus labios por la mejilla de Bel, acariciando su rostro.

Isabel había cerrado un momento los ojos, correspondiendo la ternura con la que Gilbert se había acercado a ella y frotaba suavemente su pómulo. — Podría inten...

Su respuesta se vio interrumpida por un carraspeo, que se hizo presente y logró que ambos dejaran la nube en que estaban, para volver a la cocina.
Bash los observaba con una sonrisa en el rostro.

—Lamento mucho interrumpirlos, pero necesito que mi socio me ayude un momento con algo importante.
En verdad lo siento.
Soltó él mientras les miraba, hacía referencia a su mano, sostenía unos papeles amarillentos y tenía una sonrisita inocente.

Gilbert se apartó lentamente de Bel, no sin antes dejar un pequeño beso en su mejilla, y una mirada que decía lo siento.

Isabel le devolvió la mirada con cariño, y simplemente dejó que Bash lo llevara al despacho en la otra habitación.

Estaba avergonzada.
Por un minuto había olvidado que Sebastian también estaba allí.
Sintió un poco de culpa, no quiso faltar el respeto o algo parecido. Tampoco es como si hubieran hecho algo malo.
Solo que, le parecía extraño aún estar con Gilbert de esa forma cuando había otras personas.

Era como si fuese algo solo de ellos, tenía miedo de cualquier cosa que pasara si ambos eran vistos por los ojos equivocados.
Estaba cansada de esconderse, pero también sabía que debía proteger a Gilbert de sus padres, no se perdonaría si algo sucediera por culpa suya.

••

Al salir del baño, se dirigió rápidamente a la habitación del castaño, donde se escuchaban sus movimientos y como ordenaba su pequeño maletín.

Dio pasos ligeros para entrar en silencio, al llegar al marco de la puerta, Gilbert se giró rápidamente para observarla.

Pasó la mirada lentamente desde los zapatos hasta el abrigo, para luego parar en sus ojos.

Tenía el ceño ligeramente fruncido, los labios entreabiertos, con un claro gesto de sorpresa.

— ¿No me dirás nada? — Preguntó ella con una sonrisilla nerviosa, mientras escondía las manos en los grandes bolsillos del pantalón.

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⏰ Última actualización: Jan 09, 2023 ⏰

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 isabel pye | ᵃⁿⁿᵉ ʷⁱᵗʰ ᵃⁿ ᵉ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora