03| INCREÍBLE IMAGINACIÓN

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Anha.


Por fin era la noche previa a Halloween, y esa noche un grito agudo me hizo despertar asustada. A mi lado, Ro se levantó asustada y encendió la lámpara que estaba entre nuestras camas.

—¿Qué fue eso?

—Parece que viene del ala izquierda.

Sus ojos reflejaron terror ante mis palabras, sin embargo bajó de su cama y se puso los zapatos.

—No creo que sea buena idea, Ro.

Y antes de que me dijera algo, salió por la puerta. La seguí, no queriendo quedarme sola después de haber escuchado eso.

—¡LLEGARON, LOS DEMONIOS HAN LLEGADO! AHORA NADIE NOS PUEDE SALVAR.

La risa, algo ronca y tétrica, resonó por el pasillo. Varias puertas se abrieron al mismo tiempo y las cabezas de los estudiantes aparecieron para ver que estaba sucediendo. El mismo chico de la noche anterior, al que sedaron, era quien gritaba.

—ESTÁN AQUÍ. VAMOS A MORIR TODOS. LOS DEMONIOS Y LA BRUJA SERÁN LOS RESPONSABLES.

Ro apretó mi mano, asustada, viendo como los enfermeros corrían hasta la última habitación.

—Santo cielo, que escándalo. ¿Qué tiene por cuerdas vocales? ¿Un megáfono?

Me giré, sobresaltada, y pude ver a un Samid somnoliento, un Cam algo asustado y Azafeth quien miraba con fastidio al primer chico.

—Es muy temprano para hacer bromas, Samid —regaño el moreno, haciendo que el rubio riera.

—Andale, Azafeth, que amargado te despiertas por las mañanas —dijo Samid—. Hola, chica asustadiza.

Salté, asombrada de que puso sus ojos sobre mí.

—Parece que le das miedo —se burló Cam.

—Debe ser mi aliento matutino. Pido disculpas.

Azafeth rodó los ojos. Parecía harto de sus estupideces, como si los estuviese soportando desde hace años y aún no se acostumbraba.

—¿Esto es normal? —preguntó el moreno, supongo que refiriéndose a los gritos.

Ro asintió, —Siempre. Aunque ahora se han vuelto más constante.

Cam le echó una mirada a Samid, quién rasco su mentón para sonreír atrevidamente.

—Y yo que creí que mi hermana era estresante. Estos gritos la superan.

Su manera de moverse, de hablar y hacer muecas me daba escalofríos. Era tan raro verlo cara a cara, hacer los mismos gestos, que verlo en mis sueños.

Se sentía casi irreal.

—¿Qué hacen fuera de la cama?

La voz de la doctora Queisell inundó el pasillo. Llevaba sobre su pijama una bata, el cabello recogido y los lentes caídos. Podía verse claramente lo cansada que se encontraba, por la forma en la que bostezaba y trataba de mantener abiertos los ojos.

Azafeth le dio una mirada, lenta, y señaló el pasillo con su pulgar.

—Tu paciente nos despertó. Y yo odio que me despierten.

Samid sonrió, —También sabemos quien despierta tu...

—Suficiente —interrumpió Queisell—. No hay nada más que ver aquí. Todos vuelvan a sus habitaciones.

DIVINO ©On viuen les histories. Descobreix ara