Comienzan los tragos, Sasha, Ava y yo protagonizamos el show de media noche sobre la mesa, misma que posee un tubo en el centro. Bailamos al ritmo de Don Omar.

—¡Eso es nena! —los hombres de nuestra mesa gritan y chiflan. Así como también los de mesas alrededor y del primer piso. Sasha toma mi mentón y se acerca propinandome un beso que por supuesto no rechazo. La rusa y yo nos comemos bajo la eufórica oleada de gritos y alaridos.

—Quiero arrestarlas por alterar la paz —comenta Robin, uno de los policías
—, en mi pantalón...

La rusa me manosea más de la cuenta, el simple tacto de ella y el recuerdo de dicho irlandés... logra encender mi piel.

Sasha y yo nos separamos, ella tira de mi labio inferior dedicándome una mirada cargada de coquetería.

Las tres continuamos bailando, juntas, cuando la última canción termina, el lugar rompe en aplausos y Patrick md ayuda a bajar.

—Pero que escondidito te lo tenías.

—Tu amiga besa muy bien. —me acomodo el vestido antes de sentarme a su lado. Pido un trago cuando uno de los meseros pasa y este me lo trae minutos después.

—Creo que le gustaste. —me dice.

—¿Cómo? —sonríe.

—Mi Sasha... gusta de las chicas. —cuando la miro, ella está mirándome mientras sorbe del pitillo de su trago.

Le sonrio y regreso la mirada hacia el chico rubio cenizo que me mira espectante.

Charlamos unos cuantos minutos más, ensimismada en mi propia burbuja, creo ver a lo lejos aquellos malditos brazos tatuados que ponen a latir mi corazón desenfrenado. Me está mirando desde la otra esquina.

Luciano.

—¿Todo bien? —cuestiona Patrick al notar mi respiración acelerada.

No respondo.

Cuando vuelvo a mirar, ya no está.

Pero aquello no disminuye mi preocupación. La pone en aumento, desencadenando los primeros espasmos de mis muy conocidos ataques.

No puedes aquí, no puedes...

La voz de Patrick se escucha tan lejana, tan profunda. Silenciosa y grave a la misma vez. Solo escucho el desbocado latir de mi corazón, lo vuelvo a ver... y mi pecho se comprime.

—Grace... —ecos, son solo ecos.

Alguien me toma por los hombros, me mueve un par de veces pero lo sigo viendo.

De un momento a otro, desaparece entre el bulto de gente que sale de la planta alta. Ya no está.

—¡Grace! —reacciono—, ¿Estás bien?

—Yo... sí... —le contesto a Patrick quien me mira extrañado—, lo estoy. —noto que ha llegado más gente a nuestra mesa. Tres personas que sacan artefactos raros y consigo, comienzan a venderles a Sasha, los policías, Ava y hasta el mismo Patrick.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Where stories live. Discover now