Prólogo.

4.9K 346 34
                                    

Ávidamente, ella trabajaba con los labios de su polla. —Chúpalo, chúpalo con fuerza. —Tristán con una mano sostenía su cabeza, y con la otra mantenía cerrada la puerta, incluso cuando el juez de primera instancia trató de atravesarla para arrestarlo.

Danielle estaba ansiosa por complacerlo. Ella amorosamente aumentó la presión, con la punta de su lengua para seducir la pequeña ranura en la punta de su pene, imitando el movimiento que este instrumento de placer haría muy pronto en su vacío y deseoso coño.

Juliana lamió sus labios. Vamos, oh sí. Dándole al chico una mamada que parecía llevarla a una completa excitación. Ella se retorció un poco en la cama del hospital. Dios, que no daría ella por un pepino para practicar. Un día, ella se prometió a sí misma, que iba a necesitar esta habilidad.

—Ven aquí, querida. —Tristán la atrajo hacia sus pies. —Es mi turno para complacerte. —Él bajó su sostén un poco, sujetando con su caliente y codiciosa boca su dilatado y ansioso pezón.

—Oh, sí, Tris, —Danielle sujetaba su cabeza con ternura. Le encantaba la mezcla de dolor y placer cuando la mamaba, utilizando sus dientes para excitar la punta de su inflamado pecho.

—¿Cómo te sientes, Juli?

—¡Santo cielo! —Sorprendida, Juliana tiró su novela romántica hacia el aire. Aterrizando ligeramente en la cuadrada cabeza calva del médico. —Lo siento, Doc. ¡Me asustaste! —Juliana agarró su pecho, contenta de que su corazón no padeciera la enfermedad du jour.

—¿Estabas leyendo porno de nuevo, Juli? —Al Doc Mulligan le encantaba burlarse de ella. Ella era tan linda como tan dulce.

—No es porno, Doc. Es romance erótico; sabes que hay una diferencia.

Ella todavía estaba acostada en la cama cuando el médico verificaba sus signos vitales. Él estaba escuchando su corazón, pero esto no le impedía continuar con sus bromas.

—Oh Dios, debe haber sido algo bueno, tu presión arterial está ligeramente elevada. —Juliana se sonrojó y se tapó su cabeza con la almohada.

—Fue muy caliente.

—Explícame la diferencia entre pornografía y erotismo. Yo no creo
que pueda vivir un día más sin entender las variaciones en esos
géneros. —Doc Mulligan se las arregló para mantener una cara completamente seria.

Juliana sonrió; a ella le gustaba cuando el médico bromeaba. Debido a la enfermedad con la que había luchado durante mucho tiempo, las oportunidades de interactuar socialmente con las personas eran muy pocas y distantes. Por lo general, ella había estado demasiado enferma o cansada para disfrutar de la compañía de nadie.

—No es erótico el romance erótico. ¡Hay una gran diferencia!

Doc Mulligan se echó a reír. Juliana era una delicia. Nunca un gesto, nunca un mal día, no importa cuán malo fuera su diagnóstico.

—Perdón, gran hedonista.

—¿Cómo me llamaste? —Ataques de risa escaparon cuando el médico le hizo una mueca a ella.

—Una hedonista, querida, es una persona cuya vida está dedicada a la búsqueda del placer. —Él hacía notas en su libreta, todo el tiempo.

—Muy bien, eso suena como algo en lo que yo estaría muy interesada. Subscríbeme; creo que me gustaría ser una sobresaliente hedonista. El placer parece ser bueno para el dolor en un día cualquiera.

A pesar de que ella sonrió, Doc Mulligan supo que estaba recordando todo el dolor que había soportado a través de los años. El cáncer podría ser una cruel enfermedad.

Vaquera Ardiente | ✓Where stories live. Discover now