Capítulo 19

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A medida que se alejaban de las rocas,  la imagen de una isla brillando en diversos colores era más clara en medio de la tenue niebla.

Al llegar a la isla, todos bajaron del bote y comenzaron a avanzar, pero Minerva sintió como jalaban su brazo deteniendo su caminar. Volteó y la mujer le advirtió algo.

- No tarden mucho en salir - le dijo mientras le entregaba en la mano dos muñequeras de cuero café - sé que sabrás cómo usarlas - le dijo y por último le dio un abrazo al cuál Minerva correspondió con extrañeza, sintiéndose reconfortada y un poco más animada.

La mujer subió a la barca y comenzó a remar para regresar a las rocas. Minerva se empezó a colocar las muñequeras mientras alcanzaba a los demás.

- ¿Te ayudo con eso? - preguntó Ed señalando las muñequeras, notando que le era difícil a la chica atarlas por si sola.

- No - respondió cortante - yo puedo - dijo mientras una se le caía al suelo y el chico la levantaba y se acercaba a ella.

- No era una pregunta - le dijo Edward en el tono más seguro que tenía mientras le sujetaba la mano y le ataba con firmeza aquellos objetos - ¿Me evitas porque no te agrado o porque te agrado más de lo que te gustaría? - preguntó directamente.

- Eso no te incumbe - le contestó Minerva.

- Claro que me incumbe.

- ¿De verdad?¿Por qué crees eso?

- Porque me gustas - soltó sin más y las mejillas de Minerva comenzaron a tornar rosas - y quiero saber si tengo alguna oportunidad de estar contigo.

- Aunque ese fuera el caso, no te lo diría, estoy segura de que puede haber otras chicas con las que puedas estar.

- Entonces, si te gusto pero no lo quieres admitir - aseguró el guardia terminando de atar la muñequera izquierda - gracias - dijo sonriendo y se fue.

- ¿Qué?¡No, espera! - Minerva fue tras él - yo no dije eso - aclaró poniéndose a la par de él mientras alcanzaban a los demás.

- Claro que sí - respondió Ed - venía implícito en la segunda parte. Si de verdad no te interesara habrías dicho otra cosa, pero hablaste de otras chicas, lo que me dice que si te intereso pero tienes miedo de estar acompañada, y eso también me lo dice no solo ese comentario que hiciste recién, sino tu comportamiento frío y distante con toda la tripulación.

- No, no, no...

- No puedes decir que estoy equivocado porque cada vez que lo niegas me confirmas que tengo razón - Minerva, por primera vez en años se quedó callada y sin nada que decir - ¿Te doy un consejo? Si quieres aparentar que no te importo, entonces que no te importe lo que yo pienso acerca de lo que sientes. Y una vez más me confirmas que...

- Sí, sí, ya no te subas más el ego - le dijo la rubia. Ed, solo sonrió de lado y siguieron caminando.

Mientras más se adentraba en la isla, el lugar se iba iluminando con las mismas plantas, las cuales emitían luz de su respectivo color a través de sus venas y bordes.

Los insectos también emitían luz, casi todo tenía luminiscencia en colores neón.

Cuando pisaban el musgo, este brillaba al rededor de sus pies, el ambiente era fresco, ese lugar era maravilloso y gracias al cielo oscuro los colores eran mucho más intensos. La luz de la luna daba la visibilidad suficiente para que no tropezaran y pudieran caminar a salvo, pero no había luna en el cielo. Los siete la buscaron por todos lados, pero no la encontraron.

Siguieron caminando, caminando y caminando hasta que todos se empezaron a impacientar.

- ¿Cuánto creen que falte? - preguntó Sofía sin ganas de seguir caminando.

Esteban y Sofía. La flor imperial de Rashmil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora