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- ¿Harry?- 

- Mamá...-

No sabían cuanto tiempo había pasado desde que ambas miradas se cruzaron, aquello parecía eterno. 

El interior de Harry era un completo hervidero de emociones. 

Incertidumbre, impotencia, alivio, rabia... No sabía que sentimiento era el correcto, el que debía envolver su aura en aquel momento. 

La mente de Anne simplemente se paralizó, justo al contrario que la de su hijo. 

En ese momento solo existía la persona que estaba frente a él, aquel niño que había criado los primeros años de vida. 

Ahora tenía a pocos centímetros a un hombre. Su hijo se había convertido en un adulto fuerte y apuesto.

Su corazón se llenó de emoción y de orgullo al saber que Harry no le había necesitado para poder madurar y llegar a ser la persona que se mantenía callado alrededor suya. 

- Soy yo, mi niño. Hijo mío...- susurró, mientras lágrimas caían, humedeciendo su rostro.

- No, cállate un momento. No te atrevas a volver a llamarme así.- exclamó con rabia.- No, no soy tu hijo- sollozó. 

El rostro de Anne mostró una mueca e intentó llevar la mano al rostro de Harry, pero éste se lo impidió de un manotazo. 

- ¿Cómo vas a decir eso?- preguntó, sintiendo su corazón encoger.

- Una madre es la que cuida a diario, la que acompaña a pesar de todo, la que pone en primer lugar a sus hijos, la que forma un escudo para que el dolor se minimice y la que te limpia las lágrimas. Tú no has sido capaz de hacer eso. Te alejaste de mí como si fuese algo de usar y tirar. No te atrevas a reclamarme como tu hijo, porque yo sigo siendo huérfano.- 

Y aquellas palabras se sintieron como cuchillos, desgarrando la piel y haciéndola sangrar. 

Anne nunca pensó que unas cuantas frases podrían doler tanto, creando un vacío en su interior.

Pero ella no había sido la única afectada por aquellas palabras, Harry también. 

No pudo reprimir más las lágrimas cuando asimiló lo que había dicho. 

Porque acababa de admitir en voz alta lo que la huida de su madre había supuesto. 

Nunca había sido capaz de asimilar lo que se había perdido por culpa de no tener una figura materna a su lado y ahora lo sabía. 

Y dolía. 

- Pero, yo hice lo mejor para vosotros, en serio Harry...- intentó articular. 

- ¡ No me digas que eso es lo mejor para nosotros, ni te atrevas! No sabes el daño que causaste con tu huida, como una rata. Porque nunca serás nada más que eso. Alguien que dejó a su esposo y a su propio hijo detrás por un simple hombre. ¿Cómo coño va a ser eso lo mejor? Hay una maldita tumba a tu nombre. ¿No te paraste a pensar como esto iba a afectarnos o solo fuiste una puta egoísta, eh? Veo que efectivamente no puedes ni imaginarte el infierno que causaste, pero te voy a iluminar. Mi padre, la persona más maravillosa del mundo, se culpaba. Durante el día no dejaba de preguntarse qué había hecho mal y de noche lloraba cuando creía que nadie le veía. Pero yo lo hacía y me rompía cada vez que sentía su dolor a través del llanto. Puede ser que recuerdes el sitio donde vivíamos, un pueblo pequeño. Las noticias allí corren como la pólvora y los niños suelen ser bastante crueles. Ya te puedes imaginar el resultado, ¿no es así? No tienes ni puta idea de lo que nos hiciste pasar. Lo eres todo menos una madre.- escupió, dejando que su furia viajase por cada sílaba. 

Clínica Cowell [ls]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora