Prólogo

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—He estado pensando en la forma correcta para remediar todo el mal pero aunque así se hiciera, siempre habría la maldad en el mundo. Después de todo la cabeza de Akatsuki busca un mundo pacifico, sin embargo, no existe un mundo así. No puedo creerme una Mary Sue por qué no lo soy, y me duele. —decía la pelinegra mirando las montañas lejanas de donde estaba sentada, en una rama gruesa de un árbol.

Su moreno compañero escuchaba atentamente las palabras de su compañera y mejor amiga. Recostado en el tronco del árbol, con los ojos cerrados y los brazos cruzados.

—En definitiva, no puedes salvar a todos. No deberías siquiera intentar cambiar todo por solo mejorar la situación, ya sé que pido mucho. Pero realmente, solo podemos servir de medio auxiliar para todos. No podemos venir y tener superpoderes para salvar a todos de este loco sin sentido. Pero si podemos ayudarles a prepararse, al menos eso podemos hacer sin que te creas la suicida vos.—comentó tranquilamente Rafaeru.

—Mmm... Lo sé. Pero... ¿Cómo puedo evitar seguir mis movimientos impulsivos? No quiero que Sasuke asesine a Itachi. No quiero que ocurra todo el caos que después representa esa pequeña acción. ¿De qué otra forma nos serviría el hecho de haber salvado a Gaara? Podemos restaurarlos chakras de las recientes extracciones.. Podemos...

—Incorrecto. Tu puedes hacerlo, eres la única, pero sabes que esas acciones traen una consecuencia importante en ti. Y no lo aceptaré. Me importa tu salud antes que el mundo ficticio en el que estamos.

La mandíbula tensa de la pelinegra traga el coraje de que el pueda seguir leyendo entre líneas así misma. Pero más aún que el siga fielmente recordando lo que parece no encajar más con ella misma.

—No quiero que acabe aún.

—No lo puedes evitar.

—No podrás salvar a Apple si vas por mi. No podrás formar tu vida normal si no vas por ella. Tu futuro correcto es con ella.

—Tch... ¿Que tiene que ver esto con ella? Te estoy diciendo que no voy a dejar que seas tu la suicida, solo yo puedo serlo en este grupo que tenemos. —responde Rafaeru desinteresado sintiendo incomodidad tras esas palabras.

—Sé que sabes lo de Itachi. Sé que te sientes atraído por ella pero por yo soy...—es interrumpida rápida y silenciosamente por la mirada letal del moreno frente a ella, con la mano en la boca de la mayor.

—No eres el estorbo. Es mi culpa, y solo mía que me atraiga usted. Flancy, no voy a elegir solo una, tal vez ella sea lo correcto, pero quiero probar también lo incorrecto.

La mirada de ambos quedas conectados en aquella noche, donde sólo en ese momento la pelinegra se deja caer ante la necesidad del llanto.

—Te quiero... Pero estoy tan confundida... Y-ya no se, ya no se si sea correcto para mi seguir así. No te merezco... —los hipeos del llanto no la dejaban hablar correctamente.

—Flancy, por mas que me dañes. Por más que hagas daño, por mas que siempre lo arruines, estaré allí. Porque, adivina.

—¿Que?

—Me he hecho adicto a ti. Por más malo que lo veas, ya me acostumbré a tus desplantes. En algún momento me vengaré de todo, y serás solo para mí.

El calor se hace presente en las mejillas de la pelinegra, afortunadamente era de noche y no se podía ver pero la sonrisa de Rafaeru fue la de victoria.

—Mejor vete a dormir, m-mocoso.

—¿a quién llamas mocoso, flancy?

—A ti ¿quien más sino?

Siendo así como ambos se quedaron discutiendo hasta volver al escondite donde todos estaban durmiendo tranquilamente.

[...]

Mientras tanto en otro lado, se encontraba una chica cansada y con insomnio, mirando el cielo con una mueca al pensar de que sería si ella volviera a su casa. Odiaba por todo el mundo, no haberse quedado en la casa aquel día en el cual iba a su trabajo, Annie, la otra amiga de Bruna, Rafa y los demás estaba secuestrada sin saber por el lado del mal. Estaba prisionera y no sabía quién más le podía ayudar a salir de aquel lugar. No sabía de nadie ni conocía a nadie.

Solo esperaba un milagro.

Que sea para lo que sea que la tuvieran aquí, ya llegará su fin. Ya no quería estar en un lugar extraño con ese niño raro.

Quería estar durmiendo o hablar con su amiga Miss lavi, o con Jesus, o tal vez con Helena. Esperaba no hacerlas esperar mucho.

O tal vez esperaba que la salvación llegara a ella.

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