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( séptimo año )
ad: ataque de pánico
Genny y Sirius recogieron algunas papas fritas del café más cercano, así como algunos refrescos mágicos de sabor extraño, un poco curiosos sobre lo que podrían hacer. Bromearon y hablaron, riendo en las bulliciosas calles mientras regresaban al apartamento. Sirius parecía estar de mucho mejor humor ahora, y Genny sonrió ante eso, ya mordisqueando las patatas antes de que llegaran a los demás.
Sin embargo, su risa se apagó cuando se acercaron a una multitud concentrada en las calles cercanas al apartamento. No habían estado allí antes, pero Genny reconoció el montaje. Era un mitin de guerra. Eso hizo que Genny frunciera el ceño, preguntándose por qué tendrían algo tan oscuro alrededor de un lugar rodeado de niños.
Sirius se detuvo a su lado, ambos mirando a la creciente multitud que escuchaba al orador en el escenario.
—¡Quizás deberíamos dejarlo! —el hombre estaba gritando—. ¡Darle a Él lo que quiere para que nos deje en paz! ¡Los muggles nos han cazado y torturado en el pasado, esta podría ser nuestra venganza!
Genny y Sirius compartieron una mirada inquieta. Una madre se abrió paso entre la multitud con sus hijos, moviéndose rápidamente con el rostro pálido de miedo. Ella abrazó a algunos de los niños más pequeños, cubriéndoles los oídos.
—¡Pero está atacando a los nacidos de muggles! —gritó alguien de la multitud, incrédulo—. ¿Somos tan rápidos en incluirlos? ¿Incluirnos por nuestra cuenta?
—¡¿Qué otra opción tendremos?! —gritó el hombre en el escenario, y hubo algunos murmullos entre la multitud. Genny se sintió mal al oír que la mayoría de ellos estaban de acuerdo. La mujer acompañó a sus hijos más rápido y escaparon de la multitud, entrando rápidamente en la tienda más cercana—. ¡Si no lo hacemos, Él nos matará a todos! ¡Salven la línea de sangre - de lo contrario, todos llegaremos a la extinción!
Junto a Genny, Sirius apretó los dientes y dio un paso adelante, pero ella lo agarró del brazo y tiró de él hacia atrás. —No lo hagas —advirtió. Él la miró, furioso al pensar que ella lo detuvo. Genny frunció los labios—. No sabemos lo qué podría hacer, Sirius. Lo último que todos necesitan es un tumulto de ira con todos los niños.
—¿Y dejamos que escuchen esto? —contraatacó.
Genny quería detenerlo. Quería correr hasta ahí y gritar: "¡Son todos unos cobardes!", Pero tenían que ser inteligentes. No podían empeorar las cosas. Genny miró a un niño - de apenas once años que miraba por una de las ventanas. Ella vio a sus hermanos y no se arriesgaría.
