¿Por qué?

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Presionaba el pedazo de papel contra su pecho en un intento por proteger las palabras que había plasmado con puño y letra en la hoja.

Se había quedado estático en el sendero, observando el andar del responsable de su pulso acelerado y sonrojo oculto.

Era el día, debía de entregar aquel intento de carta con el fin de sacar a relucir sus sentimientos.

“—¡Vamos cuervo! Le gustas mucho así que ve y dile Romeo.”

Tenía todas las esperanzas florecientes en su pecho, Juan y Axozer se habían encargado de animarlo a confesarse repitiendo que sus enamoramiento era recíproco, mencionaban de ejemplo la mirada que Auron le dedicaba, su forma de tratarlo y rara preocupación que parecía solo tener con él.

“—El amor es muy bonito, no tengas miedo de mostrarlo.”

Sonrió animado, inspiró profundo y empezó su caminar hacia el menor de mechón amarillo.

Él no era bueno con las palabras, solía tartamudear y en esa situación los nervios enredarian su habla, por ello había preferido confesarse con la escritura, queriendo dejarle esa carta y huir hasta su hogar.

Solo un paso, debía de avanzar y llegar hasta el dueño de su corazón, él podía, seguramente él-

—¡Auroncito!

Se sorprendió y siguiendo la voz vio como Luzu se acercaba con rapidez hacia su amor, reaccionando por acto reflejo se escondió tras un árbol otoñal. No sabía que hacia el mayor en el lugar, y debía admitir que sentía ciertos celos hacia el arquero de ojos azules.

Después de todo según las anécdotas de Auron podía saber que tenían una relación muy estrecha e incomparable, se habían conocido en otro pueblo y pasaron por incontables aventuras. Incluso aquel mechón característico y exótico del menor era una secuela de la maldición que Luzu echó en Auron tras alguna pelea que todavía no le quedaba lo suficientemente clara.

—¡Mi niño!

Al escuchar el apodo se le corto la respiración, pero trato de quitarse ideas equivocadas, Auron es cariñoso con todos, ¿no? Después de todo a él mismo le ha llamado bebé o corazón.

Los apodos podrían tener excusa, pero aquel abrazo de cine era imposible de comparar, Luzu elevó en sus brazos a Auron, ambos mirándose con cariño mutuo para después compartir un corto beso en los labios.

El corazón de Focus dolió, miles de punzadas atravesaban su pecho por los trozos rotos de sus esperanzas de amor.

—¡Oye! Que te he dicho que aquí no, atrevido. —regaño el líder del pueblo entre risas.

Auron fue bajado por Luzu y ambos se sonrieron como dos tontos enamorados, porque quizás eso eran según entendió Focus por la conversación siguiente.

—¿Cuándo podremos decirles? Andar escondidos es romántico pero cansado. —se quejó Luzu.

—Solo quiero estar seguro, ¿sí? después de todo tampoco quiero que se les haga incómodo. —aclaró Auron con un leve sonrojo en sus mejillas.

Todo quedó bastante claro.

Focus se dejó caer al piso, sintiéndose un estúpido, ¿cómo pudo pensar que Auron también estaría enamorado de él?

Él no era nada, solo tenía un sucio huerto y su experiencia de la vida era aburrida, no tenía nada que ofrecer. Ni siquiera se atrevía a dar la cara avergonzado de sus rasguños y ojos grisáceos.

¿Por qué lo querría a él?

Luzu era un príncipe azul, tenía historias fantásticas que contar, era un experto en el manejo de la espada y el arco. Tenía un rostro atractivo y suficiente autoestima para vanagloriarse de ello.

¿Por qué no podía ser él?

Los vio conversar y reír, no prestó atención a sus palabras porque no hacían falta con la vista, ellos eran perfectos, Luzu era el único que podría hacer brillar a Auron como se lo merecía; pero él era un cuervo, se permitía ser egoísta y querer aquel amor, querer ser quien sostenga las manos del castaño con ojos bicolor, querer tocar sus labios, querer amarlo.

—¿Por qué no me amas?

Susurró, su pregunta fue llevada por el viento y con ello también su destrozado corazón.

“¿Por qué amarte es un error?”

One Shots l FocusPlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora