El chico del suéter amarillo

83 17 0
                                    

Ese día fue diferente pese a lo repetitivo de la situación. Jimin usaba un suéter amarillo que desde la distancia se podía notar lo suave que era, casi tan suave como él, y que hubiese sido agradable de ver de no ser por el calor infernal que la primavera traía consigo cada mañana.

Intenté bromear con él, —¿El invierno vendrá pronto?— pero no hubo una sonrisa en su rostro, tampoco lágrimas ni mucho menos enojo. Él se veía tan... ¿Vacío?

Otra vez había cruzado los barrotes pero en esta ocasión sus manos no los tomaban para asegurarse de no caer. Se veía bastante seguro pero era difícil realmente averiguarlo por lo inexpresivo que su rostro se encontraba. De cualquier forma no pareció sorprendido ni afectado cuando se percató que nuevamente yo estaba ahí para él.

—¿Qué sucede, Jimin?

Pareció pensárselo un poco, le vi pasar saliva con dificultad un par de veces; no es que yo fuese un experto en leer a las personas pero supuse que era algo de lo que no se podía hablar tan a la ligera cuando parpadeó lentamente y abrió los labios intentando que algo saliera de su garganta.

Me había convertido en alguna clase de consuelo para él, un refugio, con el transcurso de los días él esperaba pacientemente a que yo llegara para simplemente dejar de aparentar que todo estaba en order. Por ello me sorprendió el casi permanente silencio que se asentó apenas la pregunta salió.

Sin embargo no le presioné. Incluso por un momento acepté su ausencia como parte de un ciclo. Todos necesitábamos diferentes tiempos y circunstancias para intentar sanar y sí ese era el método de Jimin para refugiarse entonces yo no podía ni quería interrumpir.

Siendo el caso, estuve a punto de desistir y regresar por dónde había llegado, hubiese sido lo mejor, era el punto de no retorno para ambos, mi cerebro exigía que saliera de ahí pero no pude notar cuán desesperado estaba hasta que el aliento comenzó a fallarme y mi estómago se revolvió.

—Vine aquí... —Dijo. —Vine aquí porque quiero borrar el peor error que pudo existir.

—¿De qué hablas?

—E-Es muy doloroso, Hyung. —Su voz tembló, reteniendo el llanto o forzando su voz, no lo pude captar debido a mi propia incomodidad.— Mi cuerpo duele todo el tiempo últimamente.

—¿Estás enfermo? —Fue lo primero que pensé y él simplemente levantó sus hombros para restar importancia.

—Supongo que sí. —Continuó. —Papá dice que sí cada que me ve llegar a casa.
A veces él se enoja... La mayor parte del tiempo en realidad. Mamá dice que es mi culpa por llegar a la hora que sirven la cena, ellos no quieren verme.

—Jimin...

—Creo que no debí nacer, Hyung... —La primer lágrima resbaló. —Ya no quiero recibir golpes, ni que me lancen objetos apenas pongo un pie en el lugar. N-No... No es algo con lo que quiero lidiar más.

Mis rodillas temblaron, pude sentir la gravedad haciendo presión sobre mi cuerpo hasta el punto de ahogarme. Jimin mantenía su rostro apagado y perdido en algún punto más allá del techo que quedaba a sus pies.

Intenté mantener la calma pero estaba siendo demasiado. Había tanto de todo rondando el ambiente que se volvió casi imposible mantener la compostura que mi cuerpo aparentaba tener.

Las palabras salieron sin pensarlo, realmente no me importaba de todas formas. Jimin y yo no éramos amigos, simplemente dos extraños que habían conocido con un mismo deseo. No tenía por qué interesarme. "No te entrometas." Decía mi subconsciente. "No te entrometas." Repetí.

Pero de todas formas terminé por decir algo de lo que ni siquiera yo estoy convencido. —Hey, no lo hagas.

¿Qué podía decir? No es como si realmente pudiese detenerle, como si realmente tuviese algún derecho a hacerlo.

Estaba siendo tan doloroso escucharle porque le entendía, cada una de sus palabras, cada temblor escondido bajo su enorme suéter, cada lágrima adornando sus mejillas se sentían propias.

—Hyung... Yo...

—D-De cualquier forma aléjate de ahí. —Le interrumpí.— Es demasiado doloroso verte hacerlo. — Y obligándome a caminar hasta él intentando que mis pasos no se notaran tan inseguros como realmente estaban siendo fue que sostuve su mano para hacerle volver.

El momento fue extraño, parecía que toda clase de confianza que hubiésemos logrado generar en los días anteriores se hubiese roto junto con nuestros propios pedazos que caían uno a uno hasta quedarse en el lugar al que parecían pertenecer.

Volvíamos a ser dos extraños que habían sido inoportunamente atrapados en situaciones incómodas, dos extraños frustrados y ciertamente afectados.

—Supongo no será hoy tampoco.— Y Jimin desapareció otra vez.

MY -R- 🌼 YMOnde as histórias ganham vida. Descobre agora