No hay planes perfectos

Start from the beginning
                                    

—¿Esquiusmi? —dije y puse mi mano sobre mi pecho.

—Ahora mismo quiero oír toda la verdad —insistió Leopoldo, que estaba muy decidido.

—Si es lo que deseas... —contesté con indiferencia.

¡Ni siquiera sabía de que verdad me estaba hablando!

—Solo te pido honestidad —continuó con un tono autoritario de quien está acostumbrado a hacerse respetar.

Leopoldo me miraba con los ojos bien abiertos como dos naranjas. Sin embargo, hacía unos sesenta minutos que estaba sentado sin poder moverse.

—Leo, ¿qué desea saber? —supliqué.

—Quiero saber si te gusta Jey.

—Claro que no —respondí con una sonrisa amarga.

—No quiero que me mientas en mi puta cara, Vladimir —contestó él.

—Leopoldo, no lo sé  —susurré para tratar de calmar las aguas entre él y yo.

—Pero, Vladimir....

Lo cierto era que el rubio se estaba poniendo furioso.

—¿Entonces te atraen los hombres?

—No puedo responder eso, yo no tengo claridad.

Leopoldo tomó mi mano derecha y me dijo que era un pelotudo.

—Quizás lo soy —dije.

Leo se quedó quieto durante un instante, sin mover su cuerpo.

—¿Creés que te juzgaré si vos sos gay? —gruñó.

Abrí la boca y levanté un dedo, pero no salió ni una sola palabra.

—Es que yo soy completamente heterosexual —dije.

—¡Ay, por favor! —chilló el rubio—, acá hay una cuestión que tiene que salir a la luz.

—Bueno, bueno, tú ganás...

—¿Y ahora que me vas a explicar —dijo asustado—. ¿Ahora si me dirás toda la verdad?

—Leopoldo, no me gustan los hombres, pero cuando veo a Jey, yo solo veo a Eclipsa tocando el oboe en Anagrama. Esa imagen aparece cuando lo veo y sucede de manera inexplicable.

—¿Acaso estás enamorado de su alter ego?

—Eclipsa me gusta mucho. Ya te dije.

—Amigo, Eclipsa no existe. —dijo Leo, sorprendido.

—Existe.

—¿Estás drogado? —exclamó Leopoldo.

—Absolutamente, no.

—Por favor —explicó Leopoldo —, me estás confundiendo.

—Leo, ella no es un holograma, ni es una mujer real, pero existe —dudé al dar esta respuesta.

—¿Será una extraterrestre? —dudó.

—¡Ja! —dije y solté una carcajada.

No es una mujer real, porque ni siquiera tiene una vagina... —dijo y me golpeó mi hombro con su puño.

—¡Auch! Eso duele.

—No te preocupes, amigo, cuando hablemos con el famoso Jey tendrá fin tu padecer. En cuanto nos diga sus verdaderas intenciones... —explicó Leopoldo.

—No lo entiendo. Es posible que nos diga que se ha enamorado de mí. ¡Vamos! Mírame, soy un papucho... —dije y lancé una risotada.

El rubio hizo una pausa. Y luego agregó:

—Eclipsa capturó tu alma y Jey te robó el corazón para cobrar vida en ti.

—Déjate de decir pavadas...—dije totalmente confundido.

—Lo lamento, él hizo que tu mente viajara por otras partes.

—¡Ah! y cuando perdiste tu cordura, porque ya estás sacando conclusiones del aire —dije y me lamenté.

—¡Silencio! Vayamos a su casa ahora —dijo Leopoldo y tomó las llaves de su auto.

—Bueno, de acuerdo. Creo que charlando llegaré a la parte culminante de esta patética historia de mierda —suspiré.

....

Cuando llegamos a la residencia, Jey que estaba maquillado se asomó con cuidado por la ventana que daba a la calle. Cuando abrió la puerta nos invitó a pasar. Su sala de estar estaba perfectamente iluminada con lámparas incandescentes. Había un pintor, un pintura en un caballete de madera y Eclipsa era su modelo transgénero y estaba semi desnuda sosteniendo en su mano izquierda un oboe que estaba pintado de dorado —parecía una exquisita mujer drag y tenía un traje de baño diminuto color beige— y se recostó en un sofá de terciopelo negro.

—Chicos, siéntense por aquí —dijo y nos indicó donde sentarnos.

—Solo vinimos a invitarte a... —titubeé.

—Espera, solo falta el último toque y podré ponerme nuevamente de pie —dijo con una sensualidad que no había visto hace meses.

El pincel del pintor se movía con maestría. Leopoldo quedó deslumbrado al ver semejante obra de arte frente a sus ojos.
Por un momento hasta él admitió que se perdió frente a su exuberante belleza.

La mano del pintor se movía con una parsimonia increíble. Luego giró el lienzo que estaba en el bastidor y Jey emitió un alarido bestial. Hubo aplausos para el artista, todo parecía un sueño, todo parecía surrealista.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
BALADA DE OBOE  (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑) Where stories live. Discover now