O3: Los primeros contratiempos.

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Simplemente la mirada del rubio no describía nada, nada más que el deseo de no haber leído lo que acaba de leer, desde el buzón de mensajería de su teléfono. Hasta el momento, creyó que nadie había notado su mueca de disgusto, mezclada con preocupación, hasta que alguien más bajo que él sujetó su mano.

Quitó la vista del mensaje y enseguida miró al peliazul, quien lo miraba expectante, como si esperase la respuesta de una pregunta, que no oyó seguramente por andar distraído en sus pensamientos.

─Perdón, ¿habías dicho algo?─.

─Sí, te pregunté si te pasaba algo─.

─Aah... un mensaje, nada especial─.

─Ajá... ¿y puedo saber por qué parece preocuparte?─.

─Dios, no seas pesado, Sal─.

─Mira, en casa lo hablamos. Vamos, los chicos se nos están adelantando─.

─Cierto, discúlpame, había olvidado lo de...─.

─Lo de Lisa, sí, lo sé, y no te culpo, pero si nos sobra tiempo cada uno podrá comprarle un regalo─.

─Bien, bien. Vayamos─.

Cruzando la entrada de aquella escuela, los chicos comenzaron entre tanta charla y ocurrencias, a planear qué regalarle a la conserje del edificio, en un día tan especial como lo era su cumpleaños. Ashley solo sugirió cosas simples, no relacionadas a su trabajo, pero tampoco inútiles, y que supieran representar el cariño que le tenían su hijo y su hijastro.

Larry simplemente pensaba en música, de aquella que tanto le gustaba a su madre, y que él tanto repelía en fiestas y reuniones donde intentara estar presente. Sally por mientras, consideraba que quizás en vez de regalarle algún disco, el simple hecho llevarla a un lugar como un concierto, donde estuviesen ambos chicos acompañándola, sonaría mucho mejor.

Todd sugirió una cena de madre e hijo, donde la mujer se sintiese privilegiada por una vez, y donde ella no estuviese detrás de sus hijos; aquello mucho no le gustó a Larry, pues la idea de atender de lujo a alguien, le provocaba suspirar de pereza. Hasta el momento, nadie parecía ponerse de acuerdo, y la idea de preguntarle a Maple y a Chug, o incluso al señor Fisher, era la más discutida.

─Oye, Trav─ llamó la castaña, despabilando levemente al rubio ─¿Tú que opinas?─.

─Aahh... ¿de qué? Perdón, no estaba escuchando─.

─Flaco, ¿estás bien?─ interrogó el castaño, con cierto tono de indiferencia ─Hey, media pila, poné atención─.

─Eemm, ¿cual era el punto? ¿Qué querían saber?─.

─Estamos pensando en el regalo para Lisa─ habló el pelirrojo ─¿Ideas?, porque hasta ahora, un concierto; un par de discos, y una cena parecen no ser una opción─.

─Humm... bueno, considerando que es una madre, y que no necesita mucho de sus hijos para ser feliz, no sé, una salida con ella quizás le sea suficiente─.

─Fantástico, justamente iba a llamar al señor Fisher. Capaz una tarde romántica le guste─ habló el castaño; pensativo.

─Eehh, por salida me refería a una de madre e hijo. Solo ella, Sal y tú, Larry─.

─¿Por qué tanta insistencia con salir?, no sé por qué ella querría salir, la pasa bien en el apartamento─.

─¡Larry!─ la castaña regañó al más alto ─Que sea conserje en un edificio no quiere decir que no deba salir. La ha pasado muy bien acampando afuera, o yendo a la playa y al parque, ¿no lo recuerdas?─.

Superfluo -【Sally Face】Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα