35

797 91 125
                                    

- ¿ Qué te traes entre manos Styles?- preguntó el irlandés, mientras se acomodaba en la litera de arriba. 

La velada había sido fantástica. Cantaron, hablaron, rieron, bailaron y brindaron. Algo nunca visto en un sitio como aquel, siempre tan tranquilo y sumido en una estricta rutina. 

Y Louis aprovechó para acercarse al ojiverde, que respondió a la compañía del mayor dejándole sobrepasar el umbral de su coraza. Compartieron risas y anécdotas y estuvieron pendientes el uno del otro durante el resto del día. 

Aquello, como era de esperar, no pasó inadvertido.

- No sé a qué te refieres- respondió, mientras subía y se colocaba al lado de Niall.

Se había convertido en costumbre que ambos se acomodasen en una de las camas y se pasasen horas hablando. Harry había conseguido dejar sus prejuicios atrás y estaba creando una bonita amistad con el rubio. A la misma vez, Niall se había abierto con él y le hablaba sobre su familia, cosa que no era capaz de hacer con la mayoría de la gente. 

- Vamos Harry, no te hagas el tonto. Todos hemos visto como tú y Louis habéis estado toda la tarde juntos.-

- Eso no es verdad.-

- Mira que es difícil tratar contigo, ¿eh? Os habéis sentado  juntos, habéis estado hablando todo el rato y no dejabais de miraros. No soy tonto, ¿sabes?-

- No seas tampoco exagerado. Simplemente hemos hablando de normal, nada más allá de dos amigos compartiendo anécdotas estúpidas- 

- Estúpido crees que soy yo. Mi amor, los amigos no se miran así-

- Ya sabes que no me gusta que me llames así-

- Y tú también sabes que no me gusta que me traten como si fuese lerdo. ¿ Qué es lo que ha pasado entre vosotros dos que no me quieres contar?- 

- Nada-

- Harry- 

- Nada-

- ¡Harry!-

-¡Vale, ya te lo cuento! Ostia, que pesado eres-

- Lo sé- respondió picarón, a lo que Harry reaccionó poniendo los ojos en blanco.

- El otro día, al salir de terapia, me dio un ataque de pánico. Estaba fuera de control y Lou me ayudó a controlarme. Me ayudó con la respiración y me estuvo abrazando hasta que me tranquilicé. Después me acompañó aquí y se quedó conmigo. Estuvimos hablando un rato y, al hablar de su mejor amiga, se echó a llorar. Yo le consolé como él había hecho conmigo antes y ambos dormimos una siesta juntos. Nada más.- 

- Le has llamado Lou- 

- ¿Qué?-

- Que le has llamado con un diminutivo, en vez de utilizar su nombre completo- 

- ¿ Y de todo lo que te he contado solo te has fijado en eso?- exclamó.

- No, solo que voy por partes. ¿ Por qué te dio el ataque?-

- Estábamos hablando sobre la enfermedad de mi padre y no creo que me llegase a sentar muy bien-

- Joder. Creo que esos ataques lo hemos tenido todos en algún punto, sobre todo al principio.-

- Nunca me había dado uno así, que yo recuerdo- 

- Espera, espera, ¿ estuvisteis aquí los dos juntos, durmiendo abrazaditos?-

- Sí-

- ¿ Durmiendo abrazados?- exclamó, dando un pequeño bote en la cama

- Niall, ni que te hubiera dicho que me voy a casar con él-

- Me pido ser el padrino-

- ¡Horan!-

- Perdón, es que me emociono. Estoy en el sitio donde nació vuestro amor, ¿sabes lo bonito que es eso?-

- ¡ Pero qué dices!-

- Joder Harry, siempre negando lo innegable. Ahora dime que no te gusta Louis- 

- ¿ Qué dices?- 

- Pues eso, que me lo niegas.

- No voy a seguir con esta conversación- dijo, mientras se daba la vuelta y se acostaba boca abajo.

Niall le imitó y ambos quedaron apretujados dentro de la cama.

- No me lo has negado- prosiguió.

- ¿ Si te respondo me dejarás tranquilo?- 

- Según cuál sea la respuesta- 

- De acuerdo.- siguió, mientras pensaba con detenimiento la respuesta- Puede ser, que en muy remotas proporciones, me pueda gustar un poco.- 

- Te has costado, ¿eh?- respondió complacido.

- Eso no significa que me guste, ni mucho menos.-

- Es imposible lidiar contigo-

- ¡¿ Por qué ?!- 

- Porque eres demasiado estúpido para darte cuenta de lo que te pasa. Te gusta Louis y no es algo de lo que avergonzarse. No es malo que te guste un chico-

- Niall, no sé si recuerdas que soy abiertamente bisexual, me da igual que me guste un chico o una chica. La cuestión aquí es que no me gusta Louis-

- No para,no para, no para. ¿ No te cansas de negarte a ti mismo?- 

Harry rió tras el aparente cansancio del rubio por sus palabras. Parecía que le iba a sacar de quicio.

- Te voy a decir una cosa, pero no me puedes decir nada. Simplemente te callas y te duermes.- prosiguió, tras un rato de reflexión- 

- De acuerdo, pero eso no quita que a lo mejor grite- 

- Como te odio. En fin, puede ser que me guste un poco Louis, pero realmente no lo sé. Tengo ciertos sentimientos y algunas sensaciones cuando estoy alrededor suya que no había sentido antes, nunca. Siento una conexión con él que no percibo con los demás. Es como una oleada de frescura, que me recorre todo el cuerpo y me serena. Cuando le veo sonreír o cuando hablo con él todo lo de mi alrededor desaparece, solo están él y sus ojos, unos orbes que esconden el más grande de los océanos. Y todo eso se ha multiplicado en los últimos días. Los abrazos, las palabras de cariños, pequeños roces. Me hacen sentir como si me encontrase en el Edén. No sé como describirlo.- 

- Harry, a ti no te gusta Louis. Estás enamorado de él-

Dicho esto, ladeó la cabeza y se dispuso a dormir. Harry bajó y se acomodó en su cama.

¿Estaba enamorado?

Era impensable, no podía haber ocurrido tan rápido y en estas circunstancias.

Se negaba a admitirlo. Sus sentimientos no eran tan grandes, o eso creía.

Nunca había estado enamorado, aunque si aquello era la definición, estaría agradecido.

Siempre había creído que estar enamorado era un sentimiento doloroso y dañino. Algo que te carcomía por dentro y te consumía, haciendo que dejases de ser tú mismo. 

Y algo que siempre terminaba mal. No había final feliz para una persona enamorada. 

Pero con Louis era distinto. Cuando el chico se encontraba alrededor suya sentía que estaba a salvo.

Cuando él le hablaba, creía que nada malo le podía ocurrir.

Sentía que le cuidaba y estaba agradecido por ello. 

Y aquellos leves roces que habían mantenido, hacían que sintiese un jardín crecer dentro de su vientre.

Aquellos ojos. Podía pasarse el resto de su tiempo contemplándolos, estaba seguro que no se cansaría de hacerlo. Los matices del azul eran como olas que bailaban en un mar revuelto y eran capaces de hipnotizar a cualquiera que los mirase. 

Esa noche, el ojiverde conoció al ojiazul en sus sueños. 

Clínica Cowell [ls]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora