Capítulo 44 (Final)

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Y más atrás, apoyado cerca de la puerta, Erick.

Sentí el corazón en la garganta, los pulmones fallaron en su misión y me olvidé por completo de como respirar. Estaba ahí. Aplaudiendo y mirándome sonriendo, como si también se sintiera orgulloso de mi.

No todo estaba perdido, él no se había olvidado de mi existencia, no despareció de mi vida como quería hacerme creer. Bajé del escenario e ignoré a mis compañeros de clase, lo importante ahora era alcanzar a Erick, caminé con prisas hasta el lugar en el que lo había visto pero al llegar allí estaba vacío. Miré a ambos lados con la esperanza de encontrarlo pero nada. Me golpearon las ganas de llorar y me sentí decepcionada una vez más, salí para estar al aire libre, para que si me rompía nada me viera.

—Lo has logrado, vainilla —su voz me hizo estremecer, había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que lo escuché hablar.

—No sería gracias a ti —repliqué, a pesar de que mis pies ya me estaban llevando hacia él, lo abracé sin importarme nada más que la calidez que sus brazos podían darme.

—Lo sé, pero ha sido mejor así —besó mi frente, sus labios se sentían tan cálidos y suaves como la última vez—. Te estás haciendo una adulta, ¿eh?

—¿Sabes lo que significa eso? —alcé mis cejas divertida, él negó con la cabeza a pesar de que ya estaba sonriendo, esa sonrisa que delataba que sí sabía lo que iba a decir a continuación—. Significa que ya no tendrás que preocuparte follarte a una menor.

De sus labios se escapó una carcajada que le hizo vibrar el pecho, eso me hizo reír a mi también. No podíamos actuar como si todo este tiempo no hubiera existido... Sin embargo, lo estábamos haciendo.

—Sé que dije que estaría para ti así que aquí estoy, no me mates antes de tiempo, por favor.

—El libro de La Celestina fue cosa tuya, ¿verdad? —pregunté.

—¡Claro! Y también el vibrador de color verde que te dejé en tu habitación ese mismo día.

Me sonrojé.

Y yo pensando que eso había llegado a mi habitación por error...

—No me digas que no lo has usado... —bufó al ver mi expresión—. Y yo molestándome por encontrar un vibrador de nuestro color favorito y con mis centímetros para que después no lo uses.

—¡Yo no sabía que era para mi!

—Pues no iba a ser para tu padre —rodeó los ojos, con esa sonrisa maliciosa en los labios.

La sonrisa que siempre daba comienzo a todo.

—Por lo que veo has estado desatendida durante este tiempo, ¿eh? —chasqueó su lengua contra su paladar y negó con la cabeza—. Nuestros cuerpos tienen una conversación pendiente, ¿no es así?

—No solo nuestros cuerpos —susurré antes de que sus labios atraparan los míos, besarlo fue la mejor cosa que me pudo pasar ese día, seguía teniendo ese toque exquisito que tanto me gustaba y que tan imposible era de olvidar—. ¿Por qué siento que esto suena más a despedida que la anterior...? ¿Este es el final?

—¿Cómo puede ser el final si no te he contado la historia desde el principio?

Entonces empezó a hablar sobre mis labios, contándome con detalle toda nuestra historia, una que había empezado antes de lo que yo imaginaba.

Nuestra relación no fue planeada, simplemente surgió y trajo con ella muchos inconvenientes para terceras personas, pero las cosas inesperadas siempre suelen ser las mejores, aunque ambos sufrimos las consecuencias de la distancia (y no solo de ello). Claro que hubo problemas, claro que hubo peleas... Pero sobre todo hubo amor. Uno acertado, uno que era más verdadero que el de las parejas que tenían la misma edad, uno que perduraría.

No hace falta relatar lo que pasó después, mis padres estaban al tanto de que él estaba ahí así que no les sorprendió, pasamos el resto del día juntos para mantenernos informados de lo que habíamos vivido durante este tiempo. No había cambiado nada, seguíamos siendo los mismos idiotas enamorados que al principio. El día se hizo corto pero la noche se hizo todavía más.

—¿Y terminaron juntos? —cuestioné cuando él se quedó en silencio, como buena niña le había pedido que me contase un cuento para dormir, pero su voz me daba ganas de trasnochar.

—Me gustaría decirte que si pero... Es broma, no me pongas esa carita —su risa me daba años de vida—. Terminaron juntos, a pesar de todo, él era un cabrón con suerte.

—¿Él? Pero si él fue quien más arriesgó —fruncí mi ceño, él detuvo sus caricias en mi cabello para mirarme a los ojos—. No estamos hablando del cuento, ¿verdad? O mejor dicho, nunca fue un cuento...

Se encogió de hombros, con esa pequeña sonrisa dibuja en los labios, después se inclinó para besar los míos y susurrarme palabras que no podría catalogar como dulces.

Y pensar que todo empezó por los lujuriosos pensamientos...

—Te amo y tal —me hizo saber, atrayéndome hacia su cuerpo una vez más, yo correspondí sintiéndome la persona más afortunada del mundo por tenerlo allí conmigo.

Parecía ser el final pero no estaba ni cerca de ser el comienzo...

|| F I N A L ||

Lujuriosos PensamientosWhere stories live. Discover now