CAPÍTULO 16

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—¡MAX!—vociferó Sam histérica mientras me zarandeaba de un lado al otro. La detuve posando mis manos sobre sus brazos intentando evitar la salida de un fluido que en ese instante ya removía mi estómago.

—Para por favor—conseguí pronunciar antes de que toda la poca comida ingerida durante las horas anteriores, saliera al exterior.

Un líquido ardiente alcanzó mi garganta y subió en forma de arcadas hasta que por fin estuvo fuera de mi ser. Ese olor característico impregnó mis mucosas. Las náuseas parecían multiplicarse. Si permanecía unos segundos más allí, en esa posición, volvería a ocurrir lo mismo.

—Lo siento—fue lo único que logré decir antes de salir escopetada por la puerta de la tienda en la que habíamos decidido pasar la noche hasta llegar a la zona principal donde estaba la cúpula que te permitía ver el firmamento. Toqué mi cuello, estaba empapado de sudor, parecía haberme dado una ducha. Miré hacia arriba intentando descender mi ritmo cardíaco a la vez que me concentraba en observar cada detalle posible de las estrellas que pintaban el cielo. Inspiré y expiré profundamente.
Oí unos pasos que seguían los míos. Los de Sam.

—¿Estás bien?—se acercó a mí dando traspiés hasta donde me encontraba. Estaba segura de que arrugaba su frente y mantenía una expresión apenada, por el tono de su voz fui capaz de percibirlo.

—Sí...—Traté de hacer memoria. Aquel sueño, me había parecido real, del todo real. La piel se me había erizado, notaba el viento en mi nuca, escuchaba como si en realidad hubiera vivido ese momento. No parecía ningún contexto que yo pudiera llegar a imaginarme. Primero lo de la luz, luego lo de los hermanos ¿Por qué demonios había soñado con aquellas personas? ¿Alguien estaba intentando enviarme un mensaje? Si estaba en lo cierto, por alguna extraña razón sabía quién había sido. Aquella brillante llama de fuego —Estoy bien—añadí para rematar.

Intuí que ella había dudado de mi respuesta cuando oí un sonido de desagrado.

—¿Qué ha pasado?

—Una pesadilla—tenía que haber alguna razón, alguna más allá de ser un simple estado de conciencia caracterizado por acontecimientos sensoriales, cognitivos y emocionales mientras dormía. Estaba segura de que aquel sueño significaba algo.

Repasé mentalmente todo lo que había presenciado.

Los dos hermanos hablaban de un pasado doloroso, en el que los habían menospreciado y desterrado de su tierra. Al parecer no sólo eran dos hermanos, en su momento habían sido un grupo de tres, en el que el tercer participante era una mujer—obligué a mi cerebro a hacer memoria.

"—¿Qué haces?—preguntó alguien invisible. Su tono era suave y tranquilo. Fui capaz de interpretarlo como señal de inteligencia. Algo me decía que así era.

—Lo mismo que hice con nuestra hermana."

La mujer estaba muerta, suponía que el hermano con ganas de venganza la había asesinado como quería hacer con su otro hermano. Las razones de por qué quería matarlos deducía que eran para conseguir su poder, ya que al final de mi sueño el hombre había gritado:

"—No puede ser. No puede ser. No puede ser...—cada vez que pronunciaba una letra su voz sonaba un poco más baja—No siento su poder. No siento nada."

Quería el poder para vengarse de su pueblo no humano. Me pregunté si yo también venía de ahí, si yo provenía también de ese lugar.

"—No puedes anclarte al pasado, debes afrontar todo lo que pasó, alejarte y construirte una nueva vida. Te entierras en tu dolor, y eso no sirve de nada.

—¿Te refieres a juntarse con humanos? Porque tengo entendido que tú sabes mucho de eso ¿No era cierto lo de que te habías casado con una mujer?"

Los peligros de confiar #1Where stories live. Discover now