IV. LA LLEGADA DE UN SONIDO ANGELICAL.

52 3 8
                                    

Sentada en el sillón, desbloqueé mi teléfono y apareció la página de Internet donde había visto su información, la leía más detalladamente cuando entró otra enfermera a la habitación y miró de reojo mi móvil.
–¿Así que estaba contigo?– me preguntó señalando con la cabeza a mi príncipe kazajo.
–Sí, una familia que conozco lo encontró en la madrugada y lo llevaron a su casa, estaba muy cansado, así que yo me lo llevé conmigo y dejé que repusiera energías.– intenté justificarme, pero fue en vano, ya que mi imprudencia no tenia justificación.
–Mis padres estaban entre el grupo que lo buscó desde anoche hasta pasado el medio día. No sabes la indignación que sienten ahora que saben que una chica lo tuvo todo el tiempo, una mujer que también ayudaba a buscar entre los escombros resbaló en el fango y cayó entre las raíces de los árboles de la selva, se golpeó la cabeza, se astilló un pequeño hueso del codo, entre otros golpes menores. Ahora esta a 3 habitaciones de aquí. Solo lo decía por si querías saberlo.– Quería pedir disculpas por mi inmadurez, pero ya era tarde, sentí tanta culpa que solo me quedé enmudecida– Mira, de todos modos no te puedo culpar por lo que hiciste, supongo que yo también hubiera hecho lo mismo, aunque si hubiera sido uno de mis padres quien se lastimara... no estoy segura de que estuviera tranquilamente hablando contigo.– Me decía mientras le ponía la aguja con suero a Di.– ¿Cómo conociste a Dimash?– Preguntó con curiosidad.
– Ya te dije, lo conocí por parte de uno de mis alumnos, soy maestra de primaria, la familia de mi alumno lo encontró cerca de la laguna. Yo no sabía nada acerca de él, hasta que lo llevé a mi casa. –Solo quería que todo terminara, que me dieran mi penitencia y dejar de sufrir mis malas decisiones.
– ¿Entonces no escuchaste aún nada de él? ¿Ni una canción? ¿Un concierto? ¿Una presentacion? ¿¡Nada?!
–No.– musité.
–¡¿Y qué esperas, mujer?! ¡No sabes de lo que te estás perdiendo! Solo porque yo me tengo que ir y atender a otros pacientes, pero... –tomó mi celular sin permiso y fue directo a YouTube, tecleó un poco y me devolvió mi móvil.– Mira ésto, te lo puse con subtitulos para que lo entiendas– supuse que estaba en kazajo o en ruso y solo arqueé una ceja.– esta canción está en francés, Dimash canta en alrededor de 10 idiomas, así que tienes mucha tarea, ya no te lamentes, a la gente se le va a olvidar rápido lo que hiciste... menos a la mujer de la fractura, supongo que a ella nunca se le va a olvidar.– finalizó pensativa y después de un breve instante me miró y me sonrió alentándome a que mire el video.
Bajé el volumen y luego recordé que en la cartera traía tenía unos audífonos, me los coloqué ya que no quería despertar a Di y ahora sí, reproduje el video.
Lo primero que pude observar fue la impeclable imagen de él en su traje azul, su sonrisa y como saludaba a la gente a su alrededor. Comenzó a cantar... no puedo describir la sensación que me dió al escuchar las primeras palabras que salian de su boca, me erizó la piel, tuve que pausar el video y subir la mirada hacia él que yacía recostado en esa cama de hospital, no podía creer que fuera la misma persona, miré de nuevo mi móvil y reproduje otra vez desde el principio ahora sí me dispuse a escucharla toda completa, escuchándolo hablar, jamás te imaginarias que el pudiera cantar así, me removió todo mi ser, me conmovió hasta las lágrimas... la letra... eso me quebró... ¡tantas veces me he sentido así! Su voz, a ratos imponente, fuerte, grave, pero cuando tiene que ser dulce lo es. Termino el video llorando como una Magdalena, me acerco a él y me siento en la silla que está a un lado de la cama, recuesto mi cabeza sobre su abdomen y tomo su mano, entrelazo nuestros dedos, quiero ver otro video, pero a la vez no quiero dejar de sentirlo, escucho atentamente los latidos de su corazón y siento también los míos que resuenan a la par de los de él, una bella sinfonía a dos corazones que me hacen dormir plácidamente por unos cuantos minutos, me despierta la misma enfermera que me puso el video tocando mi mano que sostenía la de Dimash y con la otra tomándome del hombro, para susurrarme que se encontraba el doctor en la habitación, me levanté inmediatamente sobresaltada, aunque era lo que la enfermera quería evitar y me apresuré a preguntar por qué había tardado tanto en ir a la habitación de Di.
...No fue buena idea...
–Señorita, creo que no está en posición de reclamar por el tiempo que nosotros tardamos en atender a este hombre, si usted lo anduvo paseando todo el día...
–Sí, tiene razón, disculpe...
–Tengo entendido que ya había venido un colega a tomar sus signos vitales y que Alejandra vino a ponerle suero...
–Sí, así es.
–Si mis dos colegas ya lo vinieron a evaluar y no me mandaron llamar inmediatamente, es porque el joven se encuentra bien, en emergencias, tenemos otros casos que ciertamente son más urgentes que el de un joven que llega caminando y le repito, no es que no hubiéramos querido atenderlo de inmediato, pero el se encontraba bien, mientras que otros pacientes tenían problemas mucho más graves, como apendicitis, huesos rotos, o accidentes automovilísticos.–deseé no haber abierto mi bocota.
–Claro, doctor, no pasa nada, disculpe, ¿Podría atenderlo ahora? Parece que tiene un problema de memoria.
–Sí, a eso he venido, voy a proceder a despertar al paciente.
–¡No! –grité algo fuerte– yo lo despierto enseguida...– compuse. El medico me miraba raro pero accedió aunque no fue necesario, ya que con mi grito había despertado.
–Di, how do you feel?
(Di, ¿Cómo te sientes?)
–I'm hurts it all...– dijo tratando de sentarse torpemente en la cama.
(Me duele todo).
–Wait, let me help you.– dije y me apresuré a la cama
(Espera, déjame ayudarte)
–Bien, así que la super estrella no habla español... – Preguntó el doctor en tono sarcástico.
–No, de hecho su inglés tampoco es muy bueno, hay que hablarle despacio para que entienda– respondí con inocencia.
– Menos mal que nosotros si lo aprendimos en la facultad, ¿Verdad, Alejandra? –volteó a ver a la enfermera como si entre ellos hubiera una historia detrás y Alejandra agachó la cabeza avergonzada.– Bien, ¿Dices que tu nombre es Dimash?– cuestionó el médico, yo me dispuse a traducir, pero me vi interrumpida por el médico.– Señorita, le estoy preguntando al jóven, no me haga hacerla retirar de la habitación.
–P-pero... le acabo de decir que no habla español, su idioma natal es el kazajo, el ruso...
–Señorita, es la última oportunidad que le doy para permanecer aquí, ¿Es usted pariente del jóven?
–N-no...
–¿Es usted su novia?
-N-no..- respondi y yo también agaché la mirada.
–entonces hágame el favor de mantenerse al margen, soy neurocirujano mi trabajo aquí es diagnosticar no solamente los golpes físicos, si no también las secuelas que esos golpes puedan tener dentro de su cerebro,  así que le pido de la manera más atenta que me permita hacer mi trabajo si no quiere que la saque de la habitación, pues como me dijo, no tiene ningún derecho de permanencia, ni mucho menos de abrazar al paciente como lo estaba haciendo hace unos momentos.- se quedó pensando unos segundos y luego continuó- ¿Sabes? Alejandra, sácala de aquí, en realidad no, no tiene ningún derecho de permanencia y hay que respetar la privacidad del paciente.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Sep 23, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Donde nace el deseoWhere stories live. Discover now