─Jovencito─ una voz femenina llamó al chico, y este se alejó del salón, para ir hacia el docente en cuestión ─¿Tiene permitido pasearse por los pasillos?, ¿dónde está su clase?─.

─Terminé un examen y me dejaron salir. Igual, lo siento, no quería molestar a nadie, iba a ver si un amigo había salido─ el chico se tomó unos segundos para reconocer a la docente que tenía enfrente ─Espere, ¿usted no es la señorita Mallon?─.

─Sí, soy yo─.

─Soy Sal Fisher, ¡fui su alumno el año pasado!─.

─Oh, Sal... lo lamento, los profesores suelen tener como seis clases distintas por turno o instituto cada año, y a veces es complicado recordar a los alumnos del curso pasado. Pero sí, te recuerdo, ¿qué tal te va este año?─.

─Oh, medianamente bien─.

─Dijiste tener examen, ¿qué tal te fue?─.

─Creo que bien. Estudié bastante, y ninguna respuesta me fue ajena a lo que leí antes de venir. Creo que saldrá todo bien─.

─¿Estudias humanístico?─.

─No, artístico─.

─Oooohh, por supuesto. Vaya, creí que te inclinarías hacia el área de las letras. En fin, ¿te has inscrito en algún concurso que esté realizando la escuela?, mira que este año la directora se empeñó en traer nuevas propuestas creativas a la institución, quizás alguna te interese para potenciar tus talentos y habilidades destacadas─.

─Mmm, me inscribí con unos amigos a un concurso de arte, más bien, una especie de exposición. Larry Johnson, no sé si lo recuerda, que estuvo en mi mismo salón el año pasado, se inscribió y usó una de sus pinturas más increíbles, como muestra de lo que hace. Tiene planeado ir a alguna academia de artes o sacar alguna beca, para lograr salir de Nockfell y tener un buen futuro─.

─¿Salir de Nockfell?, vaya, Johnson sí que sabe poner la vara alta en cuanto a sueños o ideas. Le deseo lo mejor, verdaderamente es un joven talentoso. Ahora, casi lo olvido, un profesor me ha dicho que cierto alumno le mandó un cuaderno de poemas, que quería poner dentro de una especie de concurso o algo. ¿Eres tú?─.

─¡Sí, soy yo!, ¿cómo lo supo si no estoy cursando el sexto de las letras?─.

─Bueno, siempre destacaste por tener una redacción impresionante; una creatividad excelsa, y una capacidad de reflexión muy interesante. Tus aportes siempre fueron valorados en mi clase, por más que mi materia nunca fue del agrado de nadie, y es un alivio saber que tuve alumnos que sí tuvieron voluntad de aprobar el curso, sin importar las dificultades que se presentasen. Pero en fin, estoy divagando. El profesor en cuestión me pidió que te dé la devolución de tu trabajo, en su ausencia─.

─¿Le pasó algo al señor Calatrio?─.

─No muy grave. Tiene mesa de examen en otra escuela, y debe estar presente evaluando a aquellos que reprobaron su materia el año pasado, dentro de aquella institución. Como dijo que supuestamente conocía al alumno en cuestión, me pidió que le pase su devolución. Me alegra saber que eres tú el dichoso poeta─.

─¿Qué dijo el señor Calatrio sobre mi trabajo?─.

─Cree que tienes un potencial realmente aprovechable; que tus capacidades de escritura pueden tener un provecho que en un futuro, podría traerte muchos beneficios laborales. Quiere que te animes a postular tu poemario dentro del concurso que habrá a fin de mes─.

─¿Qué concurso?─.

─El de escritores jóvenes, que tengan más de dieciséis años, y tengan algún trabajo terminado y de su autoría que presentar. Es de carácter individual, y tu obra tendrá la posibilidad de competir o estar al nivel de otras, que son propiedad de varios alumnos de distintos centros educativos del estado. ¿Te interesa?─.

─¿Competir por mi poemario... con jóvenes de todo el estado?─.

─¡Por supuesto!─.

─¡Sería un honor participar!, aunque... bueno, no creo ganar─.

─Lo que importa no es ganar, es que alguien lea lo que escribes y no solo diga que tienes potencial, sino que lo financie y lo impulse a desarrollarlo más─.

─Quiero participar entonces, pero, ¿cuales son los premios y requisitos?─.

─Oh, bueno, acompáñame a la dirección. La directora creo que tiene un par de afiches sobrantes, con la información del concurso. ¡Vas a ver que tendrás un gran futuro por delante, Fisher!─.

─Gracias, profesora Mallon─.

─No hay de qué─.

. . .

Las puertas del lugar estaban abiertas ante ellos, y los guardias de estas se hacían a un lado; Travis temblaba, y Lisa sostenía su mano. De pronto, una brisa fresca recorrió sus cuerpos, y el rubio intentó recordar lo que era esa sensación; esa misma había estado en el cuerpo de Sal una vez, y él le tuvo que ayudar a dar ese paso, y animarse a entrar al lugar que le inspiraba nervios, y mucho, mucho miedo. Ahora era su turno, y tenía a quien creyó, más necesitaba en ese momento: una figura materna.

─Tú puedes, mi niño. Lo haremos los dos, juntos─.

─¿Y si él intenta... golpearme, otra vez?─ aún no procesaba el golpe de coraje que había tenido, la vez en la que se animó a enfrentarlo.

─Le haré lo mismo que a las viejas inmundas que varias veces intentaron meterse con mi niño Larry: hacerle vivir el mismo infierno, en cuestión de un par de golpes─.

─No sé si a él te tiemble la mano de golpear a una mujer─.

─La mano quizás no, pero haré que le tiemble todo, donde te toque un cabello─.

─Igual... no me pienso quedar inmóvil. Los golpes de su parte solo me los llevaré yo─.

─Eso lo veremos luego─ la castaña apretó con más fuerza la mano del moreno, y le sonrió ─Vamos─.

─¿Juntos?─.

─Juntos, mi niño─ y ambos se adentraron al edificio; comenzando a caminar por los pasillos ─En nombre de tu buena madre, siempre te cuidaré─.

Superfluo -【Sally Face】Where stories live. Discover now