"Volar entre nubes"

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Advertencia, contenido R-18.

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Después de aquella declaración que Jason guardará en su mente por el resto de su maldita vida, no tardaron en tomar las llaves de una moto y dirigirse a una de sus casas de seguridad en Gotham porque no lo harían en sus habitaciones bajo el riesgo de que cualquier entrometido abriera la puerta. Es así como actualmente se encuentran en ese apartamento oculto de la mirada de los demás, la oscuridad predomina en el lugar y al a penas haber dado un pie dentro de la habitación, Dick es inmediatamente empujado sobre la cama, el ojizul le da una sonrisa divertida.

— Alguien ya no podía contenerse eh...

— Llevo esperando esto por una maldita década ¿Qué esperabas?

Y aunque su tono pretende sonar frustrado, en realidad está mas aliviado que otra cosa, se inclina hacia abajo para rozar sus labios sobre los del mayor, mientras sus manos ya han comenzado a juguetear con aquellos pantalones sorprendentemente ajustados. Se desnudan en cuestión de minutos, sus manos se mueven de manera mecánica, pero extrañamente natural, por confuso que aquello suene.

— Dickiebird eres caliente. 

El más pequeño de los gemidos escapa de los labios del mayor ante la presión que le es ejercida en su flácido miembro, sus acciones actuales son la consecuencia de una serie de emociones reprimidas desde hace tanto tiempo, impaciencia es poco para describir lo que están sintiendo. Jason esboza una suave sonrisa, es cierto que el deseo se encuentra en la superficie, pero además de deseo, siempre ha tenido ese "amor inocente" por el hombre de ojos azules.

— Hm... Jaybird es cálido.  

Piel con piel, presionadas la una contra la otra, en tiempos pasados bromeaban sobre la diferencia entre sus alturas, siendo el menor el más alto y el mayor el más bajo, siempre han sido opuestos, como el rojo y el azul, Jason teniendo un gusto por la sangre, asesinando a todo aquel que no merezca vivir, Dick como el azul relajante del cielo, basta perderse en su mirada para sentirse caminando sobre nubes, para sentirse amado, son completamente opuestos, pero por esa misma razón se complementan, siempre lo han sabido. Mientras el pelinegro de ojos azules tiene la cabeza sobre el pecho del ojiverde, este último le acaricia delicadamente las hebras rebeldes de cabello.

Son capaces de sentir los latidos del corazón del otro y esto es como una suave melodía, un delicado ritmo que los calma, cosas como el deseo no se pierden de un momento a otro, claramente la pasión que el sexo otorga no se ha esfumado, pero algo en simplemente compartir un abrazo estando desnudos vuelve de esta una situación memorable, se encuentran expuestos al otro, vulnerables, visibles y es por ello qué el momento se vuelve más preciado que antes.

— Sabes Dickiebird, las cogidas pueden esperar.

Dice en voz baja, su declaración provoca que el mayor suelte una risilla, porque esas palabras son contrarias al frenesí inicial.

— ¿Qué te hizo cambiar de opinión, Jaybird? ¿Ya no mi quieres mi trasero?

Eso se gana un giro de ojos por parte del anti héroe.

— Al volverte mío, tu trasero ya es mío, pero no es eso. — Su semblante cambia a uno más relajado e inocente, como el de un adolescente a punto de confesarle su amor eterno a esa persona preciada para sí, lo que no está tan lejos de la realidad. — Hemos tenido una mierda emocional con la que lidiar y aunque el sexo es un jodida buena manera de liberar el estrés, no quiero tenerlo contigo solo por eso, quiero que sea cuando... Estemos completamente bien.

Ante sus palabras, recibe un tierno beso en los labios, si, son como un par de adolescentes que se mueven en son de hormonas con cosas más cursis en el medio, pero está bien.

— Eres todo un seguidor de novelas románticas eh.

— Pfff, si claro, yo cree las novelas románticas birdie. Y para que lo sepas, cursi solo por tí.

El mayor de ojos azules suelta una risilla y luego deposita un beso que es como un revoloteo en la comisura de sus labios.

— Está bien Jay, yo lo llamaría "dulce" eres muy dulce Jaybird. Hablando de novelas románticas...

— ¿Si?

— Mañana tengamos una cita.

¡Cómo a ese maldito Goldie! Un pequeño sonrojo se puede vislumbrar en las mejillas del menor, asiente con la cabeza, demasiado avergonzado cómo para hablar, al ver su expresión, el mayor le da un beso en los labios que lo deja aun más atónito. Sin darse cuenta, en cierto momento ambos comenzaron a rendirse ante el cansancio, de manera somnolienta uno de ellos arrojo una sábana sobre sus cuerpos mientras poco a poco eran arrullados por las respiraciones y latidos del otro hasta finalmente quedarse completamente dormidos.

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"Nuestro nido JayDick"Where stories live. Discover now