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  Había pasado una semana desde la última vez que vi a William y seguía dándole vueltas a todo lo que había pasado en solo dos días

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  Había pasado una semana desde la última vez que vi a William y seguía dándole vueltas a todo lo que había pasado en solo dos días. Hoy era lunes, catorce de julio, nueve de la mañana. Louis libraba, así que habíamos decidido ir de visita por el centro de Londres. Yo fui la última en estar lista, porque en la ducha solo podía pensar en el lío que tenía en la cabeza. Las chicas me lo habían notado, pero no quise contarles mis dudas e inseguridades hasta ayer.

—Pero... —me decía Danna— ¿qué es exactamente lo que te preocupa?

—Pues, que desde que conocí a William, no he podido dejar de pensar en él —les confesé.

—¿Pero por qué? —preguntó mi hermana Alli.

—No lo sé. Me parece alguien insoportable. Ni siquiera creo que él haya pensado lo más mínimo en nada de lo que pasó la semana pasada.

—Y eso a ti te molesta en el fondo —me dijo Riley con una sonrisa de medio lado.

—Pues no lo sé, Riley. Es todo raro —suspiré—. Ni siquiera sé si quiero volver a verle todavía.

Pues, aunque no estés preparada amiga Carla, hoy vas a volver a verle. Y esa es la razón de estar media hora en la ducha, comiéndome las uñas por los nervios. Y ni siquiera sabía por qué estaba nerviosa.

Cuando salí, me maquillé todo lo rápido que pude. Después, me puse un vestido corto con dibujos de hojas verdes, que me quedaba realmente bien. Había pertenecido a mi madre y ahora era mío. Sin embargo, nunca estaría tan guapa como mis amigas y mucho menos como mi hermana.

Riley llevaba un peto color azul claro y Danna un mono azul marino. Mi hermana llevaba un vestido rosa palo precioso, que le sentaba genial con el color de su piel.

—Menos mal —exclamó Louis—. Harry lleva esperándonos en la parada de metro de al lado del Big Ben una eternidad.

—¿Y William? —preguntó mi hermana.

—Otro tardón —suspiró Louis. Salimos de la casa, y ahí estaba él. Guapísimo. Con una camiseta azul cielo que le quedaba tan bien. Joder. No entiendo por qué tiene que tener esa actitud tan jodidamente mala. 

—Ya me echábais de menos —dijo con su actitud burlesca de siempre. Saludó a Louis—. Hola chicas, cuánto tiempo. Cualquiera diría que vivimos en la misma calle. 

—Eres tú quien no se deja ver el pelo —le contestó Danna riendo. 

—Digamos que he tenido muchos... planes —tosió y volvió a reir. Si es que de verdad, soy gilipollas. Toda la semana rayándome: ¿habrá pensado en mí? ¿habrá pensado en esa noche? Si es que no se puede ser más cínica de lo que soy yo, me quejo de su actitud y la peor soy yo. Idiota. 

—¿Has vuelto a ver a Diana? —le preguntó mi hermana. Habíamos empezado a andar hacia la parada de metro más cercana que teníamos. 

—Mmm... —reflexionó durante unos cuantos segundos— ¿quién es esa? 

Enséñame ©Where stories live. Discover now