—¿Yo? —. Dijo señalándose a sí mismo con sorpresa, ambas cejas levantadas y una mirada de no poder asimilar lo dicho.

El pelinegro rió debido a la cara del joven, era graciosa y muy tierna. Wooyoung no sabía qué decir ante eso, la risa de su jefe era hermosa, podía decir que era la más linda melodía que había oído nunca. Una sonrisa apareció en sus labios, al mismo tiempo que un rubor pintaba sus mejillas. Escuchar la risa del pelinegro, era algo que el menor había estado esperando para oír, había deseado poder saber como era, y ahora que lo sabía... no podía dejar de sonreír para nada.

—¿Sabes...? —. Al decir eso, el rubio levantó su mirada para estar atento a lo que sea que su mayor le dijera. —Kevin... fue mi pareja hace años, cuando yo iba en la preparatoria. Él era una persona especial para mi, dije que lo cuidaría de cualquier cosa, y prometimos estar juntos, pasara lo que pasara, le di mi confianza y... él terminó por destruirla. Kevin se dejó influenciar por lo que mi padre, y ChanHee, decían de mi, él les creyó, y me traicionó. Antes de darme cuenta, Seonghwa me dijo que algo estaba mal, que no confiara más en Kevin.

*Pasados unos meses, yo seguía sin creerle a Park, le dije que no se metiera y que se callara, que dejara de molestar con eso. No fue hasta después que vi a Kevin teniendo sexo con otro, me molesté, y antes de que dijera algo... él me confesó que había estado acostándose con varios chicos mientras estaba de novio conmigo. Eso lo dijo como si no tuviese importancia, como si lo de nosotros no fuese real. Mi coraje y dolor era tan grande, que terminé por destrozar toda mi habitación. Seonghwa logró controlarme y calmarme para que no cometiera un locura. Días después me prometí no darle afecto, o cualquier muestra de cariño, a las personas; no deseaba volver a pasar por lo mismo. Park ha estado junto a mi durante años, él es mi fortaleza, él conoce todo mi pasado, lo que me hace "feliz" y lo que me enoja, incluso, me conoce mejor que nadie, me conoce mejor que yo mismo.

Al finalizar, el rubio se quedó callado sin saber que comentar respecto a eso. Su corazón se detuvo al recordar lo dicho por el mayor, obviamente era injusto lo que su hermano ChanHee y su propio padre lo trataran tan mal. Intentó entender a ambos, pero por más que trataba, no lograba nada. De todo eso, al que más comprendía era a su jefe, entendía el por qué de su manera tan agria de ser, lo comprendía muy bien; tal vez no había pasado por algo similar pero se imaginaba una escena en la cual él mismo fuese San. No era nada lindo tener una familia tan rara y que fuese mala contigo.

—Yo...

—No lo digo para que me tengas lástima, o para que me veas como la débil víctima. Lo digo para que entiendas que mi tonta familia es un asco —. Dijo con voz severa, su mirada estaba apagada y perdida en la nada del despacho. —Mi padre es un malhumorado de mierda, lo único bien que hace es darle noches de placer a su maldito hijo. En tanto a ChanHee... maldición, él es un asqueroso dolor de muela, el idiota no hace otra cosa que estar molestando y jodiendo mi vida cada que puede —. Se quejó.

—No, yo... lo siento. Imagino que no es sencillo estar tratando con familiares así pero, siendo honesto, usted es mucho mejor que ellos —. Aseguró.

El mayor lo miró con una ceja arqueada, no entendía a lo que su menor se refería.

—¿Qué estás diciendo?

—Digo que... usted es mejor persona que su padre y hermano, tal vez ya lo tenga harto al estar repitiendo lo mismo, pero es la verdad. Mire, sé que no se lleva bien con sus familiares, es por eso que le diré que... debe demostrar que es más de lo que aparenta ser. Jefe Choi, su apariencia lo hace ver como un hombre malo, grosero y varias cosas negativas más, la manera en que trata a sus empleados no es la correcta, así que debe empezar... cambiando ese semblante frío y seco que se carga, muestre uno mas... relajado y calmado —. Contestó el rubio con una sonrisa.

San, aparentemente, había entendido el punto, sin embargo, no estaba seguro de que el mayor estuviese de acuerdo con ello.

—Jefe Choi —. El mencionado lo miró. —¿Puedo pasar a su baño? —. La verdad no necesitaba usarlo pero, siendo sincero, quería alejarse de la enorme tensión que estaba adueñándose del lugar.

—Está bien. Sólo sube las escaleras, es las segunda puerta a la derecha —. Respondió sin más.

El joven había notado el tono de voz gélido del pelinegro. Debía admitir que no le había gustado para nada ese tono, le hacía sentir triste, ya que, sus vecinos no le hablaban para nada a él o a su progenitora, y cuando hablaban, les contestaban de una mala manera. Era por eso que no tenía amigos en su colonia.

Subió a paso lento las escaleras, no tenía ganas de nada, se sentía solo a pesar de tener a su madre y un amigo con él. Al entrar al baño, recargó sus manos en el lavamanos, se miró al espejo, sus ojos retenían unas cuantas lágrimas que imploraban por salir. De alguna manera, todo le ocasionaba tristeza, deseaba ser alguien más, alguien distinto; aunque pedía eso, bien sabía que era imposible. Sin aviso, y sin permiso, un sollozo salió de su boca para ser ahogado de inmediato con ayuda de sus manos, cerró sus ojos con fuerza al sentir aquella dura opresión en su pecho, era como si tuviese un enorme hueco cerca de su corazón. Sin previo aviso, ya se encontraba llorando en silencio, la verdad extrañaba ser pequeño, un niño que veía el mundo brillar y en el cual podía jugar y divertirse pero... el tiempo no se puede revertir, no puede volver al pasado, sería difícil. Volver a nacer tampoco era una solución, no resolvería nada, solamente cambiaría de vida y cuerpo pero el destino, muy probablemente, sería el mismo.

No supo en que momento fue, solo supo que estaba aferrado con fuerza al cuerpo de su jefe, este lo estaba abrazando sin decir nada; sólo se limitaba a sobar la espalda del menor para calmarlo. El rubio no paraba de llorar descontrolada mente, sus ojos cerrados con fuerza, sus mejillas rojas y mojadas debido a las lágrimas, sus manos tomando con fuerza el saco de su mayor, sollozos ahogados por el pecho del mayor, en fin, estaba hecho un desastre. El pelinegro, nunca antes, había abrazado a alguien que lloraba, no era lindo ver al joven tan devastado, pero... ¿Qué más podía hacer?... No era fácil para él.

—Ya... Wooyoung, tranquilo, todo estará bien —. Susurró de una manera calmada. —Woo —. Le llamó para que este lo mirara.

La mirada del menor era triste y apagada, aquellos ojos estaban muy rojos y un poco hinchados. El menor no dijo nada. Wooyoung estaba sentado en el piso, mientras que San estaba hincado a su lado, aún mantenimiento el abrazo. Choi observó el rostro de su menor y sonrió, a lo que el rubio hizo un puchero triste y sin ánimos.

—Aún con los ojos rojos... aún con esa mirada decaída... te sigues viendo adorable —. Confesó.

¿Había escuchado bien?

Sí.

No podía creer que su jefe le dijera que era adorable incluso si estaba hecho un total desastre. No sabía si ponerse feliz o llorar más.

—Yo... ya te lo dije, no estoy listo para una relación pero... —. El menor le puso atención. —... lo intentaré —. Al escuchar eso, el rubio abrió los ojos con sorpresa.

—¿Qué...? ¿Qué quiere decir? —. Su voz sonaba muy apagada.

— Desde hoy, te prometo que haré lo posible por... por mejorar y... comenzando ahora, serás mi pareja —. Aseguró.

Si Wooyoung quería olvidar la tristeza que sentía, San había logrado desaparecer esa emoción de un segundo a otro. Vaya que Woo estaba sorprendido, y bastante.

Una de las manos del mayor acunó su mejilla, para luego acariciarla con delicadeza con ayuda de su pulgar. Sus miradas se encontraron, convirtiendo ese, tan inesperado, momento en uno especial para el menor. San lo acercó a él y se inclinó para juntar sus labios en un suave beso, el pecho del menor estalló ante esa sensación tan linda que sentía en su estómago.

Nada era mejor que ser besado por Choi, de eso estaba seguro.

Lo intenté // SanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora